Berna y los fantasmas del futuro
Aquella final deriv¨® en una traves¨ªa victimista azulgrana de 25 a?os; ahora, el p¨²blico ovacion¨® a sus futbolistas en la derrota, se?al de agradecimiento y muestra de que la maldici¨®n ser¨¢ epis¨®dica
Al mejor Bar?a le pudo el infortunio, en Londres y en Barcelona. Convincente en el juego, sin negociar su ideario ni ante las angustias de estos d¨ªas, el equipo azulgrana se estrell¨® en los postes de Cech, que encontr¨® alivio en ellos en cuatro ocasiones durante la eliminatoria (Pedro y Alexis en Stamford Bridge y Messi por dos veces en el Camp Nou). Un mal gui?o del destino, un azote para la memoria hist¨®rica de los cul¨¦s, que hace casi 51 a?os tambi¨¦n se dieron de bruces con los maderos del Benfica en aquella final de Berna del 31 de mayo de 1961, cuando Kocsis, Kubala y Czibor se vieron frustrados. ¡°Somos los campeones... de la desgracia¡±, proclam¨® entonces el c¨¢ntabro Enrique Orizaola, el t¨¦cnico barcelonista.
Una final, aquella, que deriv¨® en una larga traves¨ªa victimista azulgrana que el club no se sacudi¨® hasta los a?os noventa con Johan Cruyff al frente. Hoy, el Bar?a es otro, muy distinto, y no deber¨ªa desviarse del camino emprendido y mejorado con el holand¨¦s. Esta vez, que el f¨²tbol le haya hecho burla no deber¨ªa ser m¨¢s que un embrujo pasajero. El equipo de Pep Guardiola no tuvo lo que le sobr¨® al Chelsea, punter¨ªa. No le bastaron 47 remates en dos partidos. Apenas cuatro del rival en toda la eliminatoria y tres goles, el ¨²ltimo, el de Torres, a campo abierto, con el Bar?a totalmente descamisado. Cosas del f¨²tbol, del azar, que en muchas ocasiones es lo mismo. Los barcelonistas no estar¨¢n en M¨²nich por fallos propios ante Cech, el acierto del meta checo, la abnegaci¨®n ultradefensiva de su adversario, la destreza puntual de Drogba y Ramires, un milim¨¦trico fuera de juego de Alves en un tanto de Alexis y el capricho de una pelota ante los postes. Motivos suficientes para la impotencia, no para el desgarro deportivo. En 2009, con el ag¨®nico gol de Iniesta, lo sufri¨® el Chelsea, que por entonces estaba (y a¨²n est¨¢) por llegar a la cima europea, como el Bar?a de Berna y la maldici¨®n de los h¨²ngaros. La padeci¨® un mito, Kubala, como hoy le toca a Messi, humanizado por el f¨²tbol al que tanto ha consagrado, consternado por poco acierto en el momento decisivo de la temporada. Una situaci¨®n a la que el Barcelona lleg¨® a hombros de su gran estrella.
La herencia de Cruyff, Rijkaard y Pep debiera prevalecer. Es el sello del Bar?a m¨¢s brillante de la historia. Por algo hoy Berna solo es un borr¨®n del pleistoceno.
A diferencia de Berna, cuando el Bar?a tard¨® 25 a?os en volver a otra final ¡ªSteaua de Bucarest, tambi¨¦n desgraciada para ¨¦l y, como anoche, con todo a favor¡ª, el presente cul¨¦ es otro. Se lo demostr¨® el p¨²blico, que ovacion¨® a sus futbolistas en la derrota, se?al de agradecimiento y orgullo por un pasado reciente tan espl¨¦ndido y muestra de que la maldici¨®n ser¨¢ pasajera, epis¨®dica. Como lo fue su destierro de 2010 ante el Inter, que tambi¨¦n con el dique resisti¨® heroicamente con diez jugadores por la expulsi¨®n de Motta en el primer acto. Un a?o despu¨¦s, el Bar?a volvi¨® a la cumbre en Wembley. Por fortuna, al rev¨¦s que aquel d¨ªa ante los interistas, anoche no hubo aspersores ni festejos ajenos exagerados ante una afici¨®n enlutada. M¨¢xima caballerosidad entre unos y otros.
El matrimonio entre el p¨²blico y el equipo, la distinguida etiqueta de este y la brillantez de la plantilla no tienen por qu¨¦ vislumbrar un tiempo inmediato de penumbras. Es ahora cuando debe imponerse la sensatez en la instituci¨®n y en el vestuario. Es ahora cuando el t¨¦cnico, gu¨ªa fundamental de este equipo de autor, debe anunciar definitivamente su decisi¨®n. Quiz¨¢ Guardiola piense que Berna queda muy lejos, que el Bar?a ya pag¨® con creces su autocompasi¨®n. Que hoy no tiene motivos y que el f¨²tbol es una ruleta, nada m¨¢s. O quiz¨¢ se sienta desgastado y considere suficiente su testamento. En un caso u otro, la herencia de Cruyff, Rijkaard y Pep deber¨ªa prevalecer. Es el sello del Bar?a m¨¢s brillante de la historia. Por algo hoy Berna tan solo es un borr¨®n del pleistoceno.
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