En honor a Shackleton
Sebasti¨¢n ?lvaro lidera una expedici¨®n a la Ant¨¢rtida que emular¨¢ la haza?a del explorador brit¨¢nico hace 100 a?os en las Georgias del Sur
Aguas escarpadas, vientos de m¨¢s de 150 km/h y gigantescos cascotes de hielo. Un zigzageo insportable. Fr¨ªo y escenarios desolados, remotos, tan adversos como hermosos. La m¨¢s absoluta soledad. ¡°Es un mundo al margen del mundo¡±, especifica el aventurero Sebasti¨¢n ?lvaro, que 10 a?os despu¨¦s de saborear el embrujo de Georgias del Sur, un archipi¨¦lago perdido en el Atl¨¢ntico Sur, regresar¨¢ a la Ant¨¢rtida para homenajear la epopeya del explorador brit¨¢nico Ernest Shackleton. ¡°Un tipo que merece estar en lo m¨¢s alto¡±, advierte.
En 1914, pocos d¨ªas antes de que estallase la I Guerra Mundial, el anglo-irland¨¦s Shackleton zarp¨® junto a 26 hombres, a lomos del Endurance (en ingl¨¦s, resistencia), hacia un territorio inh¨®spito. Su objetivo, llevar a cabo la ¨²nica gran aventura que quedaba por cumplir despu¨¦s de su intento fallido por alcanzar el Polo Sur, junto a Scott, y de que el noruego Amundsen lograse la haza?a. Shackleton se propuso realizar la primera traves¨ªa de la Ant¨¢rtida. El desaf¨ªo, una locura integrada en la carrera del hombre por completar el conocimiento geogr¨¢fico del planeta, se tradujo meses despu¨¦s en una expedici¨®n infernal. La embarcaci¨®n cay¨® prisionera de las placas de hielo y qued¨® reducido a astillas. El anticipo, a priori, de una muerte segura. Durante casi dos a?os, la expedici¨®n se limit¨® a sobrevivir en unas condiciones climatol¨®gicas y humanas deleznables hasta que un d¨ªa Shackleton se embarc¨® en una chalupa, plant¨® cara al mar durante 1.000 kil¨®metros y toc¨® tierra. Tras caminar durante 36 horas y localizar un puerto de balleneros, regres¨® a por sus compa?eros y los rescat¨®. Todos regresaron con vida a Londres.
Su mensaje es perfecto para la sociedad. Es un tipo optimista. Hoy d¨ªa lo necesitamos m¨¢s que nunca por la crisis¡±
Ahora, casi 100 a?os despu¨¦s, Sebasti¨¢n ?lvaro y su equipo quieren rendir tributo al hist¨®rico explorador. ¡°Es una aventura especial, con una profunda mirada interior. En la Ant¨¢rtida se puede ver desnuda el alma del hombre. Hubo una ¨¦poca en la que quisimos ser los mejores. Ahora que nos hemos hecho mayores y no podemos, lo que queremos es ser mejores¡±, explica en las entra?as de la librer¨ªa Desnivel, ubicada en el centro de Madrid, antes de presentar su en¨¦simo reto. ¡°Volver no me resulta f¨¢cil porque s¨¦ lo que me espera. Yo ya estuve en 2003. Voy preparado para lo m¨¢s adverso. No se me ocurrir¨ªa ir victorioso all¨ª, vamos con humildad. Representa uno de esos lugares del fin del mundo, donde reside la grandeza de la Tierra. Es inaccesible. Solo se puede llegar all¨ª por barco, despu¨¦s de una traves¨ªa marina de una semana. El clima es detestable. En 2003, a algunos de nuestros hombres les cayeron dos metros de nieve por encima de la tienda¡±.
?lvaro viajar¨¢ junto a ilustres del alpinismo espa?ol como Juanjo San Sebasti¨¢n o Ram¨®n Portilla, y figuras de la monta?a como David P¨¦rez, Mariano Izquierdo, Luis Heras y Jos¨¦ Manuel Fern¨¢ndez. Les acompa?ar¨¢ Remedios Mor¨¢n, en condici¨®n de m¨¦dico. La odisea, que arranc¨® anoche con un vuelo desde Madrid a Santiago de Chile, durar¨¢ alrededor de 40 d¨ªas. ¡°No es una elecci¨®n, es una oportunidad¡±, coinciden todos ellos. En el equipaje, trineos, raquetas y abundante ropa de abrigo. Tampoco faltar¨¢n los libros. Sur, de Shackleton, por supuesto. ¡°En casa les he dicho que me iba a por tabaco¡±, dice entre carcajadas San Sebasti¨¢n, protagonista en 1994 de una batalla entre la vida y la muerte, narrada por ¨¦l mismo en Cita con la cumbre, en el K2. ¡°La ¨²nica vez que me dejaron un tim¨®n, en Laredo, el barco encall¨®¡±, contin¨²a Portilla.
El grupo reproducir¨¢ la traves¨ªa de Shackleton, que falleci¨® seis a?os despu¨¦s de su hito, en ese mismo escenario. Las Georgias. ¡°Seguiremos exactamente su trazado y le recordaremos en cada punto¡±, apostilla ?lvaro; ¡°aunque tambi¨¦n intentaremos explorar cumbres v¨ªrgenes y rutas nuevas¡±. Desde all¨ª, desde el fin del mundo, enviar¨¢n im¨¢genes en directo y v¨ªdeos. Todo con el fin de ensalzar la figura de un personaje legendario. ¡°Queremos honrar a Shackleton. Su haza?a es la haza?a de la gente que sabe que tiene que seguir luchando. Es un buen mensaje para la sociedad. Se equivoc¨®, pero supo revertir esa situaci¨®n. Fue un perdedor, pero un perdedor solo en apariencia. Los valores que encarna son los m¨¢s rescatables para la sociedad. Es un tipo resistente y optimista. Lo necesitamos hoy m¨¢s que nunca en estos tiempos de crisis. Era m¨¢s d¨¦bil que el resto, pero supo utilizar la cabeza¡±.
La expedici¨®n de Shackleton fue, desde un enfoque resultadista, un desastre. Fue recibido de u?as en el Reino Unido. Sin embargo, su m¨¦todo no solo perdura, sino que se magnifica y hoy d¨ªa es la piedra angular de muchos coloquios sobre liderazgo. Un hombre que, ante el yugo de la muerte, era capaz de organizar obras teatrales y partidillos de f¨²tbol sobre el hielo y la miseria. ¡°Los grandes equipos los hacen las grandes personas. ?l lo era. Es el referente. Ten¨ªa una idea del liderazgo absolutamente moderna. Iba por delante de sus compa?eros, nunca por detr¨¢s, y no les exigi¨® nada que ¨¦l no pudiera hacer. El bien de su gente era lo primordial¡±, enfatiza ?lvaro; ¡°destaca sobre la media de los pioneros polares¡±.
Ahora le toca a ¨¦l. ¡°Tenemos m¨¢s herramientas t¨¦cnicas, pero ellos ten¨ªan m¨¢s conocimiento, m¨¢s metodolog¨ªa y eran m¨¢s valientes. Eran gente mucho m¨¢s grande. Solo podemos respetarle e intentar seguir su ejemplo¡±, concluye. Y seguro que Shackleton se lo agradece.
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