M¨¢rquez, para lo bueno y para lo malo

Rara vez los contratiempos le han sentado tan mal a Marc M¨¢rquez. Es un piloto curtido en la adversidad. Tan poca cosa en sus primeros a?os de competici¨®n, que adem¨¢s de tener que cargar su menuda moto con casi 20 kilos de lastre, se inflaba a zumos de frutas: un litro y medio cada d¨ªa: pl¨¢tano, manzana, naranja... Le cost¨® dar el estir¨®n. Y andaba siempre por los suelos. Pero era endiabladamente r¨¢pido. O se ca¨ªa o ganaba. Lo mismo cuando le ven¨ªan mal dadas. A las sanciones o problemas siempre respondi¨® a lo grande. O a lo torero. ¡°Puerta grande o enfermer¨ªa¡±, dec¨ªa hace unos a?os. Y as¨ª se le recuerdan carreras m¨ªticas en Portugal o en Valencia, en Moto3 y en MotoGP.

Ayer, en Argentina, donde solo ha sido capaz de lo mejor y de lo peor ¡ªhasta ahora contaba dos victorias y dos ca¨ªdas¡ª, no fue capaz de canalizar bien esa energ¨ªa arrolladora. El campeon¨ªsimo err¨® un tiro detr¨¢s de otro.

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Una ¡®pole¡¯ de locos para Jack Miller

Era el favorito. Pero equivoc¨® el primer paso: la elecci¨®n del neum¨¢tico. Y todo se vino abajo. Como un castillo de naipes. Cometi¨® una irregularidad detr¨¢s de otra. Y pese a que pidi¨® disculpas, ¨¦l es el primero que sabe que las normas est¨¢n para cumplirlas y que hay espacios por donde apenas cabe una hormiga. Y gracias.

Las ansias de ganar, primero, de remontar, despu¨¦s, le dejaron, finalmente, en la 18? posici¨®n, sin un m¨ªsero punto que sumar a su casillero en esta segunda carrera del calendario. Y despu¨¦s de acumular tres sanciones en una misma prueba, la primera por desplazarse con el motor en marcha de su posici¨®n en la parrilla de salida al apag¨¢rsele el motor; la segunda y la tercera por una acci¨®n irresponsable en la pista: primero ech¨® de una curva a Aleix Espargar¨® para meterse ¨¦l, despu¨¦s se le quiso colar por el interior a Rossi y acab¨® provocando su ca¨ªda ¡ª¡°Ahora aqu¨ª no vengas, vete a cagar¡±, le dir¨ªa despu¨¦s Uccio, del equipo de Rossi, cuando fue a pedirle disculpas nada m¨¢s llegar al box¡ª. M¨¢rquez, de sanci¨®n en sanci¨®n, tuvo que hacer primero un paso obligado por el pit lane, luego tuvo que ceder una posici¨®n y finalmente fue castigado con 30 segundos. De modo que el quinto puesto en que cruz¨® la meta no le vali¨® de nada.

Era el favorito. Por mucho que no se hubiera llevado la pole position. Hab¨ªa sido el m¨¢s r¨¢pido casi en cada sesi¨®n del fin de semana. En seco y en mojado. Le gusta el circuito. Es un trazado ancho, 16 metros de pista, cuatro m¨¢s que algunos de los circuitos europeos, puras ratoneras, en los que se queda sin espacio para hacer derrapar su moto en las frenadas, a la entrada de las curvas, sin espacio para tirar de toda su agresividad. No le importa que apenas tenga agarre. A ¨¦l esa sensaci¨®n le agrada. Y si a sus rivales les incomoda, qu¨¦ mejor escenario para marcar las diferencias.

Adem¨¢s, a nadie se le escapa que esta Honda es mejor que la del a?o pasado, con la que fue capaz de ganar el t¨ªtulo. El motor es m¨¢s potente. No le saca los colores la Ducati en las rectas, no sufre tanto en aceleraci¨®n. Y si faltaban por ajustar una serie de detalles, al parecer, el equipo ha conseguido ponerlo todo en su sitio antes de lo esperado y gracias a un test privado en Jerez. De modo que M¨¢rquez aterriz¨® en Termas m¨¢s contento que unas casta?uelas. ¡°Esta moto es mejor incluso que la de principio del a?o¡±, se le escap¨®.

No le sirvi¨® de nada.

Al menos, no en Argentina.

Miller, el mismo que hizo una apuesta de locos para llevarse la pole el s¨¢bado, con neum¨¢ticos de seco y sobre una pista a ratos empapada, a ratos seca, hab¨ªa decidido salir a la parrilla con gomas lisas. Hab¨ªan ca¨ªdo cuatro gotas en el momento justo en que los corredores sal¨ªan del box, as¨ª que el australiano sorprendi¨® a todos con su elecci¨®n. Caos. Ning¨²n otro piloto se la hab¨ªa jugado como ¨¦l, pero al conocer su decisi¨®n, muchos dudan. Y empiezan a entrar de nuevo al pit lane. Lo hacen en masa. Uno tras otro. Arrastran las motos los mec¨¢nicos, corren con los cascos y otros aparatejos, corren tambi¨¦n los pilotos. Se vac¨ªa la parrilla. Solo se queda Miller. El atrevido. El ¨²nico que escogi¨® bien. Y es tal el descontrol en el pasillo de los garajes que direcci¨®n de carrera decide retrasar la salida. Y a Miller se le borr¨® la sonrisa por un instante. ¡°Qu¨¦ injusto¡±, dec¨ªa su jefe t¨¦cnico, Francesco Guidotti.

La decisi¨®n, la m¨¢s salom¨®nica que se les ocurri¨® entre todos, fue situar a la veintena de corredores que no eran Miller, en el mismo orden de salida, pero situados unos metros m¨¢s atr¨¢s. El australiano logr¨® conservar su ventaja durante el primer giro. Si termin¨® cuarto fue porque hizo una gran carrera. Como Crutchlow, ganador en Termas, que se impuso al frente de un grupo en el que podr¨ªa haber mandado Pedrosa de no ser porque Zarco se le ech¨® encima, pura precipitaci¨®n, en los compases iniciales de la prueba. Al final, el franc¨¦s (este, sin sanci¨®n) fue segundo. Y Rins, pura delicadeza a los mandos de la Suzuki, tercero. Los que aspiran a ganar el Mundial, los Dovizioso y Vi?ales (desaparecido Lorenzo) quedaron relegados a mera comparsa en Argentina, complicada la pista. Para algunos.