¡°?O lo quitan o no salimos!¡±

La dictadura de Franco lo interpret¨® como un bofet¨®n y exigi¨® una disculpa a la Federaci¨®n Checoslovaca de F¨²tbol. Ocurre en Praga. Corre el a?o 1967. La selecci¨®n espa?ola, con Iribar y Amancio a la cabeza, se alinea contra Checoslovaquia en un encuentro de la ronda preliminar de la Eurocopa de 1968. Eso es m¨¢s que f¨²tbol. Eso es parte de un combate pol¨ªtico global que tiene en el deporte una herramienta m¨¢s para la lucha. Es la Espa?a franquista contra la Checoslovaquia comunista. Los dos equipos escuchan los himnos nacionales en posici¨®n de firmes, como corresponde a los soldados. Suena el checo. Comienza otro. Hay espa?oles que creen que es el del ¨¢rbitro. Otros que piensan que es el de la UEFA. El de Espa?a no suena¡­ M¨¢s bien, se dan cuenta en la tribuna de autoridades, donde se arma un guirigay tremendo, es que suena el que no era. La banda militar hace retumbar el himno de Riego. La Espa?a de Franco juega y pierde al son de la Rep¨²blica (1-0, Horv¨¢th).

¡°?Que si no lo quitan no salimos!¡¯, dijimos cuando o¨ªmos aquello¡±, recuerda Adelardo, exdelantero del Atl¨¦tico y titular en aquel partido. ¡°Fue cuando volvimos a Espa?a cuando vimos lo importante que hab¨ªa sido aquello. ?C¨®mo estaba la gente!¡±, sigue el ariete. ¡°Hay que recordar que los checoslovacos, que nos hab¨ªan ganado por tener m¨¢s garra y dar m¨¢s patadas que nosotros, eran comunistas¡±, a?ade. ¡°Espa?a estaba totalmente enfrente de eso. Era la ¨¦poca de Franco, y toda Europa estaba en contra del r¨¦gimen. Aquellos pa¨ªses del Este defend¨ªan mucho su situaci¨®n pol¨ªtica, el comunismo. Eso era totalmente diferente a lo nuestro. Entonces, los futbolistas est¨¢bamos aislados de la pol¨ªtica. Lo ¨²nico era llevar la Copa al Pardo y que te recibiera brevemente el General¨ªsimo. ?Es que no conoc¨ªamos nada m¨¢s!¡±.

Pocos internacionales coinciden en el recuerdo de aquel momento, que, ya en plena democracia, revivir¨ªan los tenistas espa?oles en la final de la Copa Davis disputada en 2003 y contra Australia. Unos se enteraron, otros no. Iribar, que defender¨ªa la porter¨ªa, solo se dio cuenta de lo que pasaba cuando vio la que se armaba en la tribuna: ¡°Yo estaba despistado, pero se arm¨® mucho revuelo, y al ver esa inquietud me di cuenta de lo que estaba sucediendo¡±. Amancio lo vivi¨® de otra manera.

Empez¨® a sonar y cre¨ªmos que era el himno del ¨¢rbitro¡±, recuerda Amancio

¡°Defend¨ªan mucho el comunismo. Nosotros nos aisl¨¢bamos de la pol¨ªtica¡±, dice Adelardo

¡°Empez¨® a sonar y cre¨ªamos que era el himno del ¨¢rbitro¡±, cuenta el exjugador del Real Madrid, que compiti¨® en aquella fecha pese a unas molestias f¨ªsicas. ¡°?Es que no conoc¨ªamos el himno de Riego! Claro, nosotros hab¨ªamos nacido ya en la posguerra, y est¨¢bamos all¨ª cuadrados sin tener ni idea de qu¨¦ era aquello que sonaba. Cuando acabaron, nos miramos, y pensamos. ?Y el nuestro no lo tocan!¡±, a?ade. ¡°Recuerdo bien aquellos pa¨ªses comunistas. Era algo distinto, de poca luz. De tristeza. Los edificios y sus fachadas estaban abandonados, era triste el vivir de la gente. Yo no entend¨ªa esos deseos que pod¨ªa haber en Espa?a de imitar a esos pa¨ªses del Este, cuando a mitad de camino estaban Francia o Alemania, una maravilla¡±, contin¨²a. ¡°Lo que entonces no llamaba la atenci¨®n, Mosc¨² o Praga, hoy brilla. ?No ten¨ªan vida! Si lo nuestro no era bueno, lo otro era peor, y lo l¨®gico es coger lo de en medio, lo que funciona. ?Eso no es dif¨ªcil de ver, no es un rompecabezas! Uno iba al Este y no daba envidia. El f¨²tbol era para ellos un par¨¦ntesis. Despertaba pasi¨®n¡±.

Muchos de aquellos futbolistas se enteraron de lo que hab¨ªa ocurrido al llegar a Espa?a. Las autoridades reaccionaron con indignaci¨®n, considerando el episodio como una afrenta que iba m¨¢s all¨¢ del deporte y que entraba en la pol¨ªtica. As¨ª narr¨® el episodio el corresponsal desplazado por el diario ABC hasta Praga: ¡°Una banda militar fue la encargada de hacer sonar esos himnos, y los espa?oles nos quedamos estupefactos al escuchar el Himno de Riego, himno de la ¨¦poca de la Rep¨²blica. Cuando acab¨® la m¨²sica pudimos escuchar por los altavoces palabras en buen castellano de salutaci¨®n a Espa?a, muy gratas, y un brindis por la paz entre los pueblos. El error de Checoslovaquia es francamente inadmisible. Las bandas, sean oficiales o no, deben tener en los archivos y puestos al d¨ªa los himnos nacionales de todos los pa¨ªses. Y, si no se tienen, existen los discos, y si no existen tampoco, lo mejor es que no se interpreten nunca los himnos. Todo antes de incurrir en un error oficial. (¡­) Fue el primer ¡®contratiempo¡¯, que no esper¨¢bamos. Con un gol de Checoslovaquia s¨ª que hab¨ªa que contar. ?Qu¨¦ menos jug¨¢ndose en Praga!¡±.

Igual que hubo una protesta oficial tambi¨¦n hubo una disculpa oficial, mediante una carta. ¡°El hecho¡±, le escrib¨ªa el presidente de la federaci¨®n checoslovaca al de la espa?ola, ¡°ha sido causado por error y negligencia de un funcionario administrativo de nuestra Secci¨®n de F¨²tbol, lo que sin embargo nosotros lamentamos sinceramente¡±.

Ah¨ª, pocos meses antes de la Primavera de Praga (1968), acab¨® el incidente. Espa?a ya hab¨ªa jugado y perdido al son del himno de Riego.