Jugaba con la cabeza y pensaba con el coraz¨®n
Juanito, el m¨¢s volc¨¢nico del f¨²tbol espa?ol, vivi¨® al l¨ªmite dentro y fuera del campo
Del barrio de Los Boliches (Fuengirola, M¨¢laga) a Calzada de Oropesa (Toledo) pasaron 38 a?os de la vida de Juan G¨®mez, Juanito, escrito as¨ª, con el nombre, el apellido y el apodo, como los toreros, no en vano fue Curro Romero quien le cort¨® la coleta en La Rosaleda cuando el extremo abandon¨® el f¨²tbol. Fueron pocos, pero intensos, desordenados, estruendosos, incomprensibles, enternecedores... No fue extra?o que, hoy hace 20 a?os, Juanito se dejara la vida en un accidente de tr¨¢fico en un pueblo toledano volviendo de ver jugar a un amigo, Mart¨ªn V¨¢zquez, que militaba en el Torino y se hab¨ªa enfrentado al Madrid. ¡°Era as¨ª. Pensaba con el coraz¨®n, no con la cabeza¡±, recuerda su compa?ero Carlos Santillana; ¡°por eso montaba un l¨ªo en cualquier momento o daba un dineral a cualquier necesitado en la calle. Siempre, el coraz¨®n como gu¨ªa. Para lo bueno y lo malo¡±.
¡°Pinturero¡± para Iribar y ¡°maravilloso¡± para Santillana, pag¨® muy caro su car¨¢cter
No es f¨¢cil encontrar una palabra para su car¨¢cter. ?Indomable? Quiz¨¢s. ?Imprevisible? Siempre. ?Dif¨ªcil? Sin duda. Jos¨¦ ?ngel Iribar, exportero del Athletic, ve una para su juego: ¡°Era un futbolista muy pinturero¡±. Un sin¨®nimo que retrata su vida y su obra, llena de arte y artificios, de milagros y pecados repartidos por igual, pero que le valieron reconocimientos inesperados. En San Mam¨¦s, por ser un cl¨¢sico, el Madrid no ha sido nunca bien recibido. A¨²n se oyen las reprobaciones a Amancio porque La Catedral entend¨ªa que sus ca¨ªdas eran demasiado teatrales (le dieron cera en todos los campos por todos los costados). ¡°Es verdad¡±, sin embargo, ¡°que una vez ganamos c¨®modamente, no s¨¦ si por 1-3 o 1-4¡±, rememora Santillana, ¡°y, al ser sustituido, el p¨²blico despidi¨® a Juanito con un aplauso magn¨ªfico y puesto en pie¡±. Fue la primera, pero no la ¨²ltima vez, que en territorio hostil el rival le rend¨ªa armas. ¡°Hay que ser muy bueno y hacerlo muy bien para que te aplaudan en San Mam¨¦s tras una derrota¡±, ratifica Iribar.
M¨¢s a¨²n a un tipo que sol¨ªa sembrar vientos y recoger tempestades. Su lista de agravios antideportivos llen¨® p¨¢ginas hasta convertir su historial en una lista negra. Quiz¨¢s estaba predestinado. Lleg¨® al f¨²tbol en Fuengirola porque su club false¨® su ficha. Era tan bueno que el equipo malague?o pens¨® que la legalidad no pod¨ªa retrasar su milagro. En 1973, en su debut con el Atl¨¦tico en un partido ben¨¦fico por Managua contra el Benfica, se rompi¨® una tibia. ¡°Era muy espabilado cuando lleg¨®¡±, afirma Javier Irureta, que coincidi¨® con ¨¦l; ¡°no se cortaba ante nadie. Le bastaban dos d¨ªas para que pareciese que llevaba toda la vida en el equipo. La timidez no era su caracter¨ªstica¡±. Esa fractura le hizo marcharse al Burgos a empezar de nuevo. De ¨¦l pas¨® al Madrid de Del Bosque, Santillana, Camacho, Stielike... Santiago Bernab¨¦u le fich¨® a cambio de 27 millones de pesetas de la ¨¦poca. ¡°Supongo que el Atl¨¦tico pens¨® que la rotura cortaba su progresi¨®n, pero se fue un magn¨ªfico futbolista¡±, dice Irureta.
