Marcelo socorre al Real Madrid ante el Valencia
Un gran gol del lateral en los ¨²ltimos instantes alivia a los de Zidane ante un buen equipo ch¨¦
Con la garganta madridista anudada, a ¨²ltima hora apareci¨® Marcelo, un optimista de campeonato, y la hinchada de La Castellana brind¨® por todo lo alto. El juego del Real Madrid no le dio muchos motivos, pero la Liga a la vista requiere sumar y sumar. M¨¢s que nunca, el c¨®mo ya no es prioritario. El Valencia, con buen trazo toda la tarde, tuvo en vilo a los blancos durante 85 minutos. Al Madrid se lo llevaban los demonios, hasta que Marcelo salv¨® una vida para los suyos, que ya se ve¨ªan acongojados tras un partido en el que a todos les pudo la aflicci¨®n.
El Valencia, tan bacheado y turbulento toda la temporada, se plant¨® con viveza en Chamart¨ªn, sabedor de que un pelotazo en plazas as¨ª es lo ¨²nico que le queda para maquillar el curso. Apur¨® a su adversario de principio a fin. De hecho, antes del primer minuto una falta ejecutada por su portero, Diego Alves, origin¨® un mal despeje de Sergio Ramos que dej¨® a Santi Mina ante el flequillo de Keylor Navas. El meta costarricense rechaz¨® el primer remate y su poste izquierdo el segundo intento del atacante valencianista. Un aviso madrugador del cuadro de Voro; un reflejo de las neuronas del Madrid, ansioso antes de tiempo. Al equipo de Zidane se le vio inquieto desde el inicio, como si el primer segundo fuera el ¨²ltimo. Fruto de esa perturbaci¨®n malsana, lo mismo se pasaba de frenada que le faltaba una marcha. Ramos y Nacho no disimulaban su ch¨¢chara para corregir desajustes, los aspavientos de Cristiano eran evidentes. Nadie estaba c¨®modo, tanto por la pujanza del adversario como por las angustias propias. El Madrid no cuadraba el juego, demasiado espasm¨®dico, con alg¨²n brote bueno, muchos regulares y varios malos.
Una vez m¨¢s, nadie ventil¨® mejor al grupo de Zidane que sus laterales. Ni en jornadas de tiritona, Carvajal y Marcelo pierden el paso. Son la proa y la popa de este equipo. A ellos se sum¨® Modric, m¨¢s despierto que en las ¨²ltimas citas, y James, no siempre acertado, pero s¨ª activo y capaz de asumir riesgos, de intentar dar otro giro al devenir del encuentro.
La ausencia de gente como Isco y Asensio, jugadores con finura para dominar distintas suertes del juego, hace del Madrid un conjunto m¨¢s previsible, lo que no necesariamente le resta efectividad, porque tiene muchos repertorios. Sin mediapuntas como los mencionados, el equipo abusa del juego lateral y los centros a¨¦reos, sin techo. La deriva es constante, lo que elimina, por ejemplo, a futbolistas como Benzema, que no tiene forro de panzer. No a Cristiano, cada d¨ªa m¨¢s nueve nueve.
Poco antes de la media hora, el portugu¨¦s caz¨® un estupendo cabezazo tras una no menos formidable asistencia de Carvajal. A lo bien que enrosc¨® la pelota el lateral respondi¨® el luso con un remate de c¨¢tedra. Agazapado en el ¨¢rea, aceler¨® en el momento justo, emergi¨® a espaldas de Garay, tir¨® de p¨¦rtigas y con la cabeza mand¨® el bal¨®n a contrapi¨¦ de Diego Alves. Hay muchos Cristianos, uno de ellos, de los mejores, es un cabeceador sublime.
El gol anestesi¨® algo al Madrid, pero no alter¨® al Valencia, que tiene m¨¢s cesto de lo que demuestra. Es un mixto de futbolistas cuajados y con muchas cicatrices, como Garay, Parejo y Nani, y reclutas con tanto presente como futuro, caso de Carlos Soler y Lato, este ¨²ltimo una secuela m¨¢s de esa factor¨ªa de laterales zurdos fecundados en Mestalla (Jordi Alba, Bernat, Gay¨¢¡). Los guirig¨¢is institucionales hace a?os que tienen al vestuario cogido por la pechera. En el Bernab¨¦u, sin mucho que perder y bastante prestigio que ganar, actu¨® con soltura, sin cadenas. Relajado, pero ambicioso. Con la mirada al frente, no fue un incordio constante para Navas, pero mantuvo el partido vivo por con oficio y decisi¨®n.
El Madrid bien pudo sacudirse los agobios en el arranque del segundo acto. Benzema, en la ¨²nica oportunidad en la que un colega le cit¨® al pie, Marcelo en este caso, hizo de Benzema y con un tiro combado estrell¨® la pelota en el palo izquierdo de Alves. La jugada no tuvo fin hasta que Parejo dio un apret¨®n de pecho a Modric, que se desmoron¨® sobre el c¨¦sped. Un asistente interpret¨® que el forcejeo del capit¨¢n visitante fue terminal. No pareci¨® para tanto, pero el ¨¢rbitro decret¨® penalti. Mal rollo incluso para Cristiano. En los duelos esgrimistas de los penaltis, frente a Diego Alves no siempre est¨¢n claros los papeles de la v¨ªctima y el verdugo. El brasile?o ya le hab¨ªa detenido dos lanzamientos precedentes a CR. Esta vez fue el tercero de los cuatro pulsos que han tenido. Lo de Alves es incre¨ªble: lleva 25 aciertos en 53 ejecuciones. Alguien dijo que la intuici¨®n es la velocidad punta de la inteligencia. Ese es el recurso de este portero tan singular.
Con Alves encumbrado, al Madrid se le multiplicaron las dudas. Gobernaba el marcador, no el juego, lo que le hac¨ªa sentirse a la intemperie m¨¢s de la cuenta. Como si no supiera si remar o contener. Irrumpieron Asensio y Morata, pero no lleg¨® la templanza, nadie meti¨® la muleta. Con el tiempo a su favor, porque cada minuto disparaba el tensi¨®metro local, el Valencia esper¨® su momento. Una falta de Casemiro a Orellana dio la opci¨®n a Parejo, aquel ni?o que enamoraba a Di St¨¦fano durante su crianza en La F¨¢brica merengue. El de Coslada emboc¨® el bal¨®n en la escuadra derecha de Keylor.
Tras la igualada, quedaban poco m¨¢s de 10 minutos. En el Bernab¨¦u eso son dos mundos, por m¨¢s que el Madrid estuviera contra las cuerdas y en una sobremesa de zozobra. En este equipo nada es lo que parece, ni parece lo que es. Despert¨® la bestia y Marcelo, con un gran gol con la derecha, reparti¨® tila por todo Chamart¨ªn. Lo de Marcelo no solo es puntualidad. Nunca le distingui¨® la p¨²rpura de otros, por lo que tiene m¨¢s m¨¦ritos que reconocimientos. De momento, ¨¦l socorri¨® al Madrid en una Liga que ya no permite irse por la cuneta. Todo atajo vale.
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