Espa?a quiere ser Italia
El problema ya no es solo de los centrocampistas sino del colectivo y la coyuntura invita a tomar decisiones dr¨¢sticas del seleccionador
A la selecci¨®n espa?ola se le ha olvidado jugar a f¨²tbol y se dedica a hacer jugadas, por no decir jugaditas, a favor y tambi¨¦n en su contra, suficientes de momento en cualquier caso para alcanzar los octavos que le enfrentar¨¢n como primera de grupo a Rusia porque Ir¨¢n tambi¨¦n empat¨® a ¨²ltima hora con Portugal. La emoci¨®n invita a olvidarse del equipo y mirar al cuadro despu¨¦s de dar gracias al VAR.
Las c¨¢balas distraen mucho y las dudas limitan demasiado, incluso en los partidos sencillos, sin un rival que compita por los puntos, ya con las maletas listas para dejar Rusia. Mala se?al cuando se repara en muchas cosas y no se pone el foco en el juego, cada jornada peor, muy fallido ante Marruecos.
Las concesiones de Espa?a son varias y continuas desde que arranc¨® el Mundial. La sospecha m¨¢s sorprendente reca¨ªa ¨²ltimamente en los centrocampistas, protagonistas del ¨¦xito del f¨²tbol espa?ol despu¨¦s de a?os est¨¦riles de furia porque siempre hab¨ªa un delantero y un defensa ingl¨¦s o alem¨¢n m¨¢s fuerte y m¨¢s alto en el mundo y en Europa. Hasta ayer se hablaba de la edad de Iniesta, del f¨ªsico de Busquets, del desgaste de Silva o de los riesgos que asume Thiago mientras descansa Koke y espera turno Sa¨²l. La palabra m¨²sculo vuelve a sonar como soluci¨®n a los problemas del equipo, demasiado vulnerable, tambi¨¦n contra Marruecos.
Aunque los fallos individuales se repiten, no parece ser un asunto particular, de uno u de otro futbolista, sino que ata?e al colectivo porque se ha perdido sentido de equipo en La Roja. Ya no es tan compacta ni presiona tan bien como antes, con y sin Lopetegui. Los jugadores pierden el bal¨®n de forma desacostumbrada y no hay manera de frenar la permeabilidad defensiva, ni siquiera ante Marruecos. A la pifia de De Gea contra Portugal le sigui¨® ayer la de Iniesta, circunstancia que agrav¨® el debate sobre los medios de Espa?a.
Arrimado a la cancha ajena, m¨¢s vertical y asociado a Isco, Iniesta se corrigi¨® durante un buen rato hasta facilitar el empate, obra de Isco, ahora mismo el jugador bandera del plantel de Hierro. A su alrededor, el equipo se sobrepuso a la contrariedad y ofreci¨® por momentos un buen repertorio, hasta que empez¨® la segunda parte y se cay¨® sin remisi¨®n, abatida por Marruecos.
A partir de entonces ya no se repar¨® solo en los centrocampistas, sino tambi¨¦n en los centrales, en los laterales y en los diez futbolistas que ten¨ªan el retrovisor puesto por los nervios que contagiaba De Gea. La selecci¨®n ha perdido autoridad, dominio, ritmo, orden y dinamismo, paralizada en la cancha y en el banco ante el asombro de Fernando Hierro.
No hay desmarques, ni rupturas, y menos energ¨ªa, en una plantel tan calamitoso que, a falta de la necesaria intervenci¨®n del seleccionador, no le queda m¨¢s consuelo que disimular y jugar el papel de la vieja y ausente Italia. No hay equipo en el mundo m¨¢s calificado para ganar el t¨ªtulo que el italiano cuando se suceden las malas noticias y alcanza con el gancho la fase final de un Mundial. A Espa?a le puede valer el ejemplo de la Azzurra despu¨¦s de los muchos episodios vividos en Rusia y de que se le haya olvidado tener la pelota y jugar a f¨²tbol, por m¨¢s que para el recuerdo quede el taconazo de Iago Aspas.
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