Nadal erosiona a Mayer y ataca los octavos del US Open

La tarde es tempestuosa en Nueva York. En el exterior de la pista Arthur Ashe sopla un viento fr¨ªo, llueve y el ambiente en Flushing Meadows es desangelado, aunque las r¨¢fagas regalan de vez en cuando un embriagador olor a barbacoa. En el interior, la atm¨®sfera tambi¨¦n es g¨¦lida y Rafael Nadal sufre porque no consigue dar con la tecla pese a la insistencia. La explicaci¨®n es sencilla: Leonardo Mayer est¨¢ sirviendo como los ¨¢ngeles y aprieta, mientras que ¨¦l no atina hasta la 14? opci¨®n de break. Entonces s¨ª, convertida esa bola y esa rotura que se le escurr¨ªa una y otra vez entre las manos, tir¨® el muro (6-7, 6-3, 6-1 y 6-4, en 3h 15m) y encendi¨® a la grada. Los octavos de final en el bolsillo, pero¡­

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Pero a Nadal volvi¨® a costarle entrar en calor y se le volvi¨® a atragantar durante un rato el rival, esta vez el argentino (59 del mundo); las noches atr¨¢s, Dusan Lajovic (85) y Taro Daniel (121), contrincantes que no representaban a priori grandes complicaciones. Tres partidos muy similares, traducidos en arranques dif¨ªciles no tanto por una oposici¨®n excesivamente elevada del adversario como por los apuros del propio Nadal, que estos d¨ªas no est¨¢ a gusto en la pista y no da con su juego. ?l lo sabe y as¨ª lo transmite; sobre la pista, con muchos gestos, y fuera de ella con un discurso autocr¨ªtico y abierto en el que revela que est¨¢ jugando nervioso y que desconoce el por qu¨¦.

Hasta el desempate, en esta ocasi¨®n hab¨ªa completado un buen primer parcial; no brillante, pero s¨ª correcto. Sin embargo, Mayer se le peg¨® como un chicle a la suela de un zapato. El argentino (30 a?os) olisque¨® las dudas del mallorqu¨ªn y se enganch¨®. Jug¨® muy bien de rev¨¦s y sac¨® de maravilla, que consten los m¨¦ritos, pero Nadal se nubl¨® durante media hora y muchas bolas que eran francamente asequibles se le iban con frecuencia a la red. El bache se evidenci¨® sobre todo durante el tie-break, ganado con relativa facilidad por Yaca Mayer, de repente este en un escenario que deseaba y probablemente no esperaba: un set por encima y Nadal confuso.

En el box del n¨²mero uno, rostros muy serios. Se reprochaba el balear cada vez que erraba y la historia se pon¨ªa gris. Demandaba un giro brusco para escapar de esa espiral y este lleg¨® a fuerza de orgullo, persistiendo hasta que logr¨® el ansiado break despu¨¦s de 13 oportunidades frustradas (6 aciertos en 25 oportunidades, en total). Entonces s¨ª, Mayer se acab¨®. Set arriba, tuvo a Nadal desorientado y lo dej¨® escapar. Craso error. El que termin¨® de los nervios fue ¨¦l. ¡°?A m¨ª me est¨¢ jodiendo con el saque y a ¨¦l nada! ?Mir¨¢ cu¨¢nto tarda!¡±, grit¨® en direcci¨®n a su banquillo, poco despu¨¦s de que el juez Pascal Maria le castigase con un warning por tardar en el servicio. Del dominio a la impotencia hay una delgada l¨ªnea.

Se repiti¨® la din¨¢mica de las dos primeras rondas: complicaci¨®n y desenredo. Un triunfo con dos caras. Resuelta la segunda manga, Nadal se sobrepuso a la negaci¨®n y cabalg¨®. Ahora bien, el juego contin¨²a sin ser del todo ¨®ptimo y precisamente a eso, desde la ¨®ptica positiva, se aferra Nadal. Hasta ahora ha estado lejos del nivel del resto del a?o, por lo que tiene un ampl¨ªsimo margen de maniobra en este torneo. A falta de tino, victorias, que no es poco, m¨¢s bien much¨ªsimo. Pod¨ªa haberse desesperado y no lo hizo. Tuvo un temple de acero y progres¨®. Alexandr Dolgolpolov (6-1, 6-0 y 6-4 a Viktor Troicki) ser¨¢ la pr¨®xima prueba. Escapa Nadal del apuro y avanza, pero sigue sin dar con el gran Nadal.

Est¨¢ a tiempo.