Ni blanca ni azulgrana, la Roja es mestiza
La selecci¨®n debe elegir entre evolucionar o involucionar para superar el fracaso de su eliminaci¨®n en Rusia
Hay derrotas especialmente da?inas, pocas como la de Espa?a, abatida en los penaltis por Rusia. La superioridad de la Roja era tan manifiesta que nadie repar¨® en los desdichados partidos anteriores de la Copa contra Portugal, Marruecos e Ir¨¢n, ni tampoco en los amistosos previos ante T¨²nez y Suiza, seguramente porque antes hab¨ªa goleado a Argentina y domado a Alemania. Mal asunto cuando la victoria se da por descontada y solo se repara en la bondad del cuadro del Mundial.
El juego deja de ser una prioridad cuando se piensa que a Rusia se le gana con la gorra, incluso en Mosc¨². Hasta que se pierde y entonces se cuestiona el estilo, como si fuera una cuesti¨®n coyuntural o incluso una impostura, nada que ver con el patriotismo y la bravura, que ser¨ªan un asunto gen¨¦tico que se transmite a partir del himno, una montera, un tricornio y el bombo de Manolo. No conviene simplificar las cosas y menos en un asunto tan serio como es el f¨²tbol, y m¨¢s en la Copa del Mundo.
El problema es que hoy se imponen la inmediatez y el v¨¦rtigo, al punto de que a Espa?a se le supon¨ªa muy capaz de alcanzar el Mundial por la misma regla de tres que el Madrid conquista cada a?o la Champions. No importa la manera ni la forma, y hasta cierto punto quienes avalan la urgencia consideraron normal que Florentino P¨¦rez contratara al Lopetegui en vigilias del debut del Mundial, como si se pudiera simultanear el cargo de seleccionador y el de entrenador del Madrid.
A juicio de algunos analistas la suerte de la selecci¨®n habr¨ªa sido diferente con Lopetegui sin reparar en el menosprecio que supon¨ªa para la federaci¨®n que el t¨¦cnico continuara con Espa?a. A Rubiales, sin embargo, se le ha criticado m¨¢s que a Florentino. Al presidente federativo se le escap¨® adem¨¢s hablar de valores para justificar su decisi¨®n de destituir a Lopetegui. Y los valores, al igual que el estilo, son una moralina reprobable para quienes defienden la ley del m¨¢s fuerte como pasa en el Madrid.
Las decisiones de Rubiales son y ser¨¢n especialmente escrutadas, sobre todo la del futuro seleccionador, para saber qu¨¦ camino toma en la encrucijada que se le presenta a Espa?a: evoluciona o involuciona, una duda que todav¨ªa tiene en ascuas al Bar?a. El proceso vivido en el Camp Nou puede servir de pauta para la selecci¨®n: disminuye el efecto de La Masia, se discute sobre el ADN azulgrana por el fichaje de jugadores como Paulinho y, sin embargo, el equipo sigue ganando la Liga y la Copa.
El Barcelona, sin embargo, dar¨ªa la vida por volver a conquistar la Champions, de la misma manera que se sabe de la querencia de Zidane por la Liga. No es f¨¢cil dar con el equilibrio que en su d¨ªa encontr¨® Del Bosque cuando facilit¨® una cohabitaci¨®n Bar?a-Madrid a trav¨¦s de Xavi y Casillas. El car¨¢cter de los madridistas mezcl¨® entonces estupendamente con la manera de entender el juego de los azulgrana y Espa?a conquist¨® dos Eurocopas y el Mundial.
El punto de partida fue en cualquier caso de Luis y tambi¨¦n de Rijkaard: Xavi pas¨® de ser un aspirante a cubrir la plaza de mediocentro dejada vacante por Guardiola a convertirse en el mejor volante de Europa. Los protagonistas del juego fueron definitivamente los centrocampistas, hasta ahora representados por Iniesta. La renuncia del manchego y el delicado momento de Silva obligan ahora a parar, recapitular y pensar para que no se repita el fracaso de Rusia, despu¨¦s de los de Brasil y Francia.
Hay una duda muy razonable: no se puede clonar a la generaci¨®n campeona y dif¨ªcilmente se encontraran jugadores capaces de sustituir a Xavi e Iniesta cuando ni siquiera tienen recambio en el Bar?a. No hay que olvidar tampoco que Alemania tambi¨¦n ha sido eliminada y su modelo futbol¨ªstico est¨¢ inspirado en Espa?a. Hay incluso el riesgo de que a la selecci¨®n le pase como a Holanda.
Tampoco ser¨¢ nunca, por otra parte, una selecci¨®n como Italia. Alcanza con ver la cadena de errores individuales que ha cometido en Rusia. La falta de control emocional, desestabilizado como ha estado el equipo desde el debut, ha contribuido decisivamente a su derrota en Mosc¨². Hay que indagar sobre cuanto ha ocurrido para evitar caer en la autodestrucci¨®n y en el cainismo tan propio de Espa?a.
La buena trayectoria de las selecciones inferiores invita precisamente a confiar en el modelo ya trabajado y ahora discutido en Rusia. No es una tarea improvisada precisamente sino que fue el faro que gui¨® incluso a Lopetegui. Hoy parece m¨¢s razonable perseverar en la misma l¨ªnea que apelar a la dichosa bravura de Espa?a.
La selecci¨®n alcanz¨® la fama cuando se puso a jugar a f¨²tbol a partir del legado de la Quinta del Buitre y del dream team de Cruyff. Nunca conquist¨® el mundo con la furia ni con el m¨¦todo del Madrid: Isco y Asensio son muy buenos, mejores todav¨ªa si juegan con Kroos y Modric. La aportaci¨®n del Atl¨¦tico, y si se quiere del cholismo, puede ayudar a superar la fractura que representaban dos mundos opuestos como el de Sergio Ramos y Piqu¨¦. Ni blanca ni azulgrana, a la selecci¨®n le ha ido bien cuando ha sido mestiza, como se vio en Johannesburgo con las paradas de Casillas y el gol de Iniesta.
Las derrotas duelen pero sirven para avanzar y no para retroceder aunque las victorias del Bar?a en la Liga y del Madrid en la Champions inviten a pensar que el Mundial se gana hasta sin seleccionador, simplemente por inercia, por ser Espa?a.
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