La astucia de Messi y la reina de Inglaterra
¡°Habla solo si vas a mejorar el silencio¡±. Gandhi
Lionel Messi y la reina de Inglaterra, posiblemente las personas m¨¢s famosas del planeta, comparten dos virtudes. Baten r¨¦cords ¡ª¨¦l de goles, ella de longevidad¡ª y han perfeccionado el arte de hablar sin decir nada.
Messi no ha recibido el reconocimiento que se merece por su estre?imiento verbal. M¨¢s bien, se le critica por ello. En su pa¨ªs al jugador argentino del Barcelona le llaman ¡°pecho fr¨ªo¡±; en el resto del mundo ha calado la idea de que, cuando no tiene la pelota en los pies, es un soso. Incluso que es tonto. Un error. Messi es m¨¢s astuto de lo que parece. Como el l¨ªo que ha desatado su locuaz compa?ero de equipo Gerard Piqu¨¦ demuestra, un atributo imprescindible en un futbolista de primer nivel es saber c¨®mo evitar meter la pata.
Los grandes jugadores tienen que medir cada palabra que utilizan en p¨²blico. M¨¢s incluso que los pol¨ªticos, con la posible excepci¨®n del actual presidente de gobierno espa?ol, deben ser econ¨®micos con la verdad. Como en el caso de la reina Isabel II, es necesario ganarse el respeto y, en el mejor de los casos, el afecto y la adulaci¨®n del mayor n¨²mero de seres humanos posible. La regla de oro es: no ofender nunca a nadie.
Por dos razones. Una, que todos los grandes jugadores tienen contratos con patrocinadores multinacionales. Si a Messi se le ocurriese confesar que, por ejemplo, no le gusta la comida china, o ¡ªa la Maradona¡ª que detesta el imperialismo yanqui va a tener un problema con Adidas, cuyas ventas de camisetas en Shanghai o Chicago sufrir¨ªan un consecuente desplome.
La segunda raz¨®n tiene que ver con las carreras profesionales de los jugadores. Messi posiblemente haya pensado en alg¨²n momento que Jos¨¦ Mourinho, entrenador del Madrid entre 2010 y 2013, es un imb¨¦cil. Pero no se le hubiera pasado por la cabeza decirlo frente a una c¨¢mara de televisi¨®n. Como Messi ha declarado alguna vez, con arriesgada soltura, nunca se sabe lo que puede pasar en el futuro. Podr¨ªa acabar jugando alg¨²n d¨ªa bajo las ¨®rdenes del portugu¨¦s.
Como consecuencia de la cautela que deben mostrar los jugadores, sus entrevistas suelen ser poco reveladoras, especialmente las que se ven obligados a conceder inmediatamente despu¨¦s de un partido. Siempre uno espera con ilusi¨®n la apariencia en televisi¨®n de un jugador justo despu¨¦s de que haya metido los goles de la victoria; siempre sus palabras nos decepcionan. ¡°Y¡¡±, como dir¨ªa Messi, ¡°lo importante es el resultado¡±.
La recurrente banalidad de lo que dicen los jugadores es un problema para los medios, especialmente los diarios deportivos. Por eso la poco gentil pr¨¢ctica iniciada hace unos a?os de contratar a expertos capaces de leer los labios de los jugadores en los v¨ªdeos de los partidos; por eso la respuesta, rid¨ªcula pero necesaria, de los jugadores de taparse la boca cuando se hablan en el campo. No sea que se les vea decir algo sobre la madre o la tendencia sexual de un rival.
La excepci¨®n m¨¢s notable ¨²ltimamente a la disciplina de la omert¨¢ a la que se someten los jugadores ha sido Piqu¨¦, que se mof¨® hace poco del Madrid con una alusi¨®n al cantante favorito de Cristiano Ronaldo y que tiene una tendencia general a violar el principio no escrito pero elemental de que un jugador no debe nunca delatar sus simpat¨ªas pol¨ªticas. Esto puede llegar a da?ar su valor para sus potenciales patrocinadores (es dudoso que lo quiera contratar una marca de detergente utilizada en Espa?a fuera de Catalunya) y tiene consecuencias, como los pitos que recibe en los estadios demuestran, a la hora de ponerse la camiseta de la selecci¨®n espa?ola. El lado positivo de su rebeld¨ªa, por otro lado, es que se engrandece ante los aficionados del Barcelona.
Posiblemente Messi mejorar¨ªa su complicada relaci¨®n con la afici¨®n argentina si imitase el ejemplo de su compa?ero de equipo. No deber¨ªa convertirse en costumbre pero si se dirigiera en p¨²blico a la reina de Inglaterra y dijera, ¡°Dale, vieja pirata pelotuda, ?devolv¨¦nos las Malvinas!¡± puede tener la seguridad de que nunca m¨¢s le llamar¨ªan ¡°pecho fr¨ªo¡± y que sus compatriotas lo pondr¨ªan por fin en los altares al lado derecho del D10S Maradona. Habr¨ªa un precio que pagar en cuanto a las ventas de Adidas en la tierra de su majestad pero para Messi quiz¨¢ valdr¨ªa la pena. Deber¨ªa pens¨¢rselo.
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