El fantasma de Webber
Ricciardo, que ya fue descalificado en Australia, no termina en Sepang y se le acumulan las calamidades que en su d¨ªa estigmatizaron a su antecesor Le sancionan con diez puestos en la parrilla de Bahr¨¦in por un error de un mec¨¢nico
Mark Webber fue compa?ero de Sebastian Vettel en Red Bull desde 2009 y hasta la temporada pasada, cuando decidi¨® que ya hab¨ªa sufrido demasiadas calamidades al lado del genio alem¨¢n y se fue a correr con Porsche a Le Mans. Como ¨¦l, Daniel Ricciardo, el heredero de su b¨²falo rojo, tambi¨¦n es australiano. Y como ¨¦l, tambi¨¦n parece ser v¨ªctima de un mal de ojo porque desde el arranque del campeonato no ha parado de acumular desgracias. En Australia, delante de su hinchada, Ricciardo provoc¨® que las gradas enloquecieran al conseguir llevar su RB10 a la meta en segunda posici¨®n mientras que su vecino de taller se ve¨ªa obligado a retirarse. La alegr¨ªa le dur¨® solo unas horas, el tiempo que tardaron los comisarios en descalificarse por considerar que su unidad de potencia hab¨ªa consumido m¨¢s gasolina de la permitida, un asunto que tras la apelaci¨®n de Red Bull a¨²n est¨¢ pendiente de resolverse.
Superado el baj¨®n de Melbourne, el piloto de Perth lleg¨® a Kuala Lumpur con ganas de demostrarle al mundo que es capaz de pelear por cosas importantes, y abandon¨® la ciudad a¨²n m¨¢s tocado que la vez anterior. Es dif¨ªcil conseguir una foto en la que Ricciardo no est¨¦ sonriendo, pero la ristra de fatalidades que le sobrevinieron durante la carrera no le hicieron ninguna gracia. Si hay algo que le diferencia de su antecesor en el equipo energ¨¦tico son sus excelentes salidas, aunque el resultado final sea m¨¢s o menos el mismo que se llevaba a la boca su compatriota. En Sepang arranc¨® como un tiro y se zamp¨® a Alonso y a Vettel para colocarse el tercero, aunque unas vueltas despu¨¦s sucumbiera al asedio de ¡®Baby Schumi¡¯.
Si hay algo que le diferencia de su antecesor en el equipo energ¨¦tico son sus excelentes salidas
Colocado c¨®modamente en la cuarta plaza, las vueltas fueron cayendo hasta la tercera parada (vuelta 41), el instante en que todo comenz¨® a torcerse. El mec¨¢nico encargado de atornillar la rueda derecha no tuvo su d¨ªa y la dej¨® medio suelta, de modo que unos cien metros despu¨¦s de haber reemprendido la marcha Ricciardo tuvo que frenar en seco. All¨ª, en medio del camino, esper¨® a que sus chicos llegaran, le devolvieran al garaje, le apretaran el neum¨¢tico y volvieran a arrancarle el coche, antes de reincorporarse a la pista el 14? y cabreado como una mona. Pero all¨ª no termina todo. Rodando encendido, el corredor ¡®aussie¡¯ se carg¨® el aler¨®n delantero de su b¨®lido por alguna raz¨®n que al cierre de esta edici¨®n los ingenieros a¨²n investigaban, circunstancia que a su vez caus¨® un pinchazo que le oblig¨® a realizar una parada extra para sustituir el morro y la goma afectada. Finalmente, se dio por vencido y abandon¨® a siete giros del final.
Un d¨ªa para quedarse en casa que ni siquiera termin¨® al bajarse del coche: los comisarios le impusieron a ¨¦l una penalizaci¨®n de diez puestos en la parrilla de la pr¨®xima prueba (el domingo que viene en Bahr¨¦in) por provocar el galimat¨ªas de la tuerca, y a Red Bull una reprimenda porque uno de sus integrantes le asisti¨® sin el casco reglamentario. ¡°Yo no soy como Webber¡±, declaraba hace un a?o Ricciardo en una entrevista a este peri¨®dico poco despu¨¦s de anunciarse su salto a Red Bull. No obstante, seg¨²n estos dos primeros grandes premios nadie lo dir¨ªa.
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