¡°Esta vez hab¨ªa que ganar¡±
Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones, el partido entre M¨¦xico y Estados Unidos supon¨ªa un peque?o desquite
A pesar del fr¨ªo, a pesar de una semana calamitosa para los mexicanos residentes en Estados Unidos como ¨¦l por la victoria de Donald Trump, a Vodoque Canijo este viernes nada ni nadie le quitaba las ganas de fiesta. Desde horas antes del crucial partido entre la selecci¨®n mexicana y la estadounidense, Vodoque beb¨ªa, festejaba y bailaba con quien pasara a su lado, ya fuera mexicana o gringa, a la espera de entrar en el estadio Mapfre de Columbus, Ohio, donde se celebr¨® el choque deportivo que redund¨® en una esperada pero insospechada victoria mexicana.
Ohio no hab¨ªa dado esta semana buenas noticias a los millones de mexicanos y millones m¨¢s de hispanos de otra procedencia que viven en Estados Unidos. Este estado del Medio Oeste y parte del rust belt, el cintur¨®n de la herrumbre, el coraz¨®n industrial de Estados Unidos, fue decisivo para la inesperada victoria del candidato presidencial que m¨¢s ha insultado y amenazado a la comunidad hispana en la historia reciente del pa¨ªs, el republicano Donald Trump.
Columbus, su capital, tampoco tra¨ªa buenos recuerdos a un M¨¦xico que tuvo que ver c¨®mo su selecci¨®n ca¨ªa una y otra vez, hasta cuatro veces, ante EE UU en este lugar espec¨ªficamente elegido para el enfrentamiento deportivo bilateral. Porque, en un pa¨ªs que sigue sin encandilarse con el f¨²tbol, Columbus s¨ª logra llenar un estadio de 20.000 personas casi solo con fans estadounidenses. Y por la ¡°guerra fr¨ªa¡± tambi¨¦n, el intenso fr¨ªo en el que se juega este partido, lo que redundaba cada vez en desventaja para los mexicanos. Hasta hoy.
¡°?Dos-Cero, dos-Cero!¡± gritaban al entrar al estadio los fans estadounidenses entre orgullosos ¡°?USA, USA¡±! y ondeos de banderas de barras y estrellas. Para los que entienden, y hasta para los que no tanto, no hac¨ªa falta m¨¢s explicaci¨®n. Dos-cero es el resultado maldito que M¨¦xico ha sufrido cada vez que se ha enfrentado en Columbus contra la selecci¨®n estadounidense. Hasta ahora.
Vodoque quer¨ªa que este viernes se tornara el resultado. O que al menos, dec¨ªa, el partido acabe 2 a 1 a favor de M¨¦xico. Podr¨ªa haber sido vidente. Ese fue, precisamente, el resultado final de un marcador que hizo levantarse a la bancada mexicana, muy minoritaria en el estadio de Columbus.
¡°Esta vez s¨ª que tenemos que ganar¡±, dec¨ªa Vodoque poco antes sin que se le borrara la sonrisa de la boca, aunque ya no le llegaba hasta los ojos. Tambi¨¦n Carolina del Norte, el estado desde donde viaj¨® para asistir al partido de su selecci¨®n, se ti?¨® de rojo republicano la noche del martes, contribuyendo a la derrota de la dem¨®crata Hillary Clinton, la candidata en la que tantos inmigrantes, con y sin papeles, hab¨ªan depositado sus esperanzas.
¡°Trump es como una mano negra¡± y ganar este partido, esta vez, ¡°s¨ª que ser¨ªa importante¡±, insist¨ªa Vodoque.
¡°?S¨ª se puede, s¨ª se puede!¡±, proclamaban un poco m¨¢s lejos otro grupo de mexicanos vestidos con los colores nacionales y el sombrero de ala ancha que en EE UU se asocia, indefectiblemente, al vecino del sur.
A pesar del cargado ambiente pol¨ªtico nacional, el que reinaba previo al partido en Columbus ¡ªque vot¨® dem¨®crata, como las grandes urbes del estado y del pa¨ªs¡ª era m¨¢s de fiesta. Y si no hab¨ªa una camarader¨ªa total ¡ªlas pasiones deportivas se imponen¡ª s¨ª era al menos de amigable convivencia. Tacos y hotdogs se entremezclaban, tequila y cerveza siempre se llevaron bien.
¡°Los partidos en este pa¨ªs son para pasar un rato bueno juntos, y ojal¨¢ est¨¦n todos aqu¨ª por las razones correctas¡±, dec¨ªa Michael, un fan estadounidense llegado desde Chicago y que beb¨ªa unas cervezas en el aparcamiento del estadio antes de entrar al partido. Lo mismo hac¨ªan un poco m¨¢s lejos Miguel y Jos¨¦, dos mexicanos residentes en Cleveland que se hab¨ªan colocado m¨¢scaras de lucha para celebrar la noche y, ojal¨¢, dec¨ªan, una victoria.
¡°No importa, el fr¨ªo no nos va a detener¡±, aseguraba Miguel. Lo que estaba en juego, afirm¨®, ¡°es el orgullo, el poder ganarle a EE UU, esta noche se puede¡±, se animaba a s¨ª mismo y a sus amigos. ?Las noticias y el futuro con un presidente Trump? Eso pod¨ªa esperar. ¡°Hoy no nos importa la pol¨ªtica, ahorita es el deporte, puro deporte y afici¨®n¡±, afirmaba Miguel. Porque, pase lo que pase, ¡°nosotros seguimos aqu¨ª¡±, record¨®. Y ahora, se vuelven a casa con una victoria deportiva y, en cierto modo, un desquite moral. S¨ª se pudo.
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