Pello Bilbao, primera victoria espa?ola en el Giro tras imponerse en L¡¯Aquila
Jos¨¦ Joaqu¨ªn Rojas se coloca segundo en la clasificaci¨®n general
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
En los Abruzos, en L'Aquila reconstruida, triunfa Pello Bilbao, de Gernika.
¡°Es maravillosa¡±, dice. Es su primera victoria de etapa en el Giro, la 111? de un ciclista espa?ol.
Los favoritos dejan libre la etapa, la fuga triunfa y de ella surge el escalador del Astana, quien con un contrapi¨¦ en el muro final, terrible, deja helados a los compa?eros de fuga, ingenuos que corren casi como aficionados, pollos sin cabeza como dir¨ªa Toshack. A su lado, Bilbao, de 29 a?os, hijo de la cantera del Euskaltel, es un sabio del an¨¢lisis y el amago, que imparte un curso acelerado de ciclismo aplicado en los ¨²ltimos 8.000 metros, cuando las cuestas que rodean L'Aquila, duelen de solo verlas, cuando Formolo, que se sent¨ªa en el deber de mostrar que es el nuevo pr¨ªncipe del ciclismo italiano, se multiplica atacando y frenando ataques. A su espalda, Bilbao, que cuenta con la ayuda de su amigo Rojas ¡ªun ataque letal y sin futuro del murciano del Movistar acaba con Formolo para siempre¡ª vigila y ataca en el momento justo, cuando ninguno de los que le acompa?an tienen ya ni resuello ni voluntad.
¡°He analizado, he controlado a Formolo, he provocado que saliera a todos los ataques y, llegado el momento, a 1.200m me he ido, y hasta he regulado mi marcha para no quemarme¡±, resume Bilbao, quien termin¨® sexto el Giro pasado. Este a?o, la general la mira m¨¢s de lejos. Su trabajo ser¨¢ ayudar a su l¨ªder, Superman L¨®pez. ¡°Todo el equipo est¨¢ al 100% con ¨¦l para ganar el Giro¡±.
La memoria es un arma cargada de futuro, podr¨ªa haber cantado tambi¨¦n el poeta y proclamado el pueblo, y aplaudir¨ªan los aficionados cuyas ra¨ªces se alimentan de los grandes del pasado, aquellos cuyos hechos sirven para valorar a los ciclistas de ahora. Estos, sin embargo, no est¨¢n para filosof¨ªas. La memoria es para ellos un peso que asusta. Cada d¨ªa es un d¨ªa nuevo y Amador dice que al levantarse ya ha olvidado lo que hizo el d¨ªa anterior. Solo las piernas, el dolor, le recuerdan que estuvo todo el d¨ªa en fuga, y la fatiga que le asciende desde ellas hasta el coraz¨®n le recuerda que ya lleva siete d¨ªas de Giro delante, cara al viento. A Bilbao, fin¨ªsimo de cuerpo, de piernas y de cara, fr¨ªo como ciclista, pura emoci¨®n como persona, las piernas le gritan en la salida. Ataca. Huye. Go, Pello, go. ¡°Y las obedec¨ª. No me pude resistir. En carrera soy de pensamiento m¨ªnimo, simple. Si no, es imposible concentrarse. Despu¨¦s me acord¨¦ de Scarponi, de mi chica, de un familiar al que operaban...¡±
El olvido, la desmemoria, es quiz¨¢s mejor que la mala memoria, como la que exhiben los colegas extranjeros en la sala de prensa. A ninguno le suena de nada Bilbao, pese a sus victorias en etapas de Dauphin¨¦ y Alpes.
El pasado no existe y el pelot¨®n ni arruga la nariz cuando atraviesa Chieti polvorienta donde huele a sacrist¨ªa y a otros siglos, y no siente el olor ni lamenta que en la traves¨ªa de los Abruzos por abajo, y las cumbres con nieve en el horizonte, la Majella y la sombra del Blockhaus y los prados donde corren libres los reba?os porque los pastores ya se han ido a la ciudad a buscar trabajo, el Giro eluda Lanciano, donde las cigarreras fueron tan guerreras con las sevillanas dos siglos antes, y all¨ª, en su f¨¢brica de tabaco, iniciaron la gran huelga general que paraliz¨® Italia el 68. Indiferente a lo que pas¨® ayer mismo, incapaz siquiera de envidiar a los seres libres, el pelot¨®n, reba?o con mil pastores, baja la cabeza y obedece. L'Aquila espera.
Gaviria es un sprinter, una estrella. Se rebela. El ciclista que proclam¨® su gran verdad renunciando a celebrar una victoria de VAR se retira ¡ª¡°me duele la rodilla¡±, dice el colombiano¡ª y no forma parte de los corredores del UAE que defiende el rosa de Valerio Conti de una fuga incontrolable ¡ªRojas, entre ellos, fue maglia rosa virtual unos metros¡ª que amenaza, nada m¨¢s formarse, con convertir la etapa en una explosi¨®n de fatiga. Y el sol. Queriendo creerse fuerzas neutrales en una batalla ajena, los favoritos observan, juegan al p¨®ker mentiroso. Roglic, el l¨ªder real, vigila. Nadie se mueve. La etapa la han corrido sin respiro, a 45 de media. Todos esperan al domingo, a la cronoescalada de San Marino que deber¨¢ decir desde que lugar de la parrilla de salida partir¨¢n el martes los favoritos, Roglic, Yates, Superman, Nibali, Landa, Carapaz, cuando el Giro de las monta?as comience por fin.
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