Aquella noche del Cagliari
Fue el 4 de noviembre de 1970 y ninguno de los que acudieron lo ha olvidado. El Atl¨¦tico gan¨® 3-0 al Cagliari, campe¨®n italiano, los tres de Luis, y se desat¨® el delirio.
El Cagliari era y sigue siendo un club sin gran pedigr¨ª, pero entonces estaba viviendo un tiempo luminoso. Gan¨® el Scudetto y aliment¨® a la Azurra con seis titulares: Albertosi, Nicolai, Cera, Domenghini, Gori y Riva. Este ¨²ltimo fue estrella mundial. Alto, el¨¢stico, r¨¢pido, llevaba el 11, alternaba la posici¨®n de extremo con la de delantero centro y marcaba con facilidad, tanto de cabeza como con su zurda precisa. Gianni Brera, c¨¦lebre periodista italiano, le apod¨® El Ruido del Trueno. Impresionaba.
El enfrentamiento en octavos entre el campe¨®n de Liga espa?ol y el italiano atrajo la atenci¨®n de toda Europa. L¡¯Equipe lo llam¨®: ¡°la Copa de Europa de los latinos¡±.
El partido de ida ya fue tremendo. Rodri, portero del Atl¨¦tico, piensa que donde de verdad salv¨® el equipo la eliminatoria fue all¨ª, en el Sant¡¯Elia de Cagliari, el 21 de octubre: ¡°El ¨¢rbitro era un checoslovaco (Josek Krnavek) que desapareci¨® nada m¨¢s llegar all¨ª. Nuestros directivos hab¨ªan ido al aeropuerto a recibirle, porque algo se ol¨ªan pero desapareci¨® y no se le vio hasta la hora del partido¡±.
Consinti¨® todo al Cagliari, que en la primera mitad agobi¨® al Atl¨¦tico. Rodri par¨® una barbaridad. (Acumul¨® 47 intervenciones en el partido). En el minuto 42, una falta inexistente (una m¨¢s), un centro al ¨¢rea, Riva que se monta sobre Jayo y cabecea el 1-0. Aquello acab¨® con la paciencia de algunos: ¡°Ya se estaba endureciendo el partido, entonces lo hizo m¨¢s. Nosotros ten¨ªamos gente muy brava, como Ovejero o Jayo, por ejemplo¡±. Al poco del gol hay una trifulca b¨¢rbara en el medio campo, todos contra todos. Krvanek, que vio que aquello iba para cat¨¢strofe, acab¨® montando un congresillo de urgencia junto a los banquillos, con Calleja, Cera (capitanes), Domingo, Scopigno (entrenadores) y los dos linieres. Vuelta al juego y en el 52 (la interrupci¨®n dur¨® mucho) otro gol del Cagliari: Riva aparta a Jayo, el bal¨®n le llega a Gori, que marca. 2-0 y al descanso.
¡°Pero reaccionamos. Yo creo que la trifulca hizo reflexionar al ¨¢rbitro. Y ellos con dos goles se hicieron m¨¢s prudentes¡±. Justo entonces entraba en vigor el valor preferente del gol fuera de casa para casos de empate. (S¨®lo hasta cuartos de final, luego se extender¨ªa a todas las eliminatorias). El Cagliari dej¨® de apretar y le hizo un favor al Atl¨¦tico, que se adue?¨® del campo. En el 77 tuvo el premio, en una gran jugada de G¨¢rate por la izquierda, regateando a tres rivales, con pase final a Luis, que marca. Del 2-0, que exig¨ªa un 3-0 en la vuelta, al 2-1, para el que bastaba un 1-0, hab¨ªa un mundo.
El ambiente en la vuelta fue tremendo. Por primera vez vi un campo espa?ol con aspecto ingl¨¦s: bufandas rojiblancas, banderas rojiblancas, gorras rojiblancas, carracas rojiblancas¡ Eso lo hab¨ªamos visto en campos ingleses, pero no hasta ese d¨ªa aqu¨ª. La afici¨®n del Atl¨¦tico acudi¨® al partido con una pasi¨®n sin precedentes. El prestigio del Cagliari y los hechos del partido de ida provocaron la caldera.
Los colchoneros perdieron en Italia por 2-1
Y eso que entre un partido y otro se hab¨ªa producido una noticia favorable para el Atl¨¦tico: la lesi¨®n de Gigi Riva, v¨ªctima, cinco d¨ªas antes de la vuelta, de una entraba brutal de central Hof en el Prater de Viena, en un Austria-Italia.
