Las 500 millas del inmortal
El debutante Alexander Rossi pasa a la historia de la legendaria carrera el a?o de su centenario. El espa?ol Oriol Servi¨¤ logra una buena 12? posici¨®n
Un taxista et¨ªope recorre las calles de Speedway, el peque?o enclave residencial que alberga el gran circuito de Indian¨¢polis. No parece muy interesado en el acontecimiento que ha revolucionado este fin de semana la ciudad: el centenario de las 500 millas de Indian¨¢polis. ¡°Yo prefiero el baloncesto¡±, reconoce este joven contracultural que lleva 10 a?os en Estados Unidos. Primer desaf¨ªo al sistema. ¡°Lo bueno es que este fin de semana ganar¨¦ entre dos mil y tres mil d¨®lares¡±, a?ade, antes de soltar su siguiente desaf¨ªo: ¡°Recibo el dinero con una mano y con la otra pag¨® las facturas: es el sistema americano¡±.
La legendaria carrera de la IndyCar celebr¨® este domingo su centenario entre el fervor de una poblaci¨®n volcada con la legendaria carrera de la IndyCar. EL PA?S acudi¨® por invitaci¨®n de la cadena deportiva estadounidense ESPN. El ganador fue Alexander Rossi, de 24 a?os, del equipo Andretti Autosport, que grab¨® su nombre en el palmar¨¦s de los elegidos y se adjudic¨® la bolsa de puntos de esta cita, el doble que en una convencional. Toda una proeza para el expiloto de Marussia debutante en la Indycar, que sali¨® de la und¨¦cima posici¨®n y cruz¨® la meta el primero sin saber si su dep¨®sito aguantar¨ªa. "No s¨¦ ni c¨®mo he ganado", asegur¨® despu¨¦s, sorprendido con el triunfo.
La carrera tambi¨¦n confirm¨® la seguridad y la eficacia de Oriol Servi¨¤ (Girona, 41 a?os), que, tras salir d¨¦cimo firm¨® una buena duod¨¦cima posici¨®n con el equipo Schmidt Peterson Motorsports. M¨¢s a¨²n cuando, al no tener asiento fijo, esta temporada solo ha corrido en dos citas. Es el espa?ol una de las estrellas de la Indycar, donde compite desde hace 16 a?os y su experiencia le ha servido para ganarse el respeto de la parrilla y los equipos. Ha pasado por 14, algo a lo que suele aludir con una resignaci¨®n que no apaga su motivaci¨®n.
Por primera vez en la historia, la cita de las 500 millas de Indian¨¢polis colg¨® el cartel de no hay billetes en el circuito m¨¢s grande del deporte de motor. Unas 350.000 personas presenciaron la carrera y convirtieron el circuito en algo m¨¢s parecido a un festival de rock que a un evento deportivo. Todo el mundo lo repite: la Indycar, y en especial las 500 millas, est¨¢ hecha para el aficionado, es puro show. Un show que levanta pasiones, que sube los niveles de patriotismo en una poblaci¨®n enloquecida por el motor, como evidencia la pasarela de Corvettes, Camaros, Porsche, monoplazas y moteros sin casco en la calle principal de Speedway. Como tambi¨¦n demuestra la hospitalidad de los aut¨®ctonos, orgullosos de los peregrinos que llegan a este lugar del medio oeste: ¡°Welcome race fan!¡± es su lema.
Todo parece desproporcionado hasta que suena el himno americano, unos cazas sobrevuelan el gigantesco ¨®valo, las notas del eterno Back home again Indiana resuenan en las grada, y llega la frase que todo el mundo est¨¢ esperando: ¡°Ladies and gentleman, start your engines¡±. Puro espect¨¢culo: hasta el m¨¢s esc¨¦ptico corre el riesgo de volverse norteamericano durante unas horas.
Los rituales son continuos y se desarrollan junto a los festejos del memorial day, que homenajea a todos los norteamericanos que perdieron la vida en la guerra. Desde el desfile del s¨¢bado, en el que los pilotos se pasean por el centro de Indian¨¢polis en lujosos descapotables junto a una ecl¨¦ctica mezcla con motivos militares, patrocinios y diversidad de culturas, hasta que el ganador levanta el trofeo Borg-Warner, en el que est¨¢n esculpidos los rostros de todos los ganadores desde 1936.
Juan Pablo Montoya, expiloto de McLaren y Williams en la F-1, act¨²a como si toda esa liturgia no fuera con ¨¦l, a pesar de que es una de las figuras de la competici¨®n. ¡°T¨² no ganas aqu¨ª para beber leche¡±, suelta, como un actor que durante una pel¨ªcula se dirige directamente a la c¨¢mara y evidencia que todo es eso: una pel¨ªcula. Se refiere el colombiano a la tradici¨®n que se fund¨® en 1936 cuando Louis Meyer decidi¨® refrescarse bebiendo leche tras subir a lo m¨¢s alto del podio. Un ejecutivo de una empresa l¨¢ctea se fij¨® en la foto publicada por un peri¨®dico al d¨ªa siguiente y vio en la imagen un fil¨®n.
Desde 1956 el ganador repite la misma escena. El a?o pasado fue Montoya el que sabore¨® de esa forma la victoria tras una remontada espectacular desde la ¨²ltima posici¨®n, pero en esta ocasi¨®n el colombiano no pas¨® de la vuelta 64, en la que perdi¨® el control del coche y le oblig¨® a abandonar.
¡°A m¨ª no me gusta la leche, pero esa botella estaba muy buena¡±, asegura por su parte Eddie Cheever, cuando recuerda su victoria en las 500 millas en 1998. ¡°Antes de venir a la Indycar estuve 10 a?os en la f¨®rmula 1. Casi vine como un europeo, aunque soy americano. La Indy es una instituci¨®n. Es parte de la historia americana. Cuando se celebr¨® la primera edici¨®n, los coches eran algo nuevo. Hab¨ªa gente que ven¨ªa en caballo¡±.
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