La noche en que llor¨® La Roja
Los jugadores expresaron su tristeza e impotencia tras el varapalo de Maracan¨¢ ante Chile. Algunos ten¨ªan la sensaci¨®n de una inminente despedida de la selecci¨®n
La derrota tiene algo de liturgia mortuoria y el f¨²tbol, a fin de cuentas, ya lo dijo Jorge Valdano, no es sino la vida en s¨ª misma. Tiene sentido pues el pasado mi¨¦rcoles la selecci¨®n espa?ola abandon¨® Maracan¨¢ como si saliera de un tanatorio. En un Mundial, lo que se conoce como zona mixta, un camino entre vallas que lleva a los equipos del vestuario al autocar, viene a sustituir a los velatorios si te ha tocado morder el polvo. Por all¨ª desfilan felices los ganadores y se arrastran con su pena los perdedores. Eso ocurri¨® tras la derrota de Espa?a ante Chile (0-2). Bravo, capit¨¢n de La Roja sudamericana, trataba de frenar la euforia de los periodistas chilenos y, a pocos metros, con los ojos encendidos, seguramente por las l¨¢grimas derramadas, Iker Casillas trataba de verbalizar el dolor tras la eliminaci¨®n.
Desfilaron los espa?oles separados, como un pelot¨®n roto camino de una cima en el Tour. Salvo Busquets, que camin¨® al lado de Jordi Alba, serios los dos, sin perder un segundo ni en atender las voces de consuelo que les lanzaron algunos periodistas. El resto busc¨® el autob¨²s sin m¨¢s compa?¨ªa que la de su propio dolor, que unos evidenciaron de una manera y otros, de otra.
Desfilaron los espa?oles como un pelot¨®n roto camino de una cima del Tour
Xavi sali¨® a refugiarse en el autocar con la mirada fija en sus pasos, el primero y casi a la carrera, media hora antes que Ramos, la cabeza alta, desafiante incluso con la herida abierta. F¨¤bregas se par¨® en el camino para regalarle los pantalones del uniforme a un colega; e Iniesta, que llor¨® lo suyo en el camerino, casi vuelve a romperse al abrazarse a un amigo al final del serpenteante camino que para algunos se hizo eterno. Como para Piqu¨¦, que, con la cabeza rapada y la mirada perdida, tard¨® m¨¢s que nadie en recorrer los escasos 100 metros del camerino al aparcamiento de Maracan¨¢, la noche que llor¨® La Roja.
Para algunos, ese pasillo fue el pen¨²ltimo en un Mundial a expensas del que les aguarda tras el partido contra Australia. Por ejemplo, para Xavi, que dejar¨¢ la selecci¨®n y el Barcelona, a buen seguro, este verano. Su destino parece estar firmado con un club qatar¨ª, pero ¨¦l no dir¨¢ ni mu hasta que no hable con el Barcelona. El de Terrassa, a la impotencia de la derrota sum¨® en Maracan¨¢ la de no jugar. Nadie como ¨¦l simboliza el fin generacional de un equipo que tiene carrete en las figuras de Iniesta, Ramos, Busquets y Piqu¨¦, adem¨¢s de complementos como Cazorla, Silva, Mata o Pedro, pero que despide a Villa con los honores de ser el mejor goleador de la historia, y a buen seguro ver¨¢ marchar no muy tarde a Casillas, Torres y Xabi Alonso.
Casillas e Iniesta hicieron patente su pena m¨¢s que ning¨²n otro futbolista
Otro que se ir¨¢ ser¨¢ Reina, alma natural por conducta de lo que Luis Aragon¨¦s bautiz¨® un d¨ªa como el grupo. El madrile?o, criado en Catalu?a y de alma cordobesa, simboliza como ning¨²n otro el esp¨ªritu de La Roja, de un equipo que ha unido un pa¨ªs como no ha sido capaz de hacerlo nadie. Sin jugar, lider¨®, amas¨® y junt¨® siempre al vestuario. Reina le ha dado tanto a esta selecci¨®n que Espa?a le debe una. Del Bosque valora la posibilidad de darle la titularidad ante Australia para que se estrene en un Mundial, despu¨¦s de haber vivido los de Alemania y Sud¨¢frica sin jugar un solo minuto.
Los jugadores llegaron al hotel, el mismo donde se hospedaron antes de enfrentarse a Tahit¨ª en la Confederaciones, situado al final de la playa de Leblon, bajo la favela de Vidigal, y se sentaron a la mesa para cenar. Todos menos Costa y Azpilicueta, que pasaron control antidopaje y llegaron m¨¢s tarde. Comi¨® el que pudo y habl¨® quien tuvo fuerzas, pero no fue la t¨ªpica cena tras un partido, ni siquiera tras una derrota. Dicen que Iniesta y Casillas hicieron patente su pena y fueron de los m¨¢s arropados por sus compa?eros. Luego, unos departieron con visitas y familiares y otros se juntaron para terminar de ver el Camer¨²n-Croacia. Ninguno parec¨ªa tener sue?o, seguramente porque los sue?os se les rompieron en Maracan¨¢ por la tarde. La suya fue la noche m¨¢s triste de una generaci¨®n irrepetible, de un equipo de leyenda que cay¨® con estruendo, desde la cima, donde solo llegan los m¨¢s grandes.
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