Manchester todav¨ªa llora a los ¡®Busby Babes¡¯
Hace 60 a?os, la tragedia a¨¦rea de M¨²nich acab¨® con ocho j¨®venes estrellas de un United destinado a la gloria
El 6 de febrero de 1958 qued¨® para siempre como una fecha luctuosa del f¨²tbol. Ese d¨ªa, del que se cumplieron 60 a?os el pasado martes, se estrell¨® el Elizabeth Class G-Alzu AS-57, de la BEA, en el aeropuerto de M¨²nich. De los 43 pasajeros murieron 23, entre ellos ocho jugadores del Manchester United, cuyos nombres son honrados en el museo del club: Geoff Bent, Roger Byrne, Eddie Colman, Mark Jones, David Pegg, Tommy Taylor, Liam Whelan¡ y Duncan Edwards, el favorito de todos. ?l no muri¨® en el acto, sino tras 15 d¨ªas de agon¨ªa. Dos jugadores m¨¢s, Johnny Berry y Jackie Blanchflower, quedaron in¨²tiles.
Aquel era el gran equipo ingl¨¦s del momento. Una creaci¨®n de Matt Busby, con muchos j¨®venes genios. Tan era as¨ª, que los llamaron los Busby Babes. Hab¨ªa ganado las dos ¨²ltimas ligas inglesas. La primera le dio acceso a la segunda Copa de Europa, en la que elimin¨® al Athletic de Bilbao y cay¨® ante el Madrid de Di St¨¦fano. Ahora estaba clasificado para las semifinales de la tercera edici¨®n, tras eliminar al Shamrock Rovers, Dukla de Praga y Estrella Roja. Aquel viaje era, precisamente, el de regreso de Belgrado, con escala en M¨²nich para repostar. Una vez hecho, el avi¨®n, con mucha nieve sobre las alas, tuvo problemas para elevarse. El piloto abort¨® dos intentos; en el tercero consigui¨® elevar el morro, pero se estrell¨® en las copas de los ¨¢rboles del fondo de la pista.
Entre los supervivientes estuvieron el propio Matt Busby y Bobby Charlton. Realmente ilesos, s¨®lo resultaron dos, el meta norirland¨¦s Henry Harry Gregg y el defensa Bill Foulkes. Gregg tuvo una actuaci¨®n heroica. Entr¨® repetidas veces en el avi¨®n en llamas para rescatar supervivientes. As¨ª sac¨® a Matt Busby, Bobby Charlton, Jackie Blanchflower y Denis Viollet, del equipo, y tambi¨¦n a Vera Lukic, la mujer embarazada de un diplom¨¢tico yugoslavo, y a su hija Vesna.
El d¨ªa 19 volvi¨® a jugar el equipo. Fue partido de Copa contra el Sheffield Wednesday, ante una multitud de 60.000 espectadores. Jugaron Gregg y Foulkes, junto a un agregado de suplentes, juveniles y alguna cesi¨®n de urgencia. Ganaron 3-0. Busby envi¨® un mensaje grabado, que se escuch¨® con un silencio solemne: ¡°Damas y caballeros, les hablo desde una cama en el hospital de M¨²nich (...) Les gustar¨¢ saber que los jugadores que quedan y yo mismo nos vamos reponiendo poco a poco¡±.
Pero no era verdad respecto a uno de ellos, el celeb¨¦rrimo Duncan Edwards, que muri¨® dos d¨ªas despu¨¦s. Ten¨ªa 21 a?os. Los detalles de su agon¨ªa tuvieron en vilo a Inglaterra. El primer d¨ªa pidi¨® que le buscaran en los restos del avi¨®n el reloj de oro que le hab¨ªa regalado el Madrid el a?o anterior, y apareci¨®. Luego se fue deteriorando. Ten¨ªa los ri?ones destrozados, se pidi¨® uno artificial, que tard¨® en llegar y no funcion¨® bien. Al final deliraba: ¡°?A qu¨¦ hora empieza el partido contra los Wolves, Jimmy? ?Hay que estar preparados!¡±.
Fue un prodigio de precocidad. A los 11 a?os jugaba con chicos de 15, a los 15 le fich¨® el Manchester, a los 16 fue titular, debut¨® con Inglaterra con 18 a?os y 183 d¨ªas, r¨¦cord entonces. Grande, incansable, de t¨¦cnica superior, jugaba de medio, con el 6, apoyando a la defensa y al ataque. Bobby Charlton coment¨® sobre ¨¦l: ¡°Ten¨ªa salto, fuerza, visi¨®n... Desplazaba el bal¨®n a sesenta metros con cualquiera de las dos piernas. Es el ¨²nico futbolista ante el que me he sentido inferior¡±.
Para entonces, toda Europa le conoc¨ªa ya, tras un Alemania-Inglaterra en Berl¨ªn en 1956. Los alemanes eran campeones del mundo. Inglaterra gan¨® 1-3, con Duncan Edwards como estrella del partido, autor del primer gol. Con s¨®lo 19 a?os.
Su entierro en su ciudad natal, Dudley, congreg¨® a millares de personas de toda Inglaterra. Si usted va por all¨ª, ver¨¢ sin duda flores frescas en su tumba. A¨²n en 1993, su madre, ya anciana, declaraba que no hab¨ªa d¨ªa del a?o en que no se acercara alguien a casa, a interesarse por recuerdos de ¡°mi peque?o Duncan¡±.
En la iglesia de Saint Francis, en la que se celebr¨® su multitudinario responso, dos vidrieras santifican su recuerdo, vestido de futbolista. En una, con el rojo del Manchester United, en la otra, el blanco de Inglaterra. Y con estas respectivas leyendas: God is with us for our Captain [Dios est¨¢ con nosotros por nuestro capit¨¢n] y Though there be many members yet is there one body [Aunque hay muchos cuerpos, solo hay un alma].
</CF>En 1968, el Manchester gan¨® la Copa de Europa, con Matt Busby, Foulkes y Bobby Charlton, supervivientes del desastre. Y con Brennan, debutante en aquel partido ante el Sheffield. Cuando Charlton levant¨® la copa, se sinti¨® raro. Pens¨® que quien deb¨ªa estar ah¨ª con ella en alto era Duncan Edwards.
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