Ben¨ªtez se encadena a la pizarra
Dirigir al Madrid exige mucho m¨¢s valor, no solo atarse a los rigores t¨¢cticos. Los algoritmos rebajan la pasi¨®n de su equipo
Los tres grandes aspirantes al t¨ªtulo de Liga tienen un nexo com¨²n en este amanecer de la temporada: el mayor intervencionismo de los t¨¦cnicos. A Luis Enrique, con las barreras de la FIFA y las bajas de Messi e Iniesta, no le queda m¨¢s remedio. No le vale el molde del triplete. A Diego Simeone le ha dado por configurar una plantilla con m¨¢s perfiles ofensivos que nunca y debe resetear su exitoso brebaje de los cursos precedentes. Lo de Rafa Ben¨ªtez es otra cosa: es nuevo en la plaza y quiere poner el sello, m¨¢xime cuando nunca fue un liberal de campo. Lo suyo es el juego con el mando a distancia. Hay poco margen para que alguien improvise ante un met¨®dico obsesivo como ¨¦l, cum laude frente al v¨ªdeo y todas las megas posibles.
El caso es que nadie ha salido peor parado de la ¨²ltima jornada que Ben¨ªtez. Desde su particular Barrio S¨¦samo, Luis Enrique podr¨¢ apelar a la coartada de la enfermer¨ªa y el maleficio de los postes. Con todo, est¨¢ igualado a puntos con el Madrid y a la espera de que escampe en enero con Arda y un Messi recuperado, cada jornada con el Real a la vista es un bingo para los azulgrana. Desde su bien ganada atalaya del Calder¨®n, Simeone tiene tregua para ser paciente con Jackson mientras enhebra a Oliver y da carrete a Correa. Frente al Madrid, tras medio tiempo tirado por un confuso laboratorio, el argentino volvi¨® al que siempre fue el plan A en el renacimiento colchonero: fuego, remangue, adrenalina. La gente, al menos se fue con la hoguera atizada. Ya llegar¨¢n, si llegan, los d¨ªas de violines.
Pero Ben¨ªtez no tuvo excusas. Todas innecesarias tras embocar Benzema, parar un penalti Keylor y tener al Atl¨¦tico con la toalla a punto de volar desde la esquina. Con todo a favor, el madridista qued¨® se?alado por tirar de las riendas en un partido propicio tras muchas visitas crudas al Calder¨®n. La pizarra algebraica del t¨¦cnico rebaj¨® la pasi¨®n de los suyos, que tramitaron el partido al servicio del jefe de banquillo. El f¨²tbol de Ben¨ªtez no tiene escapatoria a su rat¨®n inform¨¢tico. El frenes¨ª no se entrena, se inculca. El Madrid no puede jugar con el coraz¨®n en los huesos en favor de los algoritmos.
No hubo jugador blanco que tocara la corneta cuando el rival estaba grogui. El equipo, primero control¨® con ret¨®rica, con pases intrascendentes por aqu¨ª y por all¨¢. Luego, volcanizado el Atl¨¦tico, recul¨® y recul¨®, hasta fastidiarse con cada cambio. Falto de fragor, se qued¨® en nada, a merced de su t¨¦cnico. Dijo Ben¨ªtez que lo que pretend¨ªa en el segundo tramo era ¡°defender y salir¡±. Una apuesta pobre para todo un Madrid. Una de las mejores caballer¨ªas del planeta dej¨® en el paro a Oblak, al que CR y sus chicos no le tiraron ni bocadillos.
Hasta en la play se puede jugar con pasi¨®n y no poner el ingenio bajo sospecha. La pizarra es del t¨¦cnico; el f¨²tbol, de los jugadores. Esa es la gran asignatura de Ben¨ªtez. A ¨¦l no le respalda un triplete condicionado por FIFA y muchas pupas, ni la condici¨®n de Espartaco del Cholo. El Madrid requiere mucho m¨¢s valor. No basta con encadenarse a la pizarra.
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