Calder¨®n decidi¨® que socios y abonados fueran gratis. Acababa de completar la Operaci¨®n 40.000, para alcanzar ese n¨²mero de socios. Quer¨ªa un estadio lleno. Era el cuarto a?o del nuevo campo y estaba costando mucho acostumbrar al madrile?o a visitarlo. Fue un acierto
El partido es a las nueve, en una noche templada y sin viento. Por el Atl¨¦tico juegan: Rodri; Melo, Jayo, Calleja; Adelardo, Iglesias; Ufarte, Luis, G¨¢rate, Irureta y Alberto. Son los mismos de la ida salvo Ovejero (lesionado) y Salcedo, que dejan su sitio a Iglesias y Alberto. El Cagliari sale sin Riva, pero con sus otros cinco internacionales m¨¢s el portugu¨¦s Nene, de terrible disparo de lejos.
Aquel era un gran Atleti, es hora de decirlo. Lo entrenaba Marcel Domingo, exportero de la casa, y ten¨ªa clase, genio, seguridad y calidad. Jugaba 4-4-2 (Alberto era un falso extremo) y por la banda izquierda aparec¨ªa con frecuencia G¨¢rate, o sub¨ªa Calleja. En la derecha, Ufarte era un demonio y le desdoblaba Melo si hac¨ªa falta. Luis era sabio, constante, l¨ªder y goleador. Adelardo, Irureta y Alberto llenaban de juego el medio campo. Los centrales eran feroces. Rodri era seguro y decidido.
El Cagliari era un gran equipo con Riva, Albertosi...
El Cagliari espera. Su baza es cazar un contraataque y no encajar, o uno a lo sumo. El Atl¨¦tico va y va. Melo y Calleja suben G¨¢rate se mueve para abrir la defensa, Ufarte intenta lo suyo, Luis amenaza¡ Pero es dif¨ªcil meter el cuchillo ah¨ª. El campo es un griter¨ªo continuo salvo cuando llega alg¨²n contrataque del Cagliari, que a falta de Riva intimida con Domenghini, bien conocido desde sus ¨¦xitos en el Inter de Helenio Herrera. Los contraataques silencian fugazmente el campo. Y eso que nunca son servidos por m¨¢s de tres jugadores.
Al fin, en el 33, una buena jugada de Calleja termina con centro al ¨¢rea, hay un despeje un poco precario y Luis recoge en su zona y la cuela con el exterior, con habilidad, por la ¨²nica rendija que ve. ?1-0! Ahora tendr¨¢n que abrirse, pensamos todos¡
Pero no. Siguieron ah¨ª metidos hasta el descanso, y a¨²n despu¨¦s. Sent¨ªan que un gol a¨²n les clasificar¨ªa, que podr¨ªa llegar en cualquier momento, y lo mismo sent¨ªa la afici¨®n, que se debat¨ªa entre el entusiasmo y el temor. Sigue el ataque constante, sigue la defensa italian¨ªsima. En el 71, Ufarte se cuela, Tomasini le carga a destiempo y le derriba. El gal¨¦s Ronald Jones se?ala penalti, protestad¨ªsimo por los italianos. Penalti casero, digamos. Antes del lanzamiento, Tomasini comente un segundo error, que es darle un patad¨®n al bal¨®n, que estaba ya sobre el punto de penalti. Jones le expulsa.
As¨ª que 2-0 y con diez. Ahora s¨ª est¨¢n las cosas mal para el Cagliari, que se despliega por fin. El Atl¨¦tico, entre el bot¨ªn y la fatiga (ha cargado con el peso del partido durante m¨¢s de una hora), afloja. Vuelve el miedo. ?Y si marcan? ?Y si hay pr¨®rroga? Ellos est¨¢n con diez pero los cl¨¢sicos recuerdan aquella boutade de Helenio Herrera, de que con diez se juega mejor que con once. El p¨²blico no cesa de animar y agitar sus colores, pero el aire del partido no es el mismo. Ese siniestro temor a la ciencia maquiav¨¦lica del f¨²tbol italiano acecha a todos. As¨ª hasta el 89, cuando G¨¢rate se va por la izquierda, cede a Luis y ¨¦ste marca su tercer gol de la noche, cuarto de la eliminatoria. Es el delirio. Hay invasi¨®n del campo para abrazar a los jugadores. Los italianos piensan que el partido est¨¢ acabado, Jones dice que no. Todav¨ªa hay que jugar un minuto, que es una fiesta en las gradas. Ya nadie mira al campo, todos se abrazan, se felicitan como si todos fueran Luis, el de los tres goles, que entonces no se llamaban hat-trick.
Nadie de los que estuvieron en el campo lo ha olvidado.
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