El Atl¨¦tico se confirma en La Catedral
El l¨ªder remonta el gol inicial de Muniain y tumba al Athletic en una demostraci¨®n de solidez Los tantos de Diego Costa y de Koke mantienen a los colchoneros en lo m¨¢s alto de la Liga
Al Atl¨¦tico le entraron las prisas nada m¨¢s despertarse, como cuando no has o¨ªdo el despertador y el segundo timbrazo te rompe los o¨ªdos y te sobresalta, y te tropiezas con la puerta del v¨¢ter. Muniain le hab¨ªa arrancado las lega?as con las u?as afiladas, tan finas que rasg¨® las cortinas de Courtois como se ara?a la seda, con delicadeza, con un dedo, despu¨¦s de haberle sacado los colores a Juanfran, remol¨®n en la banda derecha, tan somnoliento que no se dio cuenta del magn¨ªfico pase de ¨¢rea a ¨¢rea de San Jos¨¦. Su despertador son¨® tarde y cuando salt¨® de la cama, Muniain ya se hab¨ªa desayunado a Courtois. Hizo el gesto perfecto y su dolor de espalda se lo traspas¨® a Juanfran y al sorprendido meta belga, que no esperaba las tostadas tan pronto. Y Muniain se las comi¨®, con la ligereza de la mantequilla y el sabor de la mermelada.
ATHLETIC, 1 - ATL?TICO, 2
Athletic: Iraizoz; Iraola, San Jos¨¦, Laporte, Balenziaga; Iturraspe; Susaeta (Guillermo, m. 71), Mikel Rico, (Be?at, m. 82) De Marcos (Toquero, m. 77), Muniain; y Aduriz. No utilizados: Herrer¨ªn, Erik Mor¨¢n, Etxeita y Saborit.
Atl¨¦tico: Courtois; Juanfran, Miranda, God¨ªn, Filipe; Sosa (Arda, m. 56), Su¨¢rez, Gabi, Koke; Ra¨²l Garc¨ªa (Cebolla Rodr¨ªguez, m. 82); y Diego Costa (Villa, m. 90). No utilizados: Aranzubia, Tiago, Anderweireld y Diego.
Goles: 1-0. M. 5. Muniain eleva por encima de Courtois. 1-1. M- 21. Error de Iturraspe en el pase y Diego Costa bate a Iraizoz. 1-2. M. 55. Koke, de cabeza.
?rbitro: Teixeira Vitienes II. Amonest¨® a Gabi, God¨ªn, Iturraspe y Laporte.
Nuevo San Mam¨¦s: 35.000 espectadores.
Ya despierto, son¨® la campana y el ej¨¦rcito de Simeone se puso el uniforme y comenz¨® la maniobra. Sab¨ªa el Athletic que la pugna entre San Jos¨¦ y Diego Costa era m¨¢s desigual que una carrera entre un f¨®rmula 1 y un tractor, que cada carrera era un viaje al infinito, un agujero negro en la defensa del Athletic, que tarde o temprano deb¨ªa devorar a los astronautas rojiblancos. A¨²n as¨ª, Valverde prefiri¨® mantener su defensa adelantada, sometiendo a Laporte y a San Jos¨¦ a una resistencia imposible. Diego Costa sali¨® de la ducha fr¨ªa del gol de Muniain con el primer mano a mano con Iraizoz que el portero salv¨® con reflejos. Era una tarjeta de visita, emborronada, algo sucia, pero tarjeta a fin de cuentas. En el primer duelo, la primera bala la dispar¨® Diego Costa. Era el anuncio de una metralleta, aunque el primer disparo fuera fallido. El Atl¨¦tico no dio un paso adelante, simplemente rode¨® el bal¨®n, se junt¨®, lo amaestr¨® siempre mirando hacia adelante, a sabiendas de que ese tesoro con media pradera vac¨ªa ante los ojos de Diego Costa, ten¨ªa el trabajo medio hecho. Era una sensaci¨®n extra?a: dominaba el partido, el bal¨®n, el tiempo... y jugaba al contragolpe. Y en una de esas, una m¨¢s, lleg¨® el anunciado gol de Diego Costa. Cierto que promedi¨® un error en el pase atr¨¢s de Iturraspe, pero pod¨ªa haber sido en cualquier otra acci¨®n. San Mam¨¦s enmudec¨ªa cada vez que el brasile?o pisaba el acelerador.
