A?oro a Ferrer, Australia y las tertulias
Al echar la vista atr¨¢s, he vuelto a constatar que el mundo del tenis, como la vida en general, ha sacrificado aspectos en su evoluci¨®n tecnol¨®gica que, a m¨ª por lo menos, me hac¨ªan m¨¢s feliz
Al Open de Australia se llega con ilusi¨®n y expectativas renovadas. Es el momento de poner a prueba los peque?os cambios en el juego o en la estrategia que se han ensayado en la pretemporada. Se sabe que empezar bien aqu¨ª, aparte de ser una inyecci¨®n de moral, suele ser garant¨ªa para tener un buen a?o.
En esta ocasi¨®n 16 tenistas espa?oles, cinco jugadoras y 11 jugadores, intentar¨¢n ofrecer su mejor versi¨®n. Imagino el entusiasmo de los m¨¢s j¨®venes para consolidarse y avanzar en la clasificaci¨®n y el intento de los m¨¢s veteranos para ver si logran mantenerse. En esta edici¨®n, sin embargo, echaremos en falta la presencia de David Ferrer despu¨¦s de sus 16 participaciones consecutivas. Recuerdo su estreno, en el a?o 2003, solo un a?o antes que nosotros, y rememoro un sinf¨ªn de vivencias de un torneo que es sencillamente incre¨ªble. El grande donde el trato es m¨¢s c¨¢lido y especial.
Y al echar la vista atr¨¢s, he vuelto a constatar que el mundo del tenis, como la vida en general, ha sacrificado aspectos en su evoluci¨®n tecnol¨®gica que, a m¨ª por lo menos, me hac¨ªan m¨¢s feliz.
En aquella primera ¨¦poca, cuando estabas fuera en los torneos, la convivencia con los otros tenistas y entrenadores abarcaba mucho m¨¢s tiempo que en la actualidad. Era frecuente quedar con otros tenistas, sobre todo espa?oles o argentinos para ir a cenar y luego continuar la tertulia en el hall del hotel. Los jugadores hasta una hora prudencial; los entrenadores, hasta las tantas.
Habl¨¢bamos mucho de tenis, por supuesto, intercambi¨¢bamos opiniones, coment¨¢bamos los partidos del d¨ªa y elucubr¨¢bamos teor¨ªas que pudieran ayudarnos a mejorar nuestras aportaciones.
Hoy en d¨ªa, los tenistas y en mayor medida los mejor situados en el ranking han aumentado sus equipos y han hecho de ellos un c¨ªrculo m¨¢s cerrado. Cada cual tiene su grupo de gente, sus entretenimientos particulares, su conexi¨®n permanente con los suyos y con todo lo que acontece en el mundo, y sobre todo, se tienen datos, muchos datos que dejan poco margen a las intuiciones, a los puntos de vista e, incluso, a las equivocaciones.
Las tertulias han pasado a mejor vida; se han percibido innecesarias. Tenemos todos los an¨¢lisis, estudios y estad¨ªsticas que se ocupan de sustituir nuestras reflexiones. En el camino hacia la especializaci¨®n nos hemos tomado muy en serio como profesionales y hemos dejado por el camino ese romanticismo que nos permit¨ªa sentirnos como unos privilegiados a los que se les otorgaba una oportunidad.
Un d¨ªa de uno de esos primeros a?os, Gabriel Urp¨ª, siendo ya uno de los mejores entrenadores que hay y que ha habido en nuestro pa¨ªs, ¡ªexpreparador de Arantxa S¨¢nchez Vicario, Conchita Mart¨ªnez y Flavia Penetta¡ª, hizo un comentario en voz alta en el transporte que nos llevaba hacia Melbourne Park que hoy en d¨ªa provocar¨ªa, como m¨ªnimo, extra?eza.
Con su t¨ªpica jocosidad, coment¨® lo siguiente: ¡°?Ostras! Lo que pagar¨ªa mucha gente por venir aqu¨ª, a Australia, en pleno verano, en un sitio maravilloso y medio de vacaciones. ?Y a nosotros nos pagan! ?Somos unos afortunados!¡±.
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