Valverde, el otro Messi del Bar?a
El realismo, la sensatez y el buen ojo del t¨¦cnico azulgrana han sido clave en la remontada de un club que se ve¨ªa a la deriva hace solo cuatro meses tras perder a Neymar y ser vapuleado por el Real Madrid
Como el apasionado amante de la fotograf¨ªa que es, Ernesto Valverde tiene buen ojo para la realidad: hay lo que hay. Pese al eco estruendoso que supone ser entrenador del Bar?a, el Txinguirri se aleja del espumoso mundo de los narcisos, circula de puntillas, normaliza el estado de la cuesti¨®n y act¨²a en consecuencia. Pocos como ¨¦l para hacer de la necesidad virtud. Si Messi tira del Bar?a en el campo, Valverde es quien remienda al equipo y a la instituci¨®n con sosiego, sensatez y un paso lateral acorde con su apodo de hormiga.
En cuatro meses ha logrado anestesiar al club frente a tanto chasco y tanto desprop¨®sito: el regate de Neymar, el rev¨¦s fulgurante con Dembel¨¨, la ca¨ªda posterior de Umtiti, un partido sin p¨²blico en el Camp Nou, un secretario t¨¦cnico que se deja retratar con Arthur vestido de azulgrana en el hogar de Gremio, un portavoz sin cremalleras labiales al hablar de los ilegales contactos con Griezmann, una tot¨¦mica foto entre Messi y el presidente que se demora y demora¡ Cualquiera hubiera puesto el grito en el cielo con toda la raz¨®n del mundo. Valverde, no. ?Qu¨¦ hacer? Pues habr¨¢ que apa?arse un rato con Deulofeu, sacar lo mejor que se pueda de Paco Alc¨¢cer, rescatar de las catacumbas a Vermaelen, dar tiempo a un fichaje sin purpurina como Paulinho, prescindir si no queda otra del 4-3-3 sacralizado por el barcelonismo...
Y no solo eso. Tambi¨¦n tener paciencia con la sequ¨ªa de Luis Su¨¢rez y los siniestros de la Argentina de Messi en su infernal rumbo a Rusia 2018. Por el camino, el m¨ªster ha tenido que regular a Iniesta y gestionar, sin fogata alguna, un descanso para Leo en una plaza de altura como Tur¨ªn. M¨¢s a¨²n. Al Txingurri le ha tocado asistir al mayor embrujo de una estrella que se haya conocido: los 14 remates de La Pulga a los postes. Abracadabrante.
Cada intervenci¨®n de Valverde, con la pizarra o en la sala de prensa, ha sido agua bendita para un Bar?a que arranc¨® el curso con el cr¨¢ter de Neymar y vapuleado por el Real Madrid en la Supercopa. Lejos de sentirse desamparado, Valverde concili¨® con Valverde y aplic¨® las recetas necesarias ante el supuesto ocaso que se avecinaba. A falta de Neymar, perfil¨® un equipo m¨¢s mosquetero, m¨¢s gremial, comprimido entre Ter Stegen y Messi.
Con el equipo en urgencias y la hemorragia posNeymar no hab¨ªa tiempo para tertuliar sobre el distinguido estilo que ha entronizado universalmente al Bar?a. Entre otras cosas, porque quien finalmente ha tenido que relevar a Neymar ha sido el maduro Paulinho alistado desde el jubileo de China, nada que ver con el emergente y jovial Dembel¨¨. Como resultado, un Bar?a mucho m¨¢s eficaz que deslumbrante. En cierto modo, el ¨²nico Bar?a posible en estos meses en los que Valverde ha tenido que rumiar con un sinf¨ªn de vicisitudes. Y lo ha hecho siempre moderado, sin un mal gesto, sin una mala palabra, alejado del centro del escenario. Ni siquiera cuando le birlaron dos goles como dos soles, como los anotados ante el Valencia y el Deportivo. Lejos de pasarse de la raya el caballero Txingurri record¨® que el que se hab¨ªa pasado de la raya fue el bal¨®n con el que el Bar?a abri¨® el marcador ante el M¨¢laga.
El Bar?a ha encontrado en este sabio entrenador con aire franciscano al mejor curandero posible. Que lidere la Liga y tenga a la vista los octavos de la Copa de Europa se debe tanto a Messi como al cuerdo, juicioso y reflexivo Valverde. Sea cual sea su testamento final, el Txingurri, con su enmienda a la realidad, ya merecer¨ªa mayores dichas externas. En nada le afectar¨ªa a alguien tan distante de un pavo real y ayudar¨ªa al barcelonismo a no deformarse ante el espejo. A verse con exactitud por la mirilla de Valverde, porque no hay t¨¦cnico a la vista que fotograf¨ªe mejor. En blanco y negro o en color, este Bar?a de entretiempo tanto cuelga del?flash de Messi como del visor del Txingurri.
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