?Qu¨¦ le pas¨® a nuestro Brasil?
Esta Canarinha es un equipo r¨¢cano, defensivo, sin alegr¨ªa. Utilitarismo puro. Como la actitud social hacia el torneo
Celebrar un Mundial de f¨²tbol es como celebrar una fiesta de bodas. Es decir, un despilfarro. Mucho m¨¢s sensato ser¨ªa ahorrarse el dinero que uno se gasta en el local, en la gran comilona, en los vestidos y d¨¢rselo a los novios para comprarse un coche o invertirlo en la futura educaci¨®n de los hijos.
Da la impresi¨®n de que, en detrimento de los t¨®picos carnavalescos que el resto del mundo daba como certeros, el argumento utilitario est¨¢ ganando adeptos en Brasil. Romario, el gran exfutbolista de la selecci¨®n brasile?a, hizo el c¨¢lculo la semana pasada en un v¨ªdeo que arras¨® en las redes sociales. Haci¨¦ndose eco de la indignaci¨®n popular, y a la vez aliment¨¢ndola, Romario explic¨® que con el dinero que se va a gastar en instalaciones deportivas para el Mundial 2014 se podr¨ªa construir 8.000 escuelas nuevas o fabricar 39.000 autobuses. O sea, ?para qu¨¦ vamos a celebrar este absurdo Mundial cuando tenemos prioridades sociales tan apremiantes?
Parece que a los brasile?os hay que recordarles el valor intr¨ªnseco de celebrar un Mundial
La primera respuesta ser¨ªa que se lo podr¨ªan haber pensando antes. La segunda consistir¨ªa en una pregunta: ?qu¨¦ le pas¨® a nuestro m¨ªtico Brasil? Pens¨¢bamos que no hab¨ªa ning¨²n pa¨ªs que hab¨ªa asimilado y hecho vibrantemente suya la filosof¨ªa del carpe diem ¡ªel ?a vivir, caralho, que son dos d¨ªas!¡ª como el Brasil tropical. Pero no. Con perplejidad vemos que un sector importante de la sociedad brasile?a delata una desconocida faceta teutona, contando el dinero, anteponiendo precio a valor.
Pareciera que habr¨ªa que recordarles el valor intr¨ªnseco de celebrar un Mundial, un valor de dif¨ªcil comprensi¨®n para aquellos que conciben nuestra breve estancia en el mundo en t¨¦rminos pr¨¢cticos y materiales. Se trata de entender la fiesta como un fin en s¨ª mismo, como ocasi¨®n fugaz para pasarlo bien por pasarlo bien, que ya habr¨¢ tiempo para preocuparnos por las inevitables penas que la vida acarrea.
S¨ª, alguien dir¨¢: y los pobres, ?qu¨¦? Es verdad que para los pobres la vida es una lucha por la supervivencia, que no tienen m¨¢s remedio que concebir la vida en t¨¦rminos, precisamente, pr¨¢cticos y materiales. Pero no solo de pan vive el hombre. Los pobres tambi¨¦n necesitan su juerga y sus festejos para dar sentido y nobleza a su tr¨¢nsito por la tierra. Tambi¨¦n celebran sus bodas, en todas las culturas y en todas las geograf¨ªas, por todo lo alto.
Sud¨¢friga y Londres recuerdan con gran orgullo los acontecimientos deportivos que disfrutaron
Vean el caso de Sud¨¢frica. Como muchos comentaristas han observado, el pa¨ªs perdi¨® dinero con el Mundial 2010, dinero que se podr¨ªa haber invertido en escuelas y autobuses y hospitales. Sin duda. Pero vayan y pregunten a la gran masa de la poblaci¨®n sudafricana, empezando por Nelson Mandela, si se arrepienten de haber sido el centro del mundo durante un mes, de haber tenido la oportunidad de disfrutar con orgullo patrio un evento que todos los que lo vivieron ¡ªhasta los aguafiestas que lamentaron el coste econ¨®mico¡ª recordar¨¢n siempre con sonrisas.
Vean tambi¨¦n el caso de Londres, donde se celebraron los Juegos el a?o pasado. Claro que se podr¨ªa haber gastado ese mismo dinero en mejorar el sistema de transporte p¨²blico de la ciudad o en la calidad, muy cuestionada en Inglaterra, de la salud p¨²blica. Pero resulta que se gast¨® en algo menos concreto pero igual de visible, en una gran fiesta que los londinenses disfrutaron como ni?os y que recordar¨¢n, como los sudafricanos su Mundial, con j¨²bilo. Para los pa¨ªses que no consideran eso recompensa suficiente, el mensaje est¨¢ claro: dejen de proponer sus candidaturas a celebrar los grandes eventos deportivos mundiales.
Algo raro les pasa a los brasile?os, o a bastantes de ellos. Algo tan poco reconocible para el resto del mundo como el f¨²tbol de su actual selecci¨®n. Los que conservamos en mente las im¨¢genes de las selecciones brasile?as de Pel¨¦, Rivelino y Tost?o, las de Zico y S¨®crates, la de Romario, incluso, no nos podemos creer lo que estamos viendo en la actual Copa de Confederaciones, ensayo (o, m¨¢s bien, esperemos que no) del Mundial del a?o que viene. Es un equipo r¨¢cano, defensivo, sin alegr¨ªa. De f¨²tbol samba, nada. Utilitarismo puro. Igual que la nueva actitud que se vislumbra hacia el Mundial. Esperemos que se les pase. Brasil es un pa¨ªs que, en realidad, ha sabido desplegar su tremenda energ¨ªa tanto en el terreno econ¨®mico como en el de la fiesta pero es el lado fiestero, la alegr¨ªa ¡ªel tudo bem, tudo joia¡ª lo que los dem¨¢s hemos elegido ver como ejemplo para la humanidad. Que no lo pierdan. Si no, a este paso, acabar¨¢n neg¨¢ndonos hasta el carnaval.
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