Adi¨®s Bar?a, hola Madrid
Tres derrotas en una semana ante rivales diferentes... Se?al inequ¨ªvoca de la imparable decadencia azulgrana
La Copa encumbr¨® al Madrid y descabalg¨® al Bar?a. La final fue consecuente con el momento futbol¨ªstico de ambos equipos, respetuosa con el estado de forma de sus figuras y tambi¨¦n generosa por una vez con Florentino. Bale marc¨® el gol del triunfo despu¨¦s de un inicio excelente de Isco mientras Neymar se encog¨ªa ante Casillas y no hab¨ªa noticias de Messi. La ca¨ªda del 10 ha provocado el desplome del Bar?a, eliminado de la Champions, derrotado en la Liga y perdedor de la Copa. Hasta tres derrotas consecutivas han acumulado los azulgrana en una semana frente a distintos rivales, siempre a rebufo en los distintos campos, nunca protagonistas, se?al inequ¨ªvoca de una imparable decadencia firmada anoche en Mestalla.
Ha ido encogiendo y cediendo el Bar?a hasta desvencijarse y paralelamente se ha estirado el Madrid, ya campe¨®n de Espa?a, a la espera de disputar la Champions y la Liga. Los madridistas son hoy un equipo m¨¢s ambicioso y en¨¦rgico que los barcelonistas, que han reventado con un plantel diezmado, no corregido, contemporizador y buen perdedor, tambi¨¦n en Mestalla. No les queda mayor consuelo a los azulgrana que el haberse batido con el punto de ¨¦pica suficiente para ser reconocidos como un buen rival, desprovisto ya de grandeza, v¨ªctima de su f¨²tbol envolvente, necesitado de una renovaci¨®n y de un portero, su punto d¨¦bil, sobre todo en partidos que se resuelven por detalles y cuando en el arco rival act¨²a Casillas.
Aunque el resultado fue diferente a los dos partidos de Liga, el cl¨¢sico tuvo tambi¨¦n varios pasajes en la Copa. Ha habido, sin embargo, una constante desde que se cayeron los centrales titulares y el portero del Barcelona. Aun sin Cristiano Ronaldo, cada llegada de los delanteros del Madrid se anunciaba como una ocasi¨®n en el marco de Pinto. Ni siquiera necesitaban rematar a porter¨ªa sino que les alcanzaba con pasar de la divisoria y enfocar la cancha del Bar?a. El campo se abr¨ªa para el Madrid y la hinchada azulgrana cerraba los ojos, espantada por la afrenta blanca y desconfiada con la l¨ªnea de contenci¨®n propia, lenta en el repliegue, desordenada posicionalmente, rematada por un portero fr¨¢gil, blando de pies y manos, como Pinto.
Abatido el meta, el Madrid interrumpi¨® su arrebato, convencido de que si precisaba un segundo gol lo marcar¨ªa cuando le diera la gana. As¨ª que durante un rato se entreg¨® a un ejercicio defensivo estupendo en comparaci¨®n con el del Bar?a. Ten¨ªa Ancelotti el encuentro en el punto que quer¨ªa desde que cant¨® la alineaci¨®n. Apost¨® por Isco y el Madrid vivi¨® del momento Isco. El partido estuvo monopolizado en su arranque por el exquisito jugador madridista, fogoso en defensa, desequilibrante en ataque, como se advirti¨® en el 1-0: le reban¨® el cuero a Alves, habilit¨® la contra a partir de Bale y Benzema y marc¨® Di Maria. El gol expres¨® la mejor virtud del Madrid y tambi¨¦n el mayor de los defectos del Bar?a.
La final y el momento de ambos equipos fueron retratados en los dos goles blancos
El v¨¦rtigo blanco contrastaba con la pausa azulgrana. Excesivamente parsimonioso, el Barcelona no encontraba a Messi y el Madrid se disparaba con Isco, Benzema y Bale. El cuarto de hora inicial de los muchachos de Ancelotti result¨® incontenible para la defensa del Barcelona de la misma manera que la media hora de partido monopolizada por el Bar?a nunca desestabiliz¨® al Madrid. A pesar de que solo mediaba un gol de diferencia, el partido parec¨ªa resuelto a favor del Madrid desde el tanto de Di Mar¨ªa. La previsibilidad azulgrana era tan escandalosa, en la cancha y tambi¨¦n en los cambios, que confundi¨® al Madrid.
Arrimado y confiado el equipo de Ancelotti al campo del Bar?a, lleg¨® el momento Bartra. A falta de finura y velocidad de circulaci¨®n, redundante en poner centros y falto de tiro y ocasiones, el Barcelona encontr¨® remedio a bal¨®n parado, a la salida de un c¨®rner botado por Xavi y rematado por el central, imponente en el salto ante Pepe. As¨ª funciona la l¨®gica del f¨²tbol: se?alado como defensa, el valiente Bartra funcion¨® como delantero. Espantado, el Madrid pas¨® un mal rato, hasta que apareci¨® Bale, protagonista de la jugada cantada desde el inicio, el contragolpe propiciado por un error del Bar?a igualmente denunciado: fall¨® Alves, no respondi¨® Messi y el despliegue monumental de Bale fundi¨® a Bartra y retrat¨® a Pinto.
El partido, la final y el momento de ambos equipos, retratado perfectamente en los goles, siempre un punto por encima el Madrid.
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