A la uruguaya
Los de Tab¨¢rez demuestran que se trata de una selecci¨®n con una tradici¨®n que hunde sus ra¨ªces en el tiempo, y el f¨²tbol de este pa¨ªs se lleva bien con la palabra historia
Para que Uruguay sea Uruguay no necesita una final en el Maracan¨¢ sino un partido en la primera ronda en donde la vida y la muerte se den la mano. Si es contra Inglaterra, mejor, porque se trata de una selecci¨®n con una tradici¨®n que hunde sus ra¨ªces en el tiempo, y el f¨²tbol uruguayo se lleva bien con la palabra historia.
La selecci¨®n perdi¨® contra Costa Rica ¡°por no jugar a la uruguaya¡± y le gan¨® a Inglaterra (Cavani dixit) ¡°porque jugamos como Uruguay¡±. No piensen en un estilo definido. As¨ª como del cerdo se aprovecha todo, Uruguay juega sin despreciar ninguna de las posibilidades que ofrece el juego. Si van ganando sabr¨¢n defenderse; si van perdiendo atacar¨¢n con desesperaci¨®n; si el partido se pone brusco trabar¨¢n con los dientes; si hay que perder tiempo lo har¨¢n con inteligencia; si juegan contra 200.000 personas las desafiar¨¢n a todas... Juegan a ganar, pero nunca se volvieron locos con el c¨®mo. Deben pensar que para debatir sobre el estilo hay que vivir en un pa¨ªs de m¨¢s de 40 millones. En un paisito de menos de cuatro millones, el f¨²tbol es antes un problema de supervivencia y hasta de honor, que una cuesti¨®n est¨¦tica.
Maravilla ver que el primer pa¨ªs que conoci¨® la gloria futbol¨ªstica mundial sea el ¨²ltimo en perder la humildad
Maravilla ver que el primer pa¨ªs que conoci¨® la gloria futbol¨ªstica mundial sea el ¨²ltimo en perder la humildad. Da igual el nombre del jugador, todos reman con la misma fuerza y en la misma direcci¨®n. En eso consiste jugar a la uruguaya. Pero si queremos hablar de sacrificio, tomemos como ejemplo a Luis Su¨¢rez, operado d¨ªas antes del Mundial y llamado a servicio frente a Inglaterra. En el minuto 85, cuando los calambres ya lo estaban amenazando, fue detr¨¢s de una pelota con la desesperaci¨®n de un ahogado y sac¨® un tiro con la potencia de un ca?¨®n para gritar el gol con la emoci¨®n de un uruguayo. Pero Su¨¢rez nos hizo reflexionar sobre el talento. Jugaba frente a compa?eros con los que ha convivido y contra rivales que lo han sufrido durante la ¨²ltima temporada. De modo que lo conoc¨ªan de sobra y le tem¨ªan como a una maldici¨®n. Sin embargo, no encontraron ant¨ªdotos para contrarrestar su extraordinaria capacidad para buscar espacios en el ¨¢rea y rincones a la porter¨ªa. Un cabezazo ajustado y hasta burl¨®n buscando el contrapi¨¦ del portero en el primero; un fusilamiento en el segundo. Y detr¨¢s, el equipo con su esp¨ªritu solidario, con su sentido pr¨¢ctico y con una entrega innegociable que convierte a una figura mundial como Cavani en delantero de toda la cancha.
Miles de uruguayos festejaron el triunfo como si fueran jugadores y todos los jugadores festejaron como si fueran hinchas. Una comuni¨®n impresionante de un pa¨ªs que le debe al f¨²tbol un buen porcentaje de su orgullo identitario, feliz ahora de estar viviendo un cap¨ªtulo m¨¢s de una historia incomparable: porque era Inglaterra, porque Su¨¢rez hizo un prodigio, porque la selecci¨®n sigue con vida¡ Porque Uruguay jug¨® como Uruguay. Y porque los que no somos uruguayos les miramos con una admiraci¨®n que dura casi un siglo.
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