Miles de personas despiden a Di St¨¦fano
Multitud de personalidades del mundo del deporte y la cultura acuden a la capilla ardiente instalada desde primera hora de esta ma?ana en el Palco de Honor el Santiago Bernab¨¦u
De las ventanas de un edificio vecino del Santiago Bernab¨¦u colgaban esta ma?ana tres banderas del Real Madrid, como l¨¢grimas derramadas por los marcos. ¡°No volveremos a ver a alguien como ¨¦l¡±, dec¨ªa Juan Carlos, que contaba que a los siete a?os vio el primer partido de Di St¨¦fano con el Madrid. Ayer, La Saeta Rubia falleci¨® a los 88 a?os despu¨¦s de sufrir un infarto el s¨¢bado.¡°Ni dentro del campo ni fuera de ¨¦l. Era una personalidad irrepetible¡±, a?ade. Embozado en su bufanda morada, Juan Carlos confesaba que al llegar en metro esta ma?ana al estadio de Chamart¨ªn, cuando la voz mec¨¢nica anunci¨® el nombre del estadio, se santigu¨®.
A las 9:30, una hora antes de que se abriera al p¨²blico la capilla ardiente de Di St¨¦fano (Barracas, Buenos Aires, 1926), ya hab¨ªa m¨¢s de 200 personas en la puerta de la calle Padre Dami¨¢n, la de la zona noble del Bernab¨¦u, vestida hoy con enormes im¨¢genes en blanco y negro de Alfredo en sus mejores momentos: posando con las cinco Copas de Europa que conquist¨®, con un Bal¨®n de Oro, marcando un gol con su intransferible elegancia... La capilla, ¨²ltimo homenaje al primer mito del f¨²tbol, permanecer¨¢ abierta hoy hasta las 22.30, y el mi¨¦rcoles desde las 9.30 hasta las 15.00 horas. Por ella han desfilado ya miles de personas.
Entre los asistentes, el presidente Florentino P¨¦rez; los capitanes Iker Casillas y Sergio Ramos; representantes del mundo del deporte como el presidente del COE, Alejandro Blanco, o el ex jugador de baloncesto Fernando Romay; y pol¨ªticos como la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, y el ministro de Educaci¨®n, Cultura y Deporte, Jos¨¦ Ignacio Wert, entre muchos otros.
¡°Va a ser un acontecimiento extra?o, celebrar alg¨²n t¨ªtulo sin que est¨¦ ¨¦l¡±, lamentaba Borja, que hab¨ªa llevado a su hijo Carlos, de siete a?os de edad. ¡°?l ya conoce bien el estadio, pero es justo que lo vea en un d¨ªa como hoy¡±, contaba acariciando la camiseta blanca del peque?o, con las l¨ªneas rosas de la nueva equipaci¨®n.
Di St¨¦fano, que visti¨® por primera vez la camiseta del Madrid un 23 de septiembre de 1953, recib¨ªa as¨ª ¨²ltimo homenaje en el Palco de Honor del coliseo madridista, y aunque hab¨ªa tristeza en el ¨¢nimo general, tambi¨¦n lo envolv¨ªa todo un sentimiento de gratitud y complicidad. La complicidad que todo aficionado sent¨ªa con una figura como la suya. ¡°Daba la sensaci¨®n de que le conoc¨ªas. Era cercano, directo. Es una forma de ser que ahora se ha perdido en el mundo del f¨²tbol. Ahora los jugadores viven m¨¢s en su mundo¡±, contaba Celso, sexagenario, tras un profundo suspiro.
¡°El Real Madrid y todo el madridismo repartido por todo el mundo viven una enorme tristeza y un enorme pesar. Nos ha dejado el jugador m¨¢s grande de la historia del club¡±, dijo ayer Florentino P¨¦rez, que no pudo reprimir las l¨¢grimas al recordar a La Saeta. El presidente del club blanco aparec¨ªa hoy a las 11.15 junto a Iker Casillas, y una salva de aplausos de la gente inundaba la sala, mientras una procesi¨®n de crespones que iban siendo depositados en todos los rincones del hall esparc¨ªa olor a magnolias. Minutos despu¨¦s llegaba el ministro Jos¨¦ Ignacio Wert, dando paso a la larga lista de personalidades del mundo del deporte y la cultura que pasar¨¢n a lo largo del d¨ªa.?
¡°Aqu¨ª hace 61 a?os comenz¨® a cambiar la historia del Madrid, con Di St¨¦fano¡±, aseguraba Carmen, de 53 a?os. ¡°Mi padre no ten¨ªa otro tema de conversaci¨®n. Alfredo por aqu¨ª, Alfredo por all¨ª¡ He venido para despedir al maestro, ya que ¨¦l ya no puede¡±. A la puerta del Bernab¨¦u, bajo el inclemente sol de mediod¨ªa, cuando la cola ya daba casi la vuelta al estadio, un aficionado se arrancaba y entonaba un quejoso tango mientras se hac¨ªa un silencio general. ¡°El madridismo te llora / Porque te vas al cielo / T¨² siempre ser¨¢s Alfredo / Y yo bendigo la hora / En que el nueve te pusieron¡±. Y despu¨¦s, todo fueron aplausos.
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