De Gea y el problema ingl¨¦s
La adscripci¨®n del portero espa?ol al modelo tradicional brit¨¢nico choca con el actual estilo de la selecci¨®n
Ning¨²n jugador parece m¨¢s expuesto al debate en la selecci¨®n espa?ola que David de Gea, portero de fama desde sus a?os juveniles. Como se presum¨ªa, sucedi¨® hace cuatro a?os a Casillas en la selecci¨®n y se ha convertido en figura del Manchester United, donde la hinchada le ha elegido mejor jugador del equipo en cuatro de los cinco ¨²ltimos a?os. Es un recorrido de gran calibre. Est¨¢ claro que De Gea ha cumplido con las enormes expectativas que hab¨ªa levantado. Sin embargo, su rendimiento en la selecci¨®n ha pasado de preocupante a inquietante.
De Gea es algo m¨¢s que un portero. Representa una de las dos corrientes que caracterizan a los guardametas desde el radical cambio de las reglas en 1991. Ley del offside aparte, no ha habido revoluci¨®n m¨¢s importante en los ¨²ltimos 100 a?os. Sin exigirlo y sin merecerlo, a los porteros se les atribuy¨® un papel regresivo para el f¨²tbol. Funcionaban como los simb¨®licos depositarios del f¨²tbol lento y especulativo, consagrado como nunca en el horrible Mundial de Italia 90.
El cambio en la reglamentaci¨®n signific¨® la p¨¦rdida de una soluci¨®n defensiva ¡ªrecoger con las manos todos los pases que sus equipos quisieran¡ª a cambio de una participaci¨®n en el juego que requer¨ªa un m¨ªnimo de destreza con los pies. La FIFA a?adi¨® pies a los porteros y les retir¨® algunos de sus privilegios manuales. Se les inhabilitaba para recibir con las manos los pases con el pie. De repente, el gran especialista del f¨²tbol ¡ªesa hab¨ªa sido la condici¨®n de los guardametas durante m¨¢s de un siglo¡ª tuvo que aventurarse en el vasto y desconocido territorio de los dem¨¢s jugadores.
Es muy dif¨ªcil ser portero en estos d¨ªas, exigencia que afecta a su creciente cotizaci¨®n en el mercado. Este a?o se han pagado 80 millones de euros por los traspasos de Arrizabalaga y Alisson al Chelsea y el Liverpool. Parece l¨®gico. Un portero es ahora una navaja suiza. Tiene un alt¨ªsimo n¨²mero de funciones, especialmente para los entrenadores que pretenden integrarlos en el juego como si fueran un futbolista m¨¢s, sin perder el viejo factor que defin¨ªa a los porteros: est¨¢n ah¨ª para parar. A esta corriente pertenecen Guardiola, Klopp y Sarri. Sin esta clase de nuevos guardametas sus proyectos quedar¨ªan muy lastimados.
De Gea defiende la porter¨ªa del Manchester United y le dirige Mourinho, cuyo modelo se acerca bastante al tradicional: portero en el ¨¢rea peque?a, cerca de la raya de gol, una poblada l¨ªnea defensiva y ninguna concesi¨®n a las virguer¨ªas. Pelotazo con destino a Fellaini y luego ya veremos. Esta manera de interpretar al portero ha sido can¨®nica en Inglaterra, con un decepcionante efecto para su f¨²tbol. Todo indica que el futuro conspira contra este arquetipo, al que De Gea pertenece despu¨¦s de siete a?os en la Premier.
Es muy probable que De Gea hubiera evolucionado de otra manera en otro equipo, en otro f¨²tbol y con otros t¨¦cnicos, pero ahora mismo representa la l¨ªnea anterior de guardameta: m¨¢s reactivo que anticipativo, m¨¢s cercano a la raya de gol que a la raya del ¨¢rea grande, con potencia pero sin destreza en el pie, espectacular por las paradas que hace y cuestionable por los remates que permite. Uno de sus principales problemas, quiz¨¢ el mayor de todos, es que representa un modelo que colisiona con la actual escuela de la selecci¨®n. Durante sus cuatro a?os como titular con Espa?a, De Gea nunca ha dado la impresi¨®n de comodidad. El cuerpo le pide una cosa y el equipo, otra. Es una ecuaci¨®n dif¨ªcil de resolver que ha terminado por afectar a su confianza. Ahora tampoco es una garant¨ªa entre los palos.
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