Entre las ascuas y el fuego
La encrucijada del Athletic, que se enfrenta al Getafe, tiene m¨¢s que ver con las individualidades que con la estrategia
Manta, ascuas o fuego. Lo de la manta en este caso se utiliza en un sentido m¨¢s figurado del que cualquier humano pueda pensar, especialmente en estos momentos donde tronos, altares, alfombras y hasta moquetas desvencijadas muestran m¨¢s ovillos de polvo de lo esperado. El problema del Athletic tiene algo que ver con el viejo problema de la manta, esa figura ret¨®rica que explica que si te tapas la cabeza se te enfr¨ªan los pies y viceversa. Es decir, que si refuerzas la defensa, se te constipa la delantera, y al rev¨¦s. En el caso de Bielsa, sin embargo, no se trata de una apuesta en uno u otro sentido que desfigure al lado m¨¢s desfavorecido. Bielsa no va por ah¨ª. Lleva a?os yendo por el mismo camino y nada anuncia que vaya a coger el primer recodo en el que pierda de vista sus principios.
Habr¨ªa que decir que el Athletic doliente de este a?o es el mismo Athletic triunfante del a?o pasado. Juega con la misma vocaci¨®n, con la misma intensidad, con el mismo planteamiento, con la misma voracidad a veces renacentista, a veces suicida, y con algunos futbolistas distintos. Conviene no olvidar que ha perdido (a cambio de un pelotazo econ¨®mico insospechado) al jefe de la defensa, Javi Mart¨ªnez, se dir¨ªa que al jefe de seguridad y al jefe de tr¨¢nsito del bal¨®n para evitar atascos, am¨¦n del custodio de la personalidad de los defensores. Y ha perdido, en mucha medida, al custodio de la delantera, al goleador sobre el que se trabajaban los esquemas del entrenador rival que agradece notablemente la descarga de trabajo a la hora de preparar los enfrentamientos con el Athletic.
Es decir, la manta del Athletic tiene un par de costurones, uno inevitable otro voluntario, que explican en parte sus problemas. Inicialmente, la defensa rojiblanca se mostr¨® d¨¦bil, flaca, encajando goles que no requer¨ªan encajes de bolillos del rival, goles rituales porque adolec¨ªa de Javi Mart¨ªnez, de Amorebieta, de Aurtenetxe, porque estaba despertando a Gurpegui o a Castillo, lesionados de larga duraci¨®n, y los costurones eran llamativos. Tampoco el portero ayudaba a dar tranquilidad, preso de su irregularidad y transmisor de inseguridades. A cambio se ofrec¨ªan goles, gracias al esp¨ªritu combativo no exento de estilismo de Aduriz, algo as¨ª como el profesional por excelencia, que asumi¨® la carga de tener a Llorente en el banquillo cuando se supon¨ªa que ven¨ªa a secarle el sudor visto su agotamiento y lesiones del a?o anterior por sobrecarga de partidos.
El Athletic ha resuelto en alguna medida sus problemas defensivos, que no es lo mismo que resolver el juicio de los partidos,
El Athletic ha resuelto en alguna medida sus problemas defensivos, que no es lo mismo que resolver el juicio de los partidos, algo que pierde con facilidad en sus tramos finales y que le cuesta disgustos lamentables. Pero el problema mayor, ahora, es un tema dif¨ªcil de entrenar: la punter¨ªa. Habr¨¢ tesis o estudios psicol¨®gicos que elucubren sobre el sentimiento tr¨¢gico de rematar a gol, pero lo cierto es que al nivel m¨¢ximo de la Primera Divisi¨®n, lo casual tiene m¨¢s que ver que lo causal. Es m¨¢s extra?o que Susaeta en Lyon falle las dos ocasiones que tuvo a que las convierta, como es m¨¢s extra?o que a Casillas se le cuele un bal¨®n entre las piernas a que saque con los dedos un disparo a la escuadra. Pero ambas cosas han ocurrido alguna vez. O algunas veces. Y ocurrir¨¢n.
A estas alturas el gol es un asunto personal de los futbolistas. Como dec¨ªa Di St¨¦fano, en Primera Divisi¨®n no se puede ense?ar a un futbolista a sacar un c¨®rner. Es perder el tiempo. Tampoco se le puede ense?ar a marcar un gol. El gol se tiene o no se tiene y sucede o no sucede. Los errores de Susaeta ante el portero fueron tan sorprendentes como el golazo de Ibai G¨®mez al que le falt¨® apellido para que lo pusieran entre los goles de la temporada.
Esa es la encrucijada del Athletic, la que le carcome, le reconcome la tabla de clasificaci¨®n la que est¨¢ a poco de sacarle del mapa europeo, si no obra un milagro o una resurrecci¨®n voluptuosa. El entrenador no ha cambiado, los futbolistas son los mismos menos uno y medio, el estilo permanece virgen, la actitud es reconocible, el apoyo del p¨²blico id¨¦ntico, superados los dimes y diretes del convulso inicio de temporada, y la actitud de los ¨¢rbitros, la habitual. Al Athletic no le quema el asa, le falta fuego. Est¨¢ en esa tesitura que se dirime entre las ascuas, de la pasada temporada, y el fuego que se le presupon¨ªa en la presente, con la lecci¨®n bien aprendida de un entrenador tan complejo como sincero.
El Getafe le mide la moral, la progresi¨®n adecuada. Un rival insospechado, con m¨¢s f¨²tbol que p¨²blico, pero tambi¨¦n irregular, lo que le convierte en un revolucionario en San Mam¨¦s. El Athletic vuelve a jugar sin Herrera, lo que intensifica su catarro en el juego. Su discurso no ser¨¢ tan fluido, pero su necesidad de victorias (vista su insolvencia a domicilio) es acuciante para restablecer el equilibrio de su futuro. Entre las ascuas, los rescoldos, y el fuego, solo falta una cerilla, o un tiz¨®n. Lo que falta es saber qui¨¦n es capaz de encenderlo y atizarlo m¨¢s all¨¢ de 80 minutos.
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