Los Juegos del asombro
Este viernes se cumple medio siglo de la inauguraci¨®n de la cita ol¨ªmpica m¨¢s fascinante. M¨¦xico 68 construy¨® en dos semanas un relato deportivo y pol¨ªtico sin apenas rival en la historia
![Santiago Segurola](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe505581b-3596-4161-bc77-1816c8c68bf7.png?auth=d22627484165dfcb062103e8d1fdebeb92a54c13220f4fd6553111e786e168fa&width=100&height=100&smart=true)
![Tommie Smith (centro) y John Carlos, con el gesto ic¨®nico del pu?o en alto.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KFQEMIMXCD57OTVVOIKQV2TNPE.jpg?auth=4e8470e3cf9607fb586baaa1b1ceb9176ff0793195948439ea5972e91e2d8622&width=414)
Dos generaciones y 12 ediciones ol¨ªmpicas despu¨¦s, los Juegos de M¨¦xico 68 mantienen su incomparable poder de fascinaci¨®n. Rara vez, quiz¨¢ nunca, se ha producido una tormenta parecida de r¨¦cords asombrosos, transformaciones tecnol¨®gicas, desgarro pol¨ªtico y la dosis de incertidumbre que representaron aquellas dos semanas en la capital mexicana, a casi 2.300 metros de altura, en un a?o que conmovi¨® al mundo. Lo que all¨ª sucedi¨® se acerca al cent¨ªmetro a la idea de realismo m¨¢gico. Se sucedieron episodios que se antojaban imposibles, con un legado que, lejos de apagarse, se mantiene tan vivo como entonces.
Han pasado 50 a?os de los r¨¦cords de Bob Beamon, Jim Hines, Tommie Smith y Lee Evans, de la vibrante irrupci¨®n del atletismo africano y de la formidable pugna de la checa Vera Caslavska con las gimnastas sovi¨¦ticas, pero el tiempo permanece inm¨®vil con respecto a los acontecimientos pol¨ªticos que se produjeron en Ciudad de M¨¦xico. No es posible desconectar el impacto del Black Power en aquellos Juegos con el actual reguero de protestas en el deporte estadounidense, encabezadas por varias estrellas afroamericanas del calibre de LeBron James, Stephen Curry, Colin Kaepernick y Eric Reid.
El ¡®Black Power¡¯ est¨¢ ligado a las protestas de hoy en Estados Unidos
Apenas nada se ha modificado alrededor del papel del atleta en la sociedad, conscientemente representado en el podio de M¨¦xico por los velocistas Tommie Smith y John Carlos: pu?o en alto, guantes negros y cabeza humillada durante la escucha del himno de Estados Unidos. Instruidos y alentados en el Black Power (Poder Negro) por Harry Edwards, joven profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad de San Jos¨¦ State, su demostraci¨®n ha trascendido el tiempo. El mensaje de Smith y Carlos ¡ªapestados despu¨¦s de su protesta, h¨¦roes sociales d¨¦cadas despu¨¦s¡ª rebas¨® rotundamente el metaf¨®rico efecto de las victorias de Jessie Owens enfrente de Hitler, en los Juegos de 1936.
Hace dos a?os, Colin Kaepernick, quarterback de los San Francisco 49ers, decidi¨® arrodillarse antes de cada partido, durante el himno. Protestaba contra la violencia policial en la comunidad afroamericana y la segregaci¨®n racial. Su acci¨®n mereci¨® una respuesta parecida a la que recibieron Smith y Carlos, despachados de la Villa Ol¨ªmpica y machacados por los medios de comunicaci¨®n. A diferencia de 1968, Kaepernick encontr¨® ayuda en buena parte de los atletas negros de los principales deportes profesionales, sobre todo en la NFL y NBA, y en deportistas, entrenadores ¡ªSteve Kerr y Gregg Popovich se han significado en su apoyo¡ª y una considerable parte del periodismo.
