Gana el Madrid, pierde Guardiola
Empiezo a sospechar que el f¨²tbol es ese deporte en el que juegan once contra once y siempre pierde Guardiola
Empiezo a sospechar que el f¨²tbol es ese deporte en el que juegan once contra once y siempre pierde Guardiola, incluso cuando sus equipos no est¨¢n involucrados en la partida. Es un perfil, el del hombre capaz de perder hasta la camisa sin necesidad de sentarse a la mesa ni pedir carta, que dar¨ªa mucho juego en manos de los grandes maestros de la novela negra, quiz¨¢s como secundario de una historia s¨®rdida en la que rugen los Buick, vuelan los golpes y las pelirrojas se pasean por Sunset Boulevard con una peque?a Beretta escondida en el bolso. A d¨ªa de hoy, sin embargo, tan goloso personaje solo encuentra recorrido en columnas de opini¨®n y cierta propaganda; a veces como v¨ªctima favorita de alg¨²n chascarrillo, otras como prenda desgastada en anuncios de detergentes letales contra las manchas pero delicados con las cut¨ªculas.
Algunos, no s¨¦ cu¨¢ntos, sospech¨¢bamos que tal cosa podr¨ªa suceder si el Bayern eliminaba al Real Madrid y se plantaba en la final de Kiev, dispuesto a reeditar la triple corona del a?o 2013. A cierto subconjunto cul¨¦ altamente radicalizado, miembros activos del guardiolismo militante, se nos antojaba un castigo doloroso el en¨¦simo triunfo europeo del m¨¢ximo rival, un mal negocio en todos los sentidos pero asumible ante la mera posibilidad de descubrir la imagen del ¨ªdolo mancillada por los b¨¢rbaros. Ser¨ªa lo suyo, al fin y al cabo, tras la constataci¨®n irrefutable de que Jupp Heynckes hab¨ªa conseguido en unos pocos meses lo que Pep Guardiola no pudo lograr en tres a?os. Sin embargo, lo que ninguno lleg¨® a imaginar era todo lo contrario: que la eliminaci¨®n del equipo b¨¢varo fuese a computar en el debe del t¨¦cnico catal¨¢n, como un pobre hombre que vende su coche y encima se ve obligado a asumir las multas del nuevo propietario.
Como explicaci¨®n m¨¢s o menos plausible se me ocurre comparar la capacidad epid¨¦mica de Guardiola con la del propio Real Madrid, reversos antag¨®nicos de una misma cepa infecciosa capaz de volver locas a las personas. Hace unos a?os sucedi¨® algo parecido con las vacas, creo recordar. El nivel de alarma provocado por la tristemente famosa encefalopat¨ªa espongiforme solo resulta comparable al provocado en su d¨ªa por la expulsi¨®n de Pepe en el Bernab¨¦u, el gol de Iniesta en Stanford Bridge, el fichaje de John Stones o la reconversi¨®n de Philipp Lahm. Tambi¨¦n el gol de Bale en aquella final de Copa, la expulsi¨®n de Vidal, la flor de Zidane o la parada de Marcelo. Casi de repente, sucedi¨® que ya nadie quer¨ªa consumir carne blanca ni azulgrana salvo en ejercicios de canibalismo. Y con raz¨®n.
La semana pasada, cosas de la vida, me preguntaron en una entrevista si el f¨²tbol era un deporte enfermo, sentenciado desde la propia ra¨ªz, y a m¨ª se me ocurri¨® negar la mayor por llevar la contraria. La respuesta no carec¨ªa de l¨®gica pues, en cierto modo, sigo creyendo que este es un espect¨¢culo imperfecto pero limpio, una competencia sana en la que los triunfos se asientan sobre la base del merecimiento y no sobre la podredumbre que cada uno intuye seg¨²n sople el viento. Es una impresi¨®n personal en la que me reafirmo tras el emocionante desenlace de la citada semifinal, am¨¦n de constatar que Lineker err¨® en la mitad de su famoso enunciado, como suger¨ªa al principio: juegan once contra once, s¨ª, pero el Madrid gana a los alemanes y el que siempre pierde es Guardiola. Vivir para ver, Gary.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.