El Movistar sofoca solo el incendio de Pinot, ante la indiferencia de Yates
La etapa m¨¢s intensa de la Vuelta propicia una gran pel¨ªcula, un western de valientes y cobardes rodado con seis c¨¢maras que corona a De Marchi
¡°Pon el cart¨®n¡±, ordena Alfonso Rodr¨ªguez, y un segundo despu¨¦s, retirada ya de la pantalla la car¨¢tula que anuncia la Vuelta, comienza la acci¨®n. Son las 15.00 e Imanol Erviti ya est¨¢ ah¨ª, chupando c¨¢mara y chupando viento, entre los bosques de robles, laureles y casta?os, tan gallegos, que tanto le gustan a Pablo Acosta, y bordeando los ca?ones hermosos del Sil profundos. Quedan 75 kil¨®metros, menos de dos horas, que transcurren a toda velocidad, fluidas.
Rodr¨ªguez y Acosta son los realizadores de TVE. Est¨¢n sentados en el interior de un cami¨®n. Tienen ante s¨ª muchas pantallas, pero seis fundamentales, las im¨¢genes que env¨ªan cuatro motos y dos helic¨®pteros. Con ellas crean cada d¨ªa, as¨ª, con decisiones tomadas en d¨¦cimas de segundo, una pel¨ªcula de la etapa de la Vuelta, la narraci¨®n, lo m¨¢s dram¨¢tica que se puede, planos largos, planos americanos, primeros planos, combinada su duraci¨®n, su intensidad, y una nota de paisaje, de vez en cuando, como los p¨¢rrafos con los que los novelistas intentan retener la acci¨®n, y cuando se sienten creativos, due?os de la caligraf¨ªa cinematogr¨¢fica, sensibles, animan a Alex, el c¨¢mara de la moto uno, que va con la fuga, y este, feliz, enfoca a las nubes negras y al sol que no logran tapar de todo, o a las copas de los laureles que inspiraron el Divinas palabras a Valle y a ¨¦l le permiten hacer un movimiento lento, lento, y sentido, hasta descender a la cabeza de De Marchi, que bajo el diluvio que le calar¨¢ m¨¢s tarde, viaja solo hacia la victoria. Un magn¨ªfico final para una pel¨ªcula grande, como la etapa.
Lo que no sale en la tele no existe, aunque ocurra. La etapa la crean ellos con un guion que se elabora cada segundo seg¨²n la psique de los actores, y Thibaut Pinot es el protagonista. Se escapa, mezclado, como quien no quiere llamar la atenci¨®n, entre los 19 forajidos que quieren romper el orden y les tocan las narices a los polic¨ªas, los Movistar en pleno. Imanol Erviti ofrece su pecho al viento, es el John Wayne de Centauros del desierto y protegidos por sus anchas espaldas, le siguen los cobardes, los aprovechados, y el l¨ªder de rojo, Simon Yates, que silba y proclama, mi reino no es de este mundo, que trabaje Erviti.
Es el ciclismo, claro. Erviti es el motor de un autob¨²s en el que se suben sin pagar los que despu¨¦s, una vez agotada su energ¨ªa, tratar¨¢n de despedazar a sus compa?eros, a Nairo, a Valverde, que quieren ganar la Vuelta. ¡°As¨ª son los Mitchelton y as¨ª lo han sido siempre, les gusta viajar gratis¡±, dice Valverde con calma sobre el equipo del l¨ªder, y este, Yates, responde, que mejor que tire el Movistar, que son el equipo m¨¢s fuerte.
La tensi¨®n narrativa la crea el cron¨®metro. La acci¨®n de Pinot, que est¨¢ a 2m 33s de Yates en la general, la alimenta la llamada de la acci¨®n ¨¦pica, la atracci¨®n de un papel de leyenda en las carreteras sinuosas que unen la meseta y Galicia, y que despu¨¦s se adentran en el misterio, sin un metro de llano, sin una recta de m¨¢s de 200 metros de largo.
A Erviti le gu¨ªa por el pinganillo Arrieta, su director, que le dice que regule, que mantenga siempre la fuga en cuatro minutos, que no acelere para cazar de verdad porque entonces se les abrir¨¢ el apetito a todos los que van a rueda y atacar¨¢n para hacer m¨¢s da?o. Cuando Erviti lo deja, otros de su banda, Oliveira, Amador, Anacona, le relevan, y cuando Pinot, apagada la llama ¨¦pica y vac¨ªas sus piernas, levanta el pie, la acci¨®n la protagonizan los forajidos, los 19, que poco a poco van siendo menos, peleando por ganar la etapa, Mollema, como una cabra, atacando a destiempo y arriesgando una ca¨ªda tremenda en un descenso que acomete con tan valor como falta de t¨¦cnica, y los BMC de De Marchi, que son tres y controlan y hacen ganar al m¨¢s fuerte de los suyos.
Cuando, llegado el ¨²ltimo repecho, es Ur¨¢n, al frente de sus EF de rosa quien intenta sembrar el p¨¢nico, es Richard Carapaz, el tercer hombre del Movistar, el que lleva a Nairo y a Valverde a su rueda, y protagoniza planos, primeros planos, fuertes e intensos.
Con el The End termina la pel¨ªcula, pero la Vuelta sigue, entre los autobuses de los equipos, donde no llegan ya las c¨¢maras y los h¨¦roes se desengrasan pedaleando sobre rodillos. Nairo pedalea y seg¨²n van llegando sus compa?eros choca la mano con ellos y les sonr¨ªe de oreja a oreja. Y el sentimiento que les une, el del orgullo por un trabajo colectivo y bien hecho, les refuerza, y les hace sentirse m¨¢s fuertes. ¡°Hemos visto qui¨¦n es qui¨¦n en el pelot¨®n¡±, les resume Arrieta. ¡°Los tres d¨ªas de monta?a que llegan les har¨¢n ver qui¨¦n es el m¨¢s fuerte¡±.
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