Madrid sin diamantes
Al final de la primera parte Raphael Varane sali¨® de un c¨®rner rival pateando la pelota como en una fiesta, imitando aquel gesto del capit¨¢n Neville que en la I Guerra Mundial orden¨® el ataque brit¨¢nico bombardeando las filas enemigas con saques de puerta. El franc¨¦s segu¨ªa unas v¨ªas de tren en el carril derecho, por donde Siqueira reclamaba aire cuando se las ve¨ªa con Bale. Varane, con zancada silenciosa y en catalina grande, fue dejando atr¨¢s al Atl¨¦tico como si los rojiblancos fuesen hierros ortop¨¦dicos. Ya en soledad, entre bufidos de locomotora, dio un pase al ¨¢rea que recibi¨® Benzema en carrera. El delantero quiso dej¨¢rsela a Cristiano con un toque maravilloso, un contrapi¨¦ al defensa que no fue tal porque Benzema lo vio tan claro que a¨²n no se hab¨ªa producido. La jugada termin¨® con un zambombazo que repeli¨® Jan Oblak y ah¨ª se destil¨® el partido: la superioridad del Madrid en el primer tiempo, a ratos monstruosa, la ineficacia de la delantera, a veces por ser demasiado lista, y un portero en estado de gracia que avis¨® a los dos minutos sac¨¢ndole un bal¨®n a Bale como si fuese Lorenzo Rico.
Al Madrid, como al poeta, le hubiera ido mejor en el Calder¨®n con los mismos defectos pero con menos virtudes.?Las que le sobraron a Benzema, obstinado en el arte, enfermo de Stendhal. Hizo minutos de prestigio, enhebr¨® la pelota en el centro con James, Kroos y Modric, sembr¨® de minas los pasillos interiores y dispar¨® a Marcelo como una de esas bolas de pinball que salen de los laterales. La consecuencia de la bella puesta en escena, que tuvo algo de psicolog¨ªa evolutiva, fue que el Madrid enjaul¨® al Atl¨¦tico y le propin¨® una paliza f¨ªsica que tuvo en varios disparos su forma de decir que la posesi¨®n no era est¨¦ril. La primera parte termin¨® simb¨®licamente con Ramos zumbado en su ¨¢rea, revolvi¨¦ndose como un criollo tatuado tras cabecear a Griezmann, y empez¨® de forma oficial con Mandzukic ba?ado en sangre por el propio Ramos mientras se escucharon los primeros temblores del Calder¨®n: empezaba a barrer el cemento la lava roja de la afici¨®n de Atleti, que ya no se dio un respiro bajo la direcci¨®n del Cholo, entrenador, mes¨ªas, psiquiatra y mascota.
Enjaul¨® al Atl¨¦tico y le propin¨® una paliza f¨ªsica que tuvo en varios tiros su forma de decir que la posesi¨®n no era est¨¦ril
Se levant¨® el Atl¨¦tico y el Madrid encogi¨® por supervivencia. La falta de goles del primer tiempo pes¨® como un remordimiento. Arda se hab¨ªa metido la pelota en las espinilleras, emputeciendo al Madrid, asom¨¢ndose por la defensa como Nicholson con el hacha. El partido se volvi¨® una cosa m¨¢s seria, m¨¢s italiana y m¨¢s adulta. Con los 85 cumplidos el Atleti, que por l¨®gica deber¨ªa estar cogiendo aire, se lanz¨® desde un sexto piso a por la victoria. Fueron los minutos en los que se crey¨® ver el karma del descuento de Lisboa, el gol que depositase al Madrid otra vez bajo la maldici¨®n de los molto longo y el fantasma nost¨¢lgico de Juanito. No pas¨®, aunque en contraprestaci¨®n Marcelo, el mejor, se fue con amarilla, una herida de bala para el Bernab¨¦u.
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