El Sky revienta el Tour sin anestesia en cinco minutos estrepitosos
Victoria y maillot amarillo para Thomas por delante de Froome en la Rosi¨¨re, donde salta por los aires la tricefalia del Movistar
En el valle de la Tarentaise las iglesias se han disfrazado de maillot de la monta?a y sobre sus muros blancos moteados con grandes lunares rojos por un d¨ªa, las campanas tocan alegres. Celebran al Tour, a sus h¨¦roes, a la pareja del Sky que lo domina y lo revienta, y sume a todos en el estupor: Geraint Thomas, un gal¨¦s que a los 32 a?os ha ganado su primera gran etapa de monta?a y se ha colocado de l¨ªder con 1m 25s sobre Chris Froome, su amigo de toda la vida, dos ciclistas con la trayectoria m¨¢s at¨ªpica. Celebran las iglesias, y las orientan, a las ovejas que pacen libres, y a sus pastores que las dejan explorar regatos y riachuelos nuevos nacidos con el deshielo, y a las cabras caprichosas y saltarinas de los prados tan altos y tan frescos, a casi dos mil metros, y a los ciclistas generosos como Dan Martin, Mikel Nieve, Alejandro Valverde o Tom Dumoulin, que pedalean sin mirar atr¨¢s, sin importarles qui¨¦n se aprovechar¨¢ de su esfuerzo, guiados solos por su manera libre y audaz de entender el ciclismo, en carreteras estrechas y empinadas, casi imposibles, de asfalto tan claro entre bosques de abetos que parec¨ªan pintadas con tiza por manos infantiles e impulsivas.
En los Alpes ya no se hablar¨¢ m¨¢s de tricefalia, que salt¨® por los aires, ni de un colombiano de amarillo en Par¨ªs ya mismo o de un nuevo Contador que d¨¦ esperanzas a los espa?oles. Se seguir¨¢ hablando, como otros Tours, como toda la d¨¦cada, del dominio del Sky, de sus secretos, de la transformaci¨®n de corredores normales en supercampeones pasados los 30.
El Tour han sido 10 d¨ªas de letargo y cinco minutos de estr¨¦pito. Ratificada la supremac¨ªa Sky, despu¨¦s volver¨¢ el silencio. El mejor espa?ol en la general, Mikel Landa, est¨¢ a 2m 56s de Thomas, y le duele tanto el cuerpo por la ca¨ªda del pav¨¦s que ni siquiera ¨¦l habla de esperanzas; Nairo est¨¢ a 3m 16s despu¨¦s de perder m¨¢s de un minuto con Thomas y 43s con Froome en cuatro kil¨®metros. Valverde est¨¢ a 4m 28s del l¨ªder despu¨¦s de un ataque medido y directo a casi 60 kil¨®metros de la meta, y con dos puertos por medio.
Cuando hablaba de t¨¢cticas ciclistas, Hennie Kuiper, un hist¨®rico del ciclismo de los a?os 70, empezaba siempre con la misma frase: aqu¨ª se trata de comer del plato de los rivales antes de comer del propio. Si hubiera seguido dirigiendo un equipo en este Tour que parece cerrado, sus chicos se habr¨ªan muerto de hambre, como les pas¨® en cierta forma a Nibali, Nairo y Bardet, los tres grandes derrotados. A la sombra del tren Sky, tan poderoso y autosuficiente que marca ¨¦l el propio camino del Tour, por sus v¨ªas, y hasta parece que recarga sus bater¨ªas con los esfuerzos y sudores y miedos de todos sus rivales, los que m¨¢s racanearon se quedaron con las migajas; el premio fue para los que arriesgaron. Salvo para Mikel Nieve.
A Valverde le dieron el premio de la combatividad, un premio habitualmente reservado para los franceses que nunca ganan, por su ataque lejano, en el que cont¨® con la ayuda de su compa?ero Marc Soler. Fue m¨¢s bien un ataque t¨¢ctico, planeado para romper el irrompible tren que puede con todo como preparaci¨®n para el ataque devastador de Nairo que nunca lleg¨®. Nieve se qued¨® con nada, solo con la amargura de la derrota despu¨¦s de ser alcanzado por los m¨¢s grandes a falta de 600 metros. No obtuvo ni una mirada compasiva.
Con el ataque de Valverde no acab¨® el Sky, sino la locura t¨¢ctica del equipo de Nibali, que, con la disculpa de probar si Froome estaba bien empezaron a acelerar al pelot¨®n, y todos a su rueda. Con Nairo acab¨® el mismo y todos los que pensaban que se alimentaban de su plato, sin saber que estaba vac¨ªo.
El fin de la anestesia y de las contemplaciones lo declar¨® Thomas, ya l¨ªder in p¨¦ctore, atacando a seis kil¨®metros de la meta, cuando ya el pelot¨®n se hab¨ªa reducido al m¨ªnimo, sofocado por el ritmo de su equipo. ¡°Fue un ataque de instinto¡±, dijo el gal¨¦s del bigote fin¨ªsimo, que hace poco m¨¢s de un mes gan¨® la Dauphin¨¦ en el mismo lugar, en la ladera del Peque?o San Bernardo. ¡°El jefe nos hab¨ªa dicho que sobre todo se traba de no perder tiempo, pero vi la oportunidad y la cac¨¦ al vuelo¡±.
Si fue as¨ª, fue una acci¨®n ins¨®lita en el equipo que todo lo calcula. Una acci¨®n que desencaden¨® la gran tormenta. Froome se qued¨®, de repente, paralizado. Su obligaci¨®n deber¨ªa ser frenar a los dem¨¢s revoltosos; su deseo, ir a por su compa?ero. El m¨¢s revoltoso de los revoltosos, Dan Martin, no se conform¨® y atac¨® duro. Era el momento que esperaba Froome, quien se fue con el ingl¨¦s. Fue un movimiento tan feroz, que Nairo, el m¨¢s temido, vio como el espacio crec¨ªa y se multiplicaba entre ¨¦l y la rueda trasera del ingl¨¦s. La misma impotencia que sufri¨® hace cinco a?os en Ax y en el Ventoux o hace tres en la Pierre Saint Martin. Incapaz de seguirlo, mir¨® atr¨¢s, pidiendo ayuda a los dem¨¢s. La mirada de la rendici¨®n, que los dem¨¢s despreciaron, por supuesto. Nadie quiere hacerse amigo de uno que no les llevar¨¢ muy lejos.
Los del Movistar y su tricefalia saben que ninguno de los suyos ganar¨¢ este Tour; los del Sky y todos los dem¨¢s saben que lo ganar¨¢ uno de los de su pareja. Qui¨¦n de ellos es la ¨²nica duda que mantiene al Tour vivo a 10 d¨ªas de su final.
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