Sol¨ªa sembrar vientos y recoger tempestades, pero San Mam¨¦s le ovacion¨®
Entonces, a partir de 1977, comenz¨® a forjarse en el Bernabe¨² el mito de la maravilla y del desasosiego. ¡°Era moderno para la ¨¦poca¡±, afirma Santillana; ¡°si jugara hoy, ser¨ªa igualmente maravilloso porque ten¨ªa las virtudes que imperan: velocidad, regate, poder¨ªo f¨ªsico, desparpajo... Hoy, sin rapidez, no triunfas y ¨¦l la ten¨ªa¡±. Pero tambi¨¦n comenzaron las estridencias. Un a?o despu¨¦s de fichar por el Madrid recibi¨® una sanci¨®n de seis a?os, luego reducida a 14 meses, por agredir al ¨¢rbitro Adolf Prokov en un partido frente al Grashoppers. En el mismo curso dej¨® su huella al recibir el famoso botellazo del Yugoslavia-Espa?a por hacer un gesto a la grada cuando era sustituido: ¡°No era dif¨ªcil acertar con esta cabeza que Dios me ha dado¡±.
Era el comienzo de sus pecados capitales en el f¨²tbol: agresi¨®n a un ¨¢rbitro, desconsideraci¨®n y botellazo del p¨²blico, escupitajo a su excompa?ero Stielike cuando estaba en el Neuch?tel, pisot¨®n en la cabeza a Matth?us, toreo de vaquillas, cr¨ªticas a Amancio, ya su entrenador, y una juerga nocturna en Mil¨¢n.
Juanito era multirreincidente e incorregible. ¡°Su vida personal tambi¨¦n era turbulenta y eso lo trasladaba a su vida profesional con las consecuencias que todos sabemos¡±, asegura Santillana. Y le pas¨® factura. Acosado por las sanciones y las multas, castigado por el f¨²tbol europeo, el Madrid se desprendi¨® de ¨¦l, aunque una parte del p¨²blico segu¨ªa interpretando sus errores con un sentido exacerbado de pertenencia. No en vano el propio Juanito lleg¨® a afirmar: ¡°De no haber sido futbolista, habr¨ªa sido ultrasur¡±.
El 7 del Madrid
¡ú Juanito jug¨® 10 temporadas de sus 17 en la ¨¦lite en el Madrid (1977-1987): 401 partidos y 153 goles.
¡ú Gan¨® cinco Ligas, dos Copas, una Copa de la Liga y dos Copas de la UEFA. Fue pichichi en 1984 con 17 goles.
¡ú Fue internacional en 34 ocasiones.
Las multas y el oprobio europeo los pag¨® con su salida del f¨²tbol de ¨¦lite. Su agresi¨®n a Matth?us la arregl¨® regal¨¢ndole un capote y un estoque de matador. Con Stielike tard¨® m¨¢s tiempo. ¡°Fueron asuntos que, en cualquier otro caso, se habr¨ªan solucionado en dos minutos¡±, dice Santillana, ¡°pero, como luego se enfrentaron en equipos distintos y ocurri¨® lo del escupitajo, tard¨® m¨¢s tiempo¡±. Se reunieron a comer en M¨¢laga y limaron las ¨²ltimas asperezas.
En su andadura se dej¨® 840.000 pesetas en multas y sanciones deportivas que hoy ser¨ªan inimaginables. Sin embargo, aquellos troncos que se cayeron del cami¨®n que preced¨ªa su coche cuando se dirig¨ªa a M¨¦rida, de vuelta de Madrid, yendo de copiloto, convirtieron su vida en leyenda. ¡°Es curioso, la muerte le sobrevino durmiendo y cuando su vida personal era m¨¢s pl¨¢cida. Hab¨ªa logrado cierta estabilidad y era entrenador, que era lo que quer¨ªa¡±, reflexiona Santillana.
Cuando hab¨ªa conseguido m¨¢s o menos lo que quer¨ªa, la muerte le sorprendi¨® durmiendo. A Juanillo el viejo, como le dec¨ªan en su barrio; al pele¨®n del barrio, como ¨¦l mismo se defin¨ªa, se lo llev¨® para el otro barrio un accidente absurdo hace 20 a?os cuando dorm¨ªa, por fin, el sue?o de los justos.
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