Mascherano: m¨¢s pico que pala
Tanto empe?o pusimos en amarlo y respetarlo que, a falta de f¨²tbol, comenzamos a elogiar su discurso
Cada vez que mi padre se encuentra en el brete de definirme, lo que nunca resulta un buen negocio, suele recurrir a una vieja an¨¦cdota de Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, su gran referente vivo. Mirando al vac¨ªo, que es como el viejo acostumbra a hablar de la familia, explica c¨®mo uno de los colaboradores del programa se lanza a ponderar las cualidades arquet¨ªpicas de los futbolistas argentinos en los t¨¦rminos habituales: serios, comprometidos, esforzados, contundentes¡¡°Futbolistas de pico y pala, Jos¨¦ Mar¨ªa¡±, enfatiza el ponente, a lo que Supergarc¨ªa contesta que, en los ¨²ltimos tiempos, abundan m¨¢s los expertos en el arte de darle al pico que a la pala. La s¨¢tira del locutor, ateni¨¦ndonos a la versi¨®n paterna, tendr¨ªa como objetivo ¨²ltimo a Jorge Valdano, blanco predilecto de Garc¨ªa y santo de escasa devoci¨®n para mi padre, lo que convierte el entusiasmo con que suelo acoger la comparaci¨®n en mi propia sentencia.
En las ocurrencias de Garc¨ªa y mi progenitor pensaba yo al repasar la trayectoria de Javier Mascherano en el Bar?a, ahora que parece confirmada su marcha al f¨²tbol chino de la mano de Manuel Pellegrini. Sobre el terreno de juego, su acci¨®n m¨¢s memorable bien podr¨ªa ser aquella entrada in extremis sobre Nicklas Bendtner, reacci¨®n desesperada de un h¨¦roe inesperado en el ¨²ltimo suspiro de una eliminatoria (octavos de final de la Liga de Campeones, frente al Arsenal) que pudo resultar definitiva.
Es el tipo de jugadas que los cul¨¦s acostumbramos a contemplar con los ojos cerrados, apenas un par de segundos en los que docenas de cat¨¢strofes similares desfilan frente a nosotros, como si esper¨¢semos la muerte. Felizmente, la repetici¨®n nos sac¨® de dudas y entre todos aupamos al argentino a un pedestal del que ya no se bajar¨ªa jam¨¢s, incluso cuando llamarlo el Jefecito empez¨® a parecernos una burla, no un cumplido. ¡°Despu¨¦s de cinco, seis meses, pens¨¦ que era poco probable estar aqu¨ª mucho tiempo. Mis caracter¨ªsticas parec¨ªan ir en contra de todo lo que representaba el Barcelona", confes¨® en una entrevista concedida al peri¨®dico The Guardian en 2016, una obviedad que decidimos pasar por alto todos estos a?os en agradecimiento a tan milagroso tacleo.
Ni siquiera el protectorado de Guardiola, que lleg¨® a envestirlo con el t¨ªtulo honor¨ªfico de ni?ita de sus ojos, ocultaba sus limitaciones. Tampoco el empe?o de Messi por multiplicarse y difuminar con colores vivos el gris oscuro, casi negro, que predominaba en la paleta de su compatriota. Tanto empe?o pusimos en amarlo y respetarlo desde aquella feliz intervenci¨®n que, a falta de f¨²tbol, comenzamos a elogiar su discurso. De repente, hablar mucho y hablar bien nos parec¨ªa tan importante como sacar el bal¨®n jugado desde la cueva, incluso m¨¢s.
Desde los tiempos de Koeman, y salvo desastrosas excepciones, a los centrales del Bar?a se les presupon¨ªa un cierto criterio con el bal¨®n en los pies. En el caso concreto de Javier, bast¨® con el que cre¨ªmos intuir en sus palabras. Por eso la aventura china representa para ¨¦l un reto que ya no le puede brindar el f¨²tbol espa?ol: el del perfecto dominio de un nuevo idioma.
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