Inglaterra e Italia, cara y cruz contra los ultras
El Gobierno brit¨¢nico impuls¨® medidas que surtieron efecto como la expulsi¨®n de los campos de los hinchas violentos
"Nunca he recibido un insulto en un estadio ingl¨¦s. Aqu¨ª s¨ª, hace 15 o 20 d¨ªas, un t¨ªo se pas¨® el partido insult¨¢ndome", dijo ayer el entrenador italiano Carlo Ancelotti, que ha entrenado al Milan, al Chelsea, al PSG, franc¨¦s, y ahora al Real Madrid, para explicar c¨®mo Inglaterra ha vencido en su batalla contra la violencia en el f¨²tbol en contraste con Italia y Espa?a. A ra¨ªz de la tragedia de Hillsborough, el 15 de abril de 1989 (murieron 95 personas aplastadas contra las vallas del estadio, en Sheffield, en una semifinal de la FA Cup Liverpool-Nottingham), el Gobierno brit¨¢nico impuls¨® una serie de medidas que pronto surtieron efecto. Entre ellas, la exclusi¨®n de los campos de los hinchas violentos por un periodo m¨ªnimo de tres a?os; la infiltraci¨®n de agentes policiales entre los ultras para elaborar una lista de 5.000 radicales que posteriormente fueron apartados de los recintos; la implicaci¨®n de los 92 clubes profesionales mediante sus propios equipos de seguridad, que pasaron a controlar a los hooligans a trav¨¦s de las c¨¢maras de seguridad y de la indentificaci¨®n con lectores de huellas dactilares... "En Inglaterra se han hecho muchas cosas y muy bien", alab¨® Ancelotti. "Es un problema de educaci¨®n y de cultura. Somos latinos, y hablo como italiano y no como espa?ol. Podemos mejorar mucho", agreg¨®.
Las medidas coercitivas del Gobierno italiano han limitado el poder de los ultras, pero a costa de perder tambi¨¦n aficionados pac¨ªficos
En Italia, el calcio ha sido golpeado por la violencia en los ¨²ltimos a?os. Las medidas coercitivas del Gobierno italiano han limitado el poder de los ultras, agrupados en torno a las curvas [las pe?as radicales ubicadas en los fondos de los campos], pero a costa de perder tambi¨¦n aficionados pac¨ªficos.
Como consecuencia de la muerte de un polic¨ªa en un Catania-Palermo de 2007, el Ministerio del Interior italiano prohibi¨® los viajes de los seguidores visitantes cuando considera un partido de alto riesgo, una prohibici¨®n para todos los hinchas, no solo para los violentos, lo que limita la libertad del individuo. Otra de las normas del Gobierno es la implantaci¨®n de entradas nominales para identificar a los asistentes a los encuentros, adem¨¢s de la tessera del tifoso (la tarjeta del aficionado, un preabono), a fin de dificultar la movilidad de los ultras.
En los ochenta y noventa, los jefes de las curvas del Inter, el Roma o el Milan manejaron un negocio de reventa de entradas, merchandising y de droga. La polic¨ªa ni entraba en ese espacio. Ahora, los jefes de las curvas han perdido poder, pero siguen teniendo mucha presencia. Llegaron demasiado lejos. Y las medidas disciplinarias han contribuido a vaciar tambi¨¦n los estadios.
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