?Hola, me llamo Chris Froome!
El brit¨¢nico resucita con un ataque en La Camperona, donde gana el canadiense Hesjedal
La belleza es siempre indescriptible. Como los estados de ¨¢nimo. Como los estados de forma. Nubosidad variable en unos casos, cielos despejados en otros. En el ciclismo, la belleza la pone el sudor, la dificultad, el extremismo que convierte a los actores principales en secundarios y viceversa. Porque llegados a La Camperona, un puerto que es el orgullo de Sabero, donde se sabe del sudor por los tiempos de las minas, ahora hechas museo, antes hechas dolor. Un puerto in¨¦dito ten¨ªa que tener un final indescriptible. Parec¨ªa que iba a ganar Oliver Zaugg, el ayudante de Contador, y resulta que acab¨® ganando Ryder Hesjedal, como cuando en el juego del escondite viene el listillo y toca la pared cuando t¨² le hac¨ªas llorando en casa su derrota. Y parec¨ªa que iba a machacar Valverde, primero, y sobre todo, Contador, despu¨¦s, y acab¨® siendo Froome el que encendi¨® la bombilla de los favoritos y alumbr¨® su renacimiento.
Clasificaciones
ETAPA
1. Ryder Hesjedal (CAN/Garmin Sharp) en 5h 18m 10s
.2. Oliver Zaugg (SUI/Tinkoff Saxo) a 10s
3. Imanol Erviti (Movistar) a 30s
4. Alexandre Kolobnev (RUS/Katusha) a 39s
5. Louis Meintjies (RSA/MTN-Qhubeka) a 42s
GENERAL
1. Alberto Contador (Tinkoff Saxo) en 54h 20m 16s
2. Alejandro Valverde (Movistar) a 42s
3. Christopher Froome (GBR/Sky) a 1m 13s
4. Joaqu¨ªm Rodr¨ªguez (Katusha) a 1m 29s
5. Rigoberto Uran (COL/Omega Pharma) a 2m 07s
Por delante iban los fugados consentidos con sus guerras y guerrillas. Por detr¨¢s los lobos que no cazan piezas peque?as. La primera carrera acab¨® cuando Hesjedal (el se?alado por los motorcitos) devor¨® a Zaugg, cuando el suizo ya sacaba la servilleta para limpiarse los labios pensando que la merienda hab¨ªa concluido. La cuenta se la pas¨® Hesjedal y tuvo que pagar ¨¦l. Asunto liquidado.
Por detr¨¢s, la guerra era m¨¢s sibilina, m¨¢s estrat¨¦gica, m¨¢s calculada, aunque un puerto como La Camperona es capaz de dejar sin cobertura a cualquier calculadora. Siempre que un puerto importante se estrena en la Vuelta, el desnivel sube igual que crece la estatura de los futbolistas en las estad¨ªsticas de sus clubes. A pie de puerto, los lugare?os luc¨ªan camisetas que explicaban el desnivel de su orgulloso puerto. En los bares se hablaba de ello. Y el m¨¢ximo porcentaje iba creciendo: del 22%, al 24%, al 28%, incuso al 30%. Si la carrera hubiese tardado un poco m¨¢s el desnivel hubiera sido algo as¨ª como a Finisterre. Y, cierto que es un puerto bello, exigente, cambiante, de esos que te tientan a echar pie a tierra y dar la vuelta.
Un puerto corto y grande, al que Valverde le tir¨® la primera dentellada en el primer intento. Tomar la curva y empinarse el asfalto y Valverde que decide que hay que empezar a darle candela al asado. La etapa estaba perdida por los fugados con enchufe. O sea que hab¨ªa que jugarse los galones.
Su valent¨ªa quiz¨¢s fue excesiva, pero los excesos en el ciclismo son tan bellos como caros. Y ya se sabe que la belleza es siempre indescriptible. Fue como la sal en la herida. Purito decidi¨® que fuera Contador quien tomara cartas en el asunto. Y las tom¨®. Y Froome, el brit¨¢nico del caminar extra?o, se fue quedando, y quedando, en la cola del pelot¨®n de los elegidos. Lo habitual, en los casos anteriores. En cuanto uno tira, Froome sufre, codea y busca aliento en la cola del pelot¨®n, siempre m¨¢s despejada.
Valverde, el primero en sacar la espada, fue tambi¨¦n el primero en caer herido
Contador caz¨® a Valverde y el murciano tambi¨¦n busc¨® la sombra del jard¨ªn. Y atac¨® Contador, encendiendo todas las alarmas. El riesgo de incendiar la Vuelta a una semana de su final colore¨® el paisaje. Pero resisti¨® Purito, y a dur¨ªsimas penas, Valverde. Y de pronto apareci¨® por all¨ª un tipo larguirucho, con un andar cansino y doliente. Un tal Froome, dado por muerto, que encabeza a los elegidos, y tira y tira, y rompe y rasga. Y deja a Contador. Y a Purito y a Valverde. Los deja muy poquito por detr¨¢s, pero los deja, y les da un golpe moral. Y les dice que no se ha ido, que su andar casino es un asunto singular pero que tiene la costumbre de resucitar en cualquier momento.
Al final, en la meta, el brit¨¢nico-keniano solo distanci¨® a Purito Rodr¨ªguez en un segundo, a Contador en siete, a Aru en ocho, y a Valverde, el pr¨ªncipe valiente, en 29 segundos. El primero en sacar la espada fue el primero en caer herido. Suele ocurrir con los valientes, que a veces la belleza les castiga. Pero La Camperona le encendi¨® la brasa a la Vuelta, porque Froome ha vuelto, con su andar cansino, con sus labios mordisqueados con su particular forma de correr. Pero ha vuelto a la mina. Ha salido del museo. ¡°Hola, soy Chris, pasaba por aqu¨ª¡±.
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