Recital de Contador y Froome en la octava etapa de la Vuelta ganada por Alaphilippe
El espa?ol tira de orgullo y entra por delante del brit¨¢nico en el sprint final tras una exigente subida en Xorret del Cat¨ª
Chris Froome es un tipo sincero. No suele mentir, pero la mentirijilla no es pecado. Y cuando firmas la paz, a veces el cuerpo te pide guerra. Dec¨ªa anteayer el brit¨¢nico que hasta la jornada de descanso deb¨ªa observar la carrera m¨¢s que afanarse en atesorar m¨¢s segundos frente a sus rivales. Cuando pasaran las cumbres alicantinas, antes de la jornada de descanso del lunes, ya ver¨ªa qu¨¦ era lo procedente para la siguiente semana, antes de la contrarreloj de Logro?o que le resulta tan agradable para firmar distancias m¨¢s solventes.
Alberto Contador habla todos los d¨ªas antes de ponerse en marcha. Y en la salida de Hell¨ªn de la octava etapa de la Vuelta a Espa?a, lanzaba un mensaje a sus rivales anunci¨¢ndoles que no deb¨ªan esperar a sus ataques, sugiriendo que todos ellos deb¨ªan ser responsables de sus afanes. Su esp¨ªritu guerrillero, su actitud indomable ven¨ªa marcando una estela, una l¨ªnea recta en la primera semana de la carrera.
Mentirijillas del brit¨¢nico y del espa?ol. Mentiras piadosas, ansias que van m¨¢s all¨¢ de los planteamientos, porque la carrera tiene vida propia y el cuerpo maneja siempre distintas respuestas. Cuando la victoria de etapa ya era un debate a tres entre Alaphilippe, Majka y Polanc, resuelto con facilidad por el primero, explosivo, intratable en estos finales; por detr¨¢s Froome parec¨ªa dormitar en la mitad del pelot¨®n. A Contador le pudo entonces el nervio, y su verdad se convirti¨® en maravillosa mentira. Lanz¨® un ataque de los suyos mientras el Sky recolocaba a Froome en la cabeza del pelot¨®n. Contador ten¨ªa alma de lobo solitario, porque Contador est¨¢ bien y solo lamenta la indigesti¨®n de Andorra que le sali¨® cara. Froome lo caz¨® con su pedalada tensa y su ritmo endiablado.
El Xorret (chorrito en valenciano) del Cat¨ª recog¨ªa chorretadas de sudor sobre el duro asfalto arrugado de sus dolorosas pendientes, que llegan a alcanzar el 22% de pendiente. Los ciclistas no ten¨ªan tiempo de aspirar el perfume de las genistas que abundan por esta zona. Fuera por el ataque de Contador, fuera porque no hab¨ªa dicho toda la verdad (no est¨¢ obligado, el ciclismo es para listos), Froome aument¨® el ritmo y se fue junto a Contador. All¨ª los dos juntos, uno que acaba su carrete y otro que a¨²n tiene hilo para rato, los dos jefes de la carrera, los amos de la fiesta.
Ni Chaves, ni Nibali, ni Aru, ni De la Cruz, ni los Yates y compa?¨ªa pudieron seguir la explosi¨®n de los dos ciclistas, ambos vestidos de rojo: de l¨ªder el brit¨¢nico, de su equipo, el espa?ol.
Y ya puestos en combate, Froome se fue de Contador con el molinillo de sus piernas delgadas, siempre sentado en la bicicleta. Pero Contador no perdi¨® la calma. Quedaba el llano y confiaba en recuperar el liger¨ªsimo terreno perdido. Y caz¨®. Y se permiti¨® batir en el sprint al l¨ªder porque siempre hay que cuidar los detalles. Siempre hay algo m¨¢s que triunfos o segundos en juego. El prurito importa m¨¢s que el protocolo. Y Contador gan¨® el sprint de los jefes, cuando ya Alaphilippe, un ciclista de futuro soleado, se refrescaba tranquilo tras ganar f¨¢cilmente a sus dos rivales.
Las v¨ªctimas fueron las habituales. M¨¢s segundos a Nibali, Aru, Chaves y compa?¨ªa, porque hasta ahora la Vuelta se mide en segundos, por m¨¢s que la carretera se convierta en pared y el sol sea una bola de fuego que revienta de sudor, que quema hasta el higadillo. Y eso que todo hab¨ªa comenzado raro, raro, con la expulsi¨®n de Barguil (aqu¨ª hubiera sido un hombre importante) por parte de su propio equipo acusado de indisciplina en Cuenca con su l¨ªder Kelderman. Y acab¨® con la normalidad habitual. Unos que luchan por delante y otros que discuten por detr¨¢s. Con Froome y Contador dirigiendo el debate. Mejor, monopoliz¨¢ndolo.
Al final, cuando la carretera se dobl¨®, Contador y Froome dijeron la verdad. Y en la l¨ªnea de meta la ratificaron. ¡°Quiz¨¢s no necesitaba atacar para conseguir m¨¢s segundos pero me encontraba bien y...¡±, dijo el brit¨¢nico. ¡°Me encuentro muy bien y por eso he atacado¡±, dijo el espa?ol. Y los dos tan contentos.
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