Benzema para siempre
El franc¨¦s merec¨ªa quedarse en las repeticiones con una jugada as¨ª, con una maniobra que resume los mejores a?os de su carrera
Benzema merec¨ªa la jugada que hizo en el Calder¨®n. Ning¨²n jugador la merec¨ªa como ¨¦l, despu¨¦s de tantos a?os. Y despu¨¦s de tantas Champions. Karim Benzema merec¨ªa quedarse en las repeticiones con una jugada as¨ª, con una maniobra que resume los mejores a?os de su carrera: arrinconado en una esquina del campo con tres contrarios delante, delante de la porter¨ªa con tres contrarios detr¨¢s.
Ocurri¨® al final de la primera parte, con el Atl¨¦tico acumulando fuerzas para la ¨²ltima embestida contra un Madrid tan bien plantado en el campo como descalabrado en el marcador. Cristiano Ronaldo sac¨® de banda a toda prisa y mand¨® a Karim Benzema a pelear sin espacio contra Savic, God¨ªn y Gim¨¦nez; fue un acto de irracionalidad que s¨®lo pod¨ªa acabar bien con otro. Uno de esos saques laterales que recordaron al Madrid de Ra¨²l, cuando el 7 recib¨ªa a espalda de la defensa. As¨ª se empez¨® a ganar una Copa de Europa en Glasgow, as¨ª se empez¨® a ganar otra en el Calder¨®n. Esta vez como producto de una jugada milagrosa no del Madrid de Ra¨²l sino de Redondo, cuando el divino 5 tumb¨® Old Trafford, el teatro de los sue?os, con un taconazo legendario que se ha quedado en la historia de la Champions.
Benzema, de espaldas, amag¨® con buscar apoyos atr¨¢s y en la finta se llev¨® a sus marcas para ponerse de cara a la porter¨ªa aceptando el envite. El conservador Benzema, tan generoso y con tanto sentido com¨²n, salt¨® por la ventana a medianoche y se subi¨® a la rama de un ¨¢rbol para irse a la fiesta ¨¦l solo. El primer movimiento fue h¨¢bil pero temerario. As¨ª que se fue encerrando solo llev¨¢ndose la pelota con ¨¦l mientras sub¨ªa la segunda l¨ªnea del Madrid. Entonces, en lugar de asistir, encar¨®. Se fue a por todos, y los fue dejando atr¨¢s cambiando la pelota de pie como un trilero de cubilete. Agotado, cuando a¨²n le quedaba un rival, volvi¨® a culebrear en un espacio m¨ªnimo, casi invisible, que s¨®lo ¨¦l abri¨®, que s¨®lo ¨¦l encontr¨® porque no hab¨ªa otro jugador en el campo que pudiese hacer algo as¨ª. Y si dos segundos antes el Madrid hubiese firmado un c¨®rner, dos segundos despu¨¦s marcaba un gol.
As¨ª se clausur¨® un partido que en el minuto 20 estaba hecho para la gran gloria del Atl¨¦tico de Madrid: dos goles como dos rel¨¢mpagos, el estadio como una pira y las emociones desparramadas sobre el c¨¦sped para despedir el Calder¨®n de Europa con el partido del siglo. Y fue entonces, en ese momento exacto en que los barcos empiezan a hundirse sin remedio, cuando Isco y Modric sujetaron el partido, lo trajeron junto a ellos y empezaron a llevar el volc¨¢n rojiblanco al ¨¢rea de Oblak. Al lugar exacto en el que las Copas de Europa las deciden golpes solitarios de genio.
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