Messi ilumina la rutina
El argentino, disperso en el juego, desatasca al Bar?a ante un Eibar irreprochable en el esfuerzo pero irrelevante en ataque (0-2)
Hay muchas cosas que distinguen cada partido de f¨²tbol. Que si una alineaci¨®n, que si un sistema, que si un terreno embarrado o seco, que si aquel penalti, que si aquel saque de banda. Accidentes meteorol¨®gicos, isobaras, rachas atemporaladas o nubosidades variables. Pero hay cuestiones m¨¢s cercanas o m¨¢s lejanas, seg¨²n se mire. Por ejemplo, no debe ser f¨¢cil jugar en una banda donde la mitad est¨¢ a la intemperie. Por all¨ª entraba el fr¨ªo y desde all¨ª se ven los visillos de la casa de enfrente que te vigila tu intimidad y t¨² la suya. Entre tu camiseta y tu cortina hay una complicidad que perturba. Y eso le debi¨® ocurrir a Messi, que por all¨ª le entraba el viento como un cuchillo afilado del que hu¨ªa como la tela de la aguja. All¨ª, sin nadie, soplando el viento, solo pod¨ªa resfriarse, bajo la llovizna gris, embelesarse con los visillos, saludar al grader¨ªo extempor¨¢neo, el que no paga entrada, pero sufre y disfruta lo mismo. Pero hay vida despu¨¦s del fr¨ªo. Tiene Messi un alma de flauta travesera, una especie de Ian Anderson en Jethro Tull capaz de insertar su flauta en los acordes poderosos del rock. No fue el mejor concierto de Messi, si acaso un bolo, pero lo sell¨® con dos bises, uno de penalti, a la media hora, el otro, de cabeza en un saque de esquina, lo m¨¢s parecido a un milagro por inesperado. Lo m¨¢s parecido a la realidad por lo posible.
El argentino marc¨® de cabeza en un c¨®rner. Se tir¨® en plancha. No lo vigil¨® nadie
El Bar?a lo entendi¨® a la primera. La banda derecha era un recurso desesperado. Por all¨ª circulaba Montoya, sin demasiada ambici¨®n. Y le conven¨ªa centrarse. Luis Enrique hab¨ªa dado una vuelta de llave inglesa, apostando por la frescura de Sergi Roberto y Rafinha, con la vigilancia de Rakitic para subsanar posibles desajustes. Por delante, la triple corona, nada de reyes magos fuera de temporada. La terrazas con vistas, el edificio remodelado. Desde Luis Su¨¢rez y Neymar se ve¨ªa poca cosa. Mucha nube y poco cielo. Cielo gris.
Eibar, 0; Barcelona, 2
Eibar: Jaime; B¨®veda, Ekiza, Ra¨²l Navas, Lillo, Vila (Boateng, m. 76); Errasti (Capa, m. 58), Borja Fern¨¢ndez, Javi Lara; Sa¨²l y Del Moral (Piovaccari, m. 70). No utilizados: Irureta, A?ibarro, Arruabarrena y Lekic.
Barcelona: Bravo; Montoya, Pique, Bartra, Adriano; Rafinha, Sergi Roberto, Rakitic (Xavi, m. 62); Messi, Luis Su¨¢rez y Neymar (Pedro, m. 70). No utilizados: Ter Stegen, Iniesta, Mascherano, Douglas y Mathieu.
Goles: 0-1. M. 31. Messi, de penalti. 0-2. M. 55. Messi.
?rbitro: Del Cerro Grande. Amonest¨® a Ekiza.
Unos 5.439 espectadores en Ipurua
El Eibar, con siete derrotas seguidas a sus espaldas sab¨ªa que cuando te duele la espalda el sol quema incluso de noche. El destino de quien parece condenado a la hoguera (en este partido) es jugar con fuego. Y Garitano protegi¨® a su equipo con tres centrales, pero aplic¨® dos delanteros (Sa¨²l y Manu del Moral) dici¨¦ndole al Bar?a: "Vale, te doy el bal¨®n en el centro del campo, pero no te conf¨ªes porque te espero y no te duermas porque te desvelo". Sin embargo, el Eibar se encontr¨® con un problema fundamental: una cosa es proteger la pelota y otra, qu¨¦ hacer con ella, c¨®mo darle vida m¨¢s all¨¢ de dos brazadas. Y ese dato no lo encontr¨® en el archivo: una sola ocasi¨®n (remate al larguero de Piovaccari) solo puede premiar la actitud, no la trascendencia.
El Eibar descubri¨® un problema: una cosa es proteger la pelota y otra darle vida
El Bar?a cogi¨® el bal¨®n y no lo solt¨®. Cuesta saber si el m¨¦rito estuvo en la generosidad del Eibar o en su habilidad para manejarlo, porque el tr¨¢nsito entre los que lo ten¨ªan y los que lo esperaban no fue muy fluido. Era como si entre el tenedor y el solomillo no hubiera mucha comunicaci¨®n. El tridente pinchaba m¨¢s veces en hueso que en lo magro. Pocas noticias de Neymar, congelado, y de Luis Su¨¢rez, como Santa Teresa, ausente. Por detr¨¢s, Messi, con los intermitentes encendidos simulando una parada de emergencia, aunque ya se sabe que el argentino enga?a con las luces: cuando parece averiado sale pitando. Total, que a ambos equipos les faltaba algo, pero en esos casos le afecta m¨¢s al que menos tiene. Y el Eibar lo necesita todo y el Barcelona puede sobrevivir con las velas que Messi se pone a si mismo.
Tuvo el partido un aire de rutina, como si los goles desengancharan al Bar?a en la misma medida que los consegu¨ªa. Pedro le dio la velocidad inesperada, pero acababa siempre en el arc¨¦n. El partido fue como el bet¨²n: al Eibar le resta?¨® la humedad ("Garitano, Garitano", "Es de Primera, el Eibar es de Primera", gritaba el p¨²blico") y al Barcelona le dio el brillo justo, el que o deslumbra pero deja los zapatos limpios, listos para sue?os futuros. Neymar y Luis Su¨¢rez tendr¨¢n que limpiarse las botas. Tienen barrillo.
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