Cuando la URSS invit¨® a los vascos para que perdieran
?rbitros controlados, alcohol, mujeres agentes del NKDV: las autoridades sovi¨¦ticas lo probaron todo hasta que derrotaron a la selecci¨®n vasca en 1937


La primera vez que un equipo espa?ol pis¨® Rusia la cosa termin¨® con varias mujeres del servicio secreto sovi¨¦tico intentando distraer a los futbolistas, ¨¢rbitros comprados y un desfile triunfal a bordo de una enorme bota de f¨²tbol. Sucedi¨® en 1937, casi un a?o despu¨¦s del comienzo de la Guerra Civil. Una selecci¨®n reclutada por el Gobierno vasco para hacer propaganda y recaudar fondos llevaba dos meses de gira por Europa, y la URSS, que ve¨ªa el deporte como alivio social en una ¨¦poca de purgas, decidi¨® invitarlos. Se trataba de muchos de los mejores jugadores espa?oles de la ¨¦poca ¡ªBlasco, Cilaurren, Zubieta, Iraragorri, Regueiro, L¨¢ngara¡ª; tambi¨¦n entre los mejores de Europa.
Este viaje futbol¨ªstico-pol¨ªtico, muchas veces glosado, se reescribe con detalles nuevos en el reciente F¨²tbol y poder en la URSS de Stalin (Altamarea), de Mario Alessandro Curletto. Procedente de Varsovia, los vascos fueron recibidos por una multitud enorme el 16 de junio de 1937 en la estaci¨®n de tren Belorussky, donde los agasajaron con flores y discursos. ¡°Las razones de tal acogida fueron en primer lugar pol¨ªticas; en Espa?a hab¨ªa estallado la Guerra Civil, y la selecci¨®n vasca era recibida como heroica combatiente republicana¡±, escribe Curletto.
En los partidos se sucedieron los homenajes y tambi¨¦n las exhibiciones de los vascos: un 5-2 al Lokomotiv de Mosc¨², un 2-1 al Dinamo de Mosc¨². Para el r¨¦gimen sovi¨¦tico, que, como ahora Putin, ve¨ªa el deporte como potente arma de propaganda, aquello resultaba una inconveniencia. ¡°Toda derrota era interpretada como un menoscabo al prestigio de la patria socialista ¡ªrecuerda Nikol¨¢i St¨¢rostin, fundador del Spartak, en sus memorias¡ª. Los vascos no deb¨ªan abandonar la Uni¨®n Sovi¨¦tica sin haber sido superados al menos una vez: para los altos funcionarios la cuesti¨®n se hab¨ªa convertido casi en una obsesi¨®n¡±.
Antes del siguiente partido, el 30 de junio en Leningrado, las autoridades dieron instrucciones al respecto, como ha acreditado recientemente el historiador ruso Axel Vartanjan. Los jugadores del Dinamo recibieron ¨®rdenes de lesionar a los vascos, a quienes llevaron el d¨ªa anterior a una interminable excursi¨®n para agotarlos. Esa noche sirvieron abundantes bebidas alcoh¨®licas ¡°en su honor¡± y varias j¨®venes al servicio del NKVD se insinuaron a los futbolistas espa?oles, que seg¨²n este relato las rechazaron. Pese a esto y a un ¨¢rbitro muy casero, los vascos aguantaron (2-2). Despu¨¦s ganaron en Kiev y Tiflis, y los sovi¨¦ticos los convencieron para jugar otros dos partidos. Derrotaron de nuevo al Dinamo Mosc¨² (7-4), por lo que solo les quedaba el Spartak Mosc¨², el 8 de julio. D¨ªas antes, el responsable del Komsomol, Kosarev orden¨® a los jugadores ¡°hacer todo¡± para ganar, como relata el historiador Andr¨¦ Gounot, catedr¨¢tico de la Universidad de Estrasburgo.
La excitaci¨®n era m¨¢xima. Para a?adir solemnidad al partido se decidi¨® que los jugadores del Spartak llegaran al estadio en cuatro coches descapotables. Por el camino pincharon varias veces, uno tuvo que ser abandonado averiado, se vieron atrapados en un atasco y llegaron tarde al estadio donde los esperaban 90.000 personas y el ¨¢rbitro, dirigente del Spartak. Se not¨® enseguida. Regueiro pidi¨® a los suyos que tiraran de lejos para que nos les pitaran fuera de juego, pero ni as¨ª escaparon. Despu¨¦s del descanso pit¨® un penalti que protest¨® hasta el p¨²blico ruso, el Spartak se adelant¨® 3-2, y los jugadores vascos se fueron al vestuario. Detr¨¢s se fue Molotov, el jefe de Gobierno, que tard¨® 40 minutos en sacarlos a que terminaran de cumplir su funci¨®n de ser derrotados. Acabaron 6-2, Stalin les envi¨® un telegrama de felicitaci¨®n, el Spartak recibi¨® la Orden de Lenin y desfilaron d¨ªas despu¨¦s por la Plaza Roja montados en una enorme bota de f¨²tbol que luc¨ªa el cartel ¡°Spartak-Espa?a (6-2)¡±. En letra m¨¢s peque?a aclaraba que con Espa?a se refer¨ªa a Pa¨ªs Vasco.
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