La herida abierta del capit¨¢n
Ancelotti elige a Diego L¨®pez y devuelve al capit¨¢n, de 32 a?os, al banquillo que ya ocup¨® con Mourinho la temporada pasada
Las cicatrices de la temporada pasada se abrieron en la primera jornada de la nueva campa?a. Bast¨® que el t¨¦cnico, Carlo Ancelotti, decidiera mandar al banquillo a Iker Casillas, el capit¨¢n, para poner en su lugar a Diego L¨®pez. La medida revivi¨® el recuerdo del enfrentamiento soterrado que libraron hace unos meses Casillas y el ¨²ltimo m¨¢nager, Jos¨¦ Mourinho. El p¨²blico del Bernab¨¦u se dispon¨ªa a asistir al comienzo de una nueva era, m¨¢s pac¨ªfica, cuando ayer antes del partido comenz¨® a circular la noticia. Diego L¨®pez sali¨® a calentar con los titulares ayudado por Mej¨ªas, el tercer meta, que hab¨ªa sido descartado de la convocatoria. Mej¨ªas vio el partido desde la grada. Casillas se fue al banquillo despu¨¦s de saltar al campo sin participar en el calentamiento. ¡°Tom¨¦ esta decisi¨®n para este partido¡±, dijo Ancelotti, sobre la alineaci¨®n del portero. ¡°Peque?os detalles me inclinaron por Diego. Veremos qu¨¦ pasa en el siguiente partido. Habl¨¦ con Iker, ¨¦l es muy profesional, tiene ganas de jugar; eso es normal y bueno¡±.
En un tumultuoso arranque de Liga, Iker no particip¨® en el calentamiento del titular
A sus 32 a?os, Casillas es el ¨²ltimo gran emblema de la cantera en la plantilla, una especie en extinci¨®n, a juzgar por el modo en que han funcionado los vasos comunicantes que unen las categor¨ªas inferiores con el primer equipo del Madrid. Desde que Mourinho resolvi¨® represaliarle en v¨ªsperas de las ¨²ltimas Navidades, insinuando que era una de las ¡°ovejas negras¡± que conspiraban contra su autoridad, el portero no dej¨® el ojo del hurac¨¢n. Una lesi¨®n en la mano izquierda le hizo perder la titularidad a favor de Diego L¨®pez. Cuando regres¨® se encontr¨® con un mundo nuevo. Fue objeto de cr¨ªticas de todo tipo, desde todos los ¨¢mbitos. Parte de la hinchada lo se?al¨® como traidor. Le insultaron a la llegada al hotel y a la salida del estadio. Cuando todo a su alrededor era ruido, comenzando por Mourinho, que emple¨® su ret¨®rica para lapidarle, su silencio no le ayud¨®. A ojos de muchos, la discreci¨®n le hizo culpable. Dicen en el vestuario del Madrid que el portero vivi¨® meses de zozobra. A sus compa?eros de selecci¨®n tambi¨¦n les llam¨® la atenci¨®n su aire apocado. En el campo, advirtieron, hab¨ªa perdido aplomo. Como haber permanecido tanto tiempo sometido a un juicio tan agresivo en su propia casa le hubiera restado autoconfianza. La llegada de Ancelotti en junio alumbr¨® una nueva ¨¦poca. Nada durante la pretemporada hizo pensar que el nuevo entrenador volviera a dejarle fuera del equipo titular. Muchos pensaron que el t¨¦cnico italiano adoptar¨ªa la medida m¨¢s c¨®moda de todas desde el punto de vista pol¨ªtico, y pondr¨ªa a Casillas. No fue as¨ª.
El tiempo dir¨¢ si la decisi¨®n de Ancelotti fue un ejercicio puramente ritual de reafirmaci¨®n de la autoridad del entrenador, sin m¨¢s consecuencias para el resto de la temporada. ?l insisti¨® en que Diego hab¨ªa sido elegido ¡°como portero para hoy¡±. La puerta abierta al regreso de Casillas sigue, aparentemente, muy abierta.
Habl¨¦ con Iker, ¨¦l es muy profesional, tiene ganas de jugar; eso es normal y bueno Carlo Ancelotti
Fue una noche t¨®rrida en todas partes menos en la grada. Disfrut¨® m¨¢s la afici¨®n del Betis arracimada en la esquina noreste del Bernab¨¦u, que la parcialidad local. Los pases de Verd¨² y el dinamismo de Cedrick, el peque?o segunda punta del Betis, descubrieron todos los problemas del Madrid en defensa. ¡°El problema fue, sobre todo, defensivo¡±, sostuvo Ancelotti. ¡°Claramente. En el primer tiempo no hemos tenido equilibrio. No hemos trabajado bien juntos. Eso nos ha dado muchos problemas porque las l¨ªneas se han abierto demasiado. Ah¨ª, el Betis nos ha hecho mucho da?o porque ellos estaban mejor f¨ªsicamente. A nosotros nos han afectado tantos viajes de selecci¨®n¡±.