La constancia y la solidaridad del Atl¨¦tico en todas sus l¨ªneas ten¨ªa a su favor la multitud de errores en el pase de los jugadores del Athletic, con el agravante de que cada p¨¦rdida supon¨ªa una respuesta peligrosa por parte de los de Simeone. Tanto fue as¨ª que la tendencia deriv¨® en sacarse la responsabilidad de los pies con centros previsibles de los que levantan al p¨²blico y aquietan a los centrales.
El Athletic, que hab¨ªa nacido con m¨²sculos poderosos, se volvi¨® una miniatura
Es dif¨ªcil que dos equipos jueguen a la contra y, sin embargo, en esta extra?a guerra, los ej¨¦rcitos iban a la emboscada. Una escaramuza rojiblanca la malgast¨® De Marcos con la inocencia de un recluta y despu¨¦s, en el breve espacio de unos minutos, Ra¨²l Garc¨ªa malgast¨® otro mano a mano; y a rengl¨®n seguido otro bal¨®n cruzado lo toc¨® Aduriz para Susaeta, que ven¨ªa con el acelerador suelto cabecease por encima de Courtois, pero fuera.
Era una pol¨¦mica entre el ¨¢lgebra y la intuici¨®n. El medio campo del Atl¨¦tico sab¨ªa cu¨¢l era su ecuaci¨®n: robar, mover r¨¢pido y buscar las correr¨ªas de Diego Costa. La ecuaci¨®n solo ten¨ªa una inc¨®gnita: si la puntera afilada del brasile?o encontraba la red o solo la miraba. El Athletic, que hab¨ªa nacido con los m¨²sculos poderosos y alargados, iba poco a poco convirti¨¦ndose en una miniatura, rabiosa, pero miniatura, como si el peligro que asum¨ªa en defensa le fuera minando la moral. Diego Costa volvi¨® a fallar una ocasi¨®n y luego Laporte le hizo un penalti que Teixeira Vitienes no quiso ver. El partido le ven¨ªa tan grande que a menudo se tap¨® los ojos, como cuando se puso la venda para no ver un empuj¨®n de Arda a Toquero en el ¨¢rea.
El partido le ven¨ªa tan grande a Teixeira Vitienes que a menudo se tap¨® los ojos
Entre medio, el Atl¨¦tico hab¨ªa hecho su trabajo. Uno de sus m¨²ltiples despliegues partiendo del centro del campo encontr¨® los cables perfectos para llegar al ¨¢rea peque?a: toque al centro, para que la alargue a la banda Koke, la recoja Filipe Luis, desprotegido, y al remate de cabeza Koke en el primer palo. La ecuaci¨®n estaba resuelta y el liderato tambi¨¦n, aunque el gato rojiblanco tiene muchas vidas, las que le da un coraz¨®n enorme especialmente en las adversidades. El ¨²ltimo tramo del partido le devolvi¨® al Atl¨¦tico a la pesadilla del inicio, porque De Marcos, otra vez recluta, mand¨® a las nubes de la Catedral un pase con lazo de regalo incluido de Aduriz. O porque el propio Aduriz caz¨® en el aire un centro desde la derecha que exigi¨® lo mejor de Courtois.
La desesperaci¨®n rojiblanca se convirti¨® en agobio para los amarillos de Simeone, quiz¨¢s cansados, quiz¨¢s precavidos, quiz¨¢s asustados, quiz¨¢s superados por el empuje m¨¢s que por el f¨²tbol del Athletic. Lo cierto es que el miedo se le meti¨® en el cuerpo y le sali¨® el esp¨ªritu conservador ante los retos que le esperan.
El de ayer no era menor, menos despertando a destiempo. Al Athletic le pudo el espejismo del gol de Muniain. Lo que ten¨ªa que tranquilizarle, que juntarle en el campo, tuvo el efecto contrario, le alborot¨® y le procur¨® un estado de ansiedad, lo que ante un equipo que ha hecho de la solidez su particular concepci¨®n de la belleza, es una invitaci¨®n al suicidio. Es lo que tienen los espejismos: que no solo enga?an, tambi¨¦n deslumbran. Y el Athletic se qued¨® ciego cuando el Atl¨¦tico abri¨® los ojos para mantener en lo m¨¢s alto el pulso de la Liga.
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