La contestaci¨®n, sin embargo, ha sido tan o m¨¢s radical que la de entonces. El presidente Donald Trump ha tachado de cobardes y antipatriotas a los principales representantes del movimiento de protesta. Se ha asegurado, adem¨¢s, de reducir el papel de los deportistas al de simples entretenedores. La presi¨®n de Trump ha alcanzado a los millonarios dirigentes de la NFL, que han prohibido arrodillarse a los jugadores durante la ceremonia de presentaci¨®n de los partidos.
La relaci¨®n nada oculta entre estos acontecimientos y los que vertebraron Tommie Smith y John Carlos evoca unos Juegos imperecederos, los m¨¢s significativos de la historia en muchos aspectos. La aprensi¨®n super¨® a las certezas cuando se design¨® a la capital mexicana como sede de los Juegos. Desde Estados Unidos se sembraron las t¨®picas dudas sobre la capacidad de los hispanoamericanos para organizarlos. Las vicisitudes mundiales ¡ªGuerra de Vietnam, Mayo franc¨¦s, Primavera de Praga, invasi¨®n sovi¨¦tica de Checoslovaquia, asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy, insurrecci¨®n guerrillera en Latinoam¨¦rica¡ª situaron los Juegos del 68 en un escenario de enorme incertidumbre, multiplicado por la matanza de Tlatelolco, donde 10 d¨ªas antes del comienzo de los Juegos fueron asesinados decenas de estudiantes por orden de Gustavo D¨ªaz Ordaz, presidente de M¨¦xico. Otro elemento invitaba al p¨¢nico: la altitud de la ciudad, situada a 2.240 metros sobre el nivel del mar. Abundaron los pron¨®sticos apocal¨ªpticos.
Las sospechas se desvanecieron inmediatamente. Favorecidos por materiales innovadores ¡ªpor primera vez un estadio ol¨ªmpico dispuso de pista sint¨¦tica¡ª y la altitud, los velocistas estadounidenses borraron desde el primer d¨ªa los r¨¦cords del mundo de 100, 200 y 400 metros. En todos los casos, lograron marcas que son perfectamente contempor¨¢neas: 9,95 segundos, 19,83s y 43,86s. Ninguna fue m¨¢s c¨¦lebre que los 8,90 metros coronados por Bob Beamon en el salto de longitud. Todav¨ªa es el segundo salto legal m¨¢s largo de la historia [Mike Powell salt¨® 8,95m en 1991], el registro ic¨®nico por naturaleza de unos Juegos Ol¨ªmpicos que tambi¨¦n definieron el imparable poder de los fondistas africanos y dej¨® para la posteridad el extravagante estilo de un flaco saltador estadounidense. Se llamaba Dick Fosbury y saltaba de espaldas a la varilla. Tuvo que suceder en M¨¦xico 68. Ningunos Juegos Ol¨ªmpicos han amparado mejor lo imprevisto y heterodoxo.
Innovadores y de car¨¢cter latino
Altitud. Fueron los primeros Juegos que no se celebraron a nivel del mar. La sede fue Ciudad de M¨¦xico, a 2.240 metros de altitud. Desde entonces la m¨¢s alta ha sido M¨²nich, en 1972, con 519 metros.
Finanzas. Los Juegos tuvieron un coste total cercano a los 152 millones de euros: 46 para instalaciones deportivas, 14 para obras urbanas, 14 para la Villa Ol¨ªmpica Libertador Miguel Hidalgo, 11 para la Villa Ol¨ªmpica Narciso Mendoza y 66 para gastos del Comit¨¦ Ol¨ªmpico.
Recorrido. El trayecto de la antorcha ol¨ªmpica busc¨® emular la ruta que Crist¨®bal Col¨®n sigui¨® durante su primer viaje: desde Atenas (Grecia), pas¨® por G¨¦nova (Italia), Las Palmas (Espa?a), San Salvador (Bahamas) hasta Veracruz (M¨¦xico).
Participantes. Compitieron 5.516 deportistas, 4.735 hombres y 781 mujeres, de 112 comit¨¦s afiliados al COI. La delegaci¨®n espa?ola llev¨® 128 atletas (solo dos mujeres).
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