Hasta que el joven Isco meti¨® el 2-1, las gradas de Chamart¨ªn contuvieron la respiraci¨®n. El 2-1 desencaden¨® una ola de c¨¢nticos de alivio. El nombre del h¨¦roe tuvo cuatro letras: ¡°?Iiiiiiscoooooooo¡!¡±
"Me decid¨ª por Diego para este partido"
Las cicatrices de la temporada pasada se abrieron en la primera jornada de la nueva campa?a. Bast¨® que el entrenador, Carlo Ancelotti, decidiera mandar al banquillo a Iker Casillas, el capit¨¢n, para poner en su lugar a Diego L¨®pez. La medida revivi¨® el recuerdo del enfrentamiento soterrado que libraron hace unos meses Casillas y el ¨²ltimo m¨¢nager, Jos¨¦ Mourinho. El p¨²blico del Bernab¨¦u se dispon¨ªa a asistir al comienzo de una nueva era, m¨¢s pac¨ªfica, cuando ayer antes del partido comenz¨® a circular la noticia. Diego L¨®pez sali¨® a calentar con los titulares ayudado por Mej¨ªas, el tercer meta, que hab¨ªa sido descartado de la convocatoria. Mej¨ªas vio el partido desde la grada. Casillas se fue al banquillo despu¨¦s de saltar al campo sin participar en el calentamiento.
¡°Yo tom¨¦ esta decisi¨®n para este partido¡±, dijo Ancelotti, sobre la alineaci¨®n del portero. ¡°Peque?os detalles me inclinaron por Diego. Vamos a ver qu¨¦ pasa en el siguiente partido. Habl¨¦ con Iker, ¨¦l es muy profesional, tiene ganas de jugar, y eso es normal y bueno¡±.
A sus 32 a?os, Casillas es el ¨²ltimo gran emblema de la cantera en la plantilla, una especie en extinci¨®n, a juzgar por el modo en que han funcionado los vasos comunicantes que unen las categor¨ªas inferiores con el primer equipo del Madrid. Desde que Mourinho resolvi¨® represaliarle en v¨ªsperas de las ¨²ltimas Navidades, insinuando que era una de las ¡°ovejas negras¡± que conspiraban contra su autoridad, el portero no dej¨® el ojo del hurac¨¢n. Una lesi¨®n en la mano izquierda le hizo perder la titularidad a favor de Diego L¨®pez. Cuando regres¨® se encontr¨® con un mundo nuevo. Fue objeto de cr¨ªticas de todo tipo, desde todos los ¨¢mbitos. Parte de la hinchada lo se?al¨® como traidor. Le insultaron a la llegada al hotel y a la salida del estadio. Cuando todo a su alrededor era ruido, comenzando por Mourinho, que emple¨® su ret¨®rica para lapidarle, su silencio no le ayud¨®. A ojos de muchos, la discreci¨®n le hizo culpable. Dicen en el vestuario del Madrid que el portero vivi¨® meses de zozobra. A sus compa?eros de selecci¨®n tambi¨¦n les llam¨® la atenci¨®n su aire apocado. En el campo, advirtieron, hab¨ªa perdido aplomo. Como haber permanecido tanto tiempo sometido a un juicio tan agresivo en su propia casa le hubiera restado autoconfianza. La llegada de Ancelotti en junio alumbr¨® una nueva ¨¦poca. Nada durante la pretemporada hizo pensar que el nuevo entrenador volviera a dejarle fuera del equipo titular. Muchos pensaron que el t¨¦cnico italiano adoptar¨ªa la medida m¨¢s c¨®moda de todas desde el punto de vista pol¨ªtico, y pondr¨ªa a Casillas. No fue as¨ª.
El tiempo dir¨¢ si la decisi¨®n de Ancelotti fue un ejercicio puramente ritual de reafirmaci¨®n de la autoridad del entrenador, sin m¨¢s consecuencias para el resto de la temporada. ?l insisti¨® en que Diego L¨®pez hab¨ªa sido elegido ¡°como portero para hoy¡±. Para medirse al Betis. La puerta abierta al regreso de Casillas sigue, aparentemente, muy abierta.
Fue una noche t¨®rrida en todas partes menos en la grada. Disfrut¨® m¨¢s la afici¨®n del Betis arracimada en la esquina noreste del Bernab¨¦u, que la parcialidad local. Los pases de Verd¨² y el dinamismo de Cedrick Mabwati, el peque?o segunda punta del Betis, descubrieron todos los problemas del Madrid en defensa. ¡°El problema fue sobre todo defensivo¡±, dijo Ancelotti. ¡°Claramente. En el primer tiempo no hemos tenido equilibrio. No hemos trabajado bien juntos. Eso nos ha dado muchos problemas porque las l¨ªneas se han abierto demasiado. Ah¨ª el Betis nos ha hecho mucho da?o porque ellos estaban mejor f¨ªsicamente. A nosotros nos han afectado tantos viajes de selecci¨®n¡±.
Khedira sufri¨® una lesi¨®n de rodilla y fue sustituido por Casemiro en el minuto 54. Se retir¨® por su propio pie. A falta de diez minutos para el final Ancelotti cambi¨® a Benzema por Morata. El p¨²blico, decepcionado, la pag¨® con el franc¨¦s, que se llev¨® una pitada. Hasta que Isco meti¨® el 2-1, las gradas contuvieron la respiraci¨®n. El 2-1 desencaden¨® una ola de c¨¢nticos de alivio. El nombre del h¨¦roe tuvo cuatro letras: ¡°?Iiiiiiscoooooooo¡!¡±.
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