Williams le pone el turbo al Athletic frente al Villarreal
La velocidad del delantero propulsa a los rojiblancos, que vencen con un gol de Ra¨²l Garc¨ªa
S¨ª, el f¨²tbol ha cambiado. Lo de para bien o para mal es cuesti¨®n de gustos. Pero ha cambiado tanto que, por ejemplo, puede darse el caso de que en un campo m¨ªtico como San Mam¨¦s, con un equipo volc¨¢nico como el Athletic y otro cerebral, como el Villarreal, se agoten 45 minutos sin lanzar un tiro a porter¨ªa y apenas un par de remates fuera, de esos que los porteros miran por encima del hombro. En otros tiempos, no tan lejanos, se hubiera puesto a llover, para que pasara algo, y porque es lo que toca en Bilbao cuando el oto?o duele. Ahora, ni eso. Hay que esperar a que el miedo o la urgencia surtan efecto.
Ni eso, porque el Athletic anda seco, acusa el cambio clim¨¢tico y le sube la temperatura cuando no juega Be?at, el se?or de los anillos que alterna la calma y la tormenta en su justa medida. Pero son tiempos de bochorno, de sangre alterada y el Athletic practica un f¨²tbol directo en el que la pretensi¨®n influye m¨¢s que la precisi¨®n. Y la pretensi¨®n es llegar cuanto antes al reino de Aduriz o de Ra¨²l Garc¨ªa y que ellos impartan justicia. No le ha ido mal as¨ª, y o que funciona se dice que ni se pinta.
El Villarreal es todo lo contrario, es un vaiv¨¦n frente a la tormenta. Una barca, m¨¢s que un submarino, con muchos remos y un patr¨®n, Bruno, pero romo en ataque. Al menos en San Mam¨¦s, donde Sansone naufrag¨® y a Rodrigo se lo bebieron las olas. Navegaba bien el Villarreal pero cada vez que llegaba a puerto se le volcaba la barca. Y a nadar.
As¨ª se consumi¨® la primera mitad, con el tedio de la bonanza, cuando el mar aburre por rutinario, con la mar de plato, cuando nada ocurre y los porteros corretean por el ¨¢rea, se suben y se bajan las medias como t¨¦cnica de supervivencia.
S¨ª, el f¨²tbol ha cambiado. Tanto como para que en 45 minutos no pase nada y el campo parezca m¨¢s vac¨ªo que una playa en invierno. Puro orden, algo de talento, mucha precauci¨®n, mucho sosiego. Pero no ha cambado tanto como para derrumbar de un plumazo el mito de San Mam¨¦s. Tras el descanso, el Athletic se mir¨® en el espejo y vio lo que viene siendo. Y se emul¨® a s¨ª mismo. Mucho tuvo que ver en el asunto I?aki Williams, su velocidad, sus ganas, su desequilibrio para romper el p¨¦ndulo del encuentro. Vale que el muchacho est¨¢ desacertado en el regate y enfrentado al gol como si no le mirara a los ojos, pero su velocidad, su desmarque es fundamental cuando el Athletic tiende a la deriva. M¨¢s que lo que consigui¨®, prevaleci¨® su alteraci¨®n del orden establecido. Arras¨® su banda, donde Jaume Costa hab¨ªa vivido una pl¨¢cida noche de oto?o, hasta que Williams arranc¨® las hojas. Y eso que malgast¨® un mano a mano con Asenjo cuando dispar¨® al poste a porter¨ªa vac¨ªa. Pero el coraz¨®n ya palpitaba de otra manera y el Villarreal no ten¨ªa respuesta adecuada. Y lleg¨® el gol de Ra¨²l Garc¨ªa en un acto inusual de Williams, al ganar un bal¨®n a¨¦reo que Aduriz orient¨® a la porter¨ªa con su t¨¦cnica habitual. Su disparo lo repeli¨® Asenjo y Ra¨²l Garc¨ªa marc¨® a dos metros del gol.
Era como si se hubiese puesto a llover de pronto, como si Bilbao fuera Dinamarca. El gol descoloc¨® al Villarreal, que segu¨ªa acariciando el bal¨®n cuando necesitaba un trato m¨¢s exigente. Pudo empatar Bakambu, tras un c¨®rner, pero el bal¨®n se col¨® entre sus piernas con la mala fe del destino.
Y entonces lleg¨® otra cosa inhabitual en San Mam¨¦s: tres remates, tres, tuvo Aduriz para cerrar el partido y en ninguno acert¨®. O acert¨® Asenjo, inconmensurable en sus respuestas a la sa?a del delantero rojiblanco. Nada era normal en San Mam¨¦s. Ni eso, ni que se malgastaran 45 minutos en un tonteo adolescente, ni que Aduriz errase tres ocasiones de gol. Y vali¨® un gol, el de Ra¨²l Garc¨ªa. La justicia no es algo que cotice en el f¨²tbol.
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