Keylor o el castigo del m¨¦rito
Al portero costarricense lo est¨¢n echando del Madrid desde el d¨ªa que lleg¨®.
La teor¨ªa del m¨¦rito. A Keylor Navas lo est¨¢n echando del Madrid desde el d¨ªa que lleg¨®. En una ocasi¨®n fue salvado por un fax (cuando De Gea era el objeto de deseo) y en otra por decisi¨®n de Zidane (cuando Arrizabalaga estaba en la puerta de entrada), pero a Keylor, tan amigo de Dios, esta vez no lo salva ni la providencia. El ¨²ltimo domingo salud¨® emocionado y la afici¨®n le despidi¨® agradecida, como si fuera una decisi¨®n inevitable que el club tomar¨¢ contra el sentimiento general. La revoluci¨®n que emprender¨¢ el Madrid abrir¨¢ muchos debates, de modo que habr¨¢ m¨¢s bajas controvertidas. Con respecto a Keylor hay que decir que, desde su llegada, ha mostrado las virtudes del superviviente con un comportamiento impecable y actuaciones sobresalientes. Sus merecimientos nos ponen ante un error de base y la afici¨®n lo ha entendido antes que el club: el m¨¦rito se premia, no se castiga.
Empresarios y traductores. Los futbolistas de gran nivel se han convertido en empresarios de s¨ª mismos y no es para menos. Son ¨ªdolos globales, anuncios andantes, inevitables ejemplos sociales y, en sus ratos libres, juegan al f¨²tbol. Todo eso hay que ponerlo en valor de manera que, conscientes de su poder, les basta con hacer un simple comentario para excitar a los medios y al mercado. Esta semana le toc¨® a Mbapp¨¦ actualizar su precio cuando, al recoger el Trofeo como Mejor Jugador Franc¨¦s, dej¨® caer lo siguiente: ¡°Quiz¨¢s sea el momento de tener m¨¢s responsabilidades, en el PSG con gran placer o en otro lugar con un nuevo proyecto¡±. Ocurre que, al mismo tiempo que los jugadores se han convertido en empresarios, la opini¨®n p¨²blica ha aprendido a interpretarlos. De manera que cuando se baj¨® del escenario, ya lo hab¨ªamos traducido: ¡°Quiero que me paguen lo mismo que a Neymar¡±.
Bienvenido, ¡®crack¡¯.?A¨²n con acn¨¦, Joao Felix juega con la serenidad de un adulto. Aunque menos esbelto y m¨¢s apasionado, tiene un aire al primer Kak¨¢ y no solo en el aspecto. Le gusta pulular cerca del ¨¢rea, pero incluso cuando se aleja, huele el peligro. Para la asistencia tiene el golpe de vista y la suavidad de los ¡°10¡± cl¨¢sicos; para el gol, sentido de la oportunidad y determinaci¨®n, que es la confianza en acci¨®n. Su repertorio con la pelota en los pies es variado y atractivo porque todo lo resuelve con la naturalidad propia de los cracks y, como todo crack, tiene descaro y brilla m¨¢s en las grandes ocasiones. Sus balones filtrados son delicados, sus desbordes profundos, sus apariciones en el ¨¢rea fantasmales y sus remates son como hachazos. Cada hachazo, un ¨¢rbol; o lo que es lo mismo: cada una de sus apariciones son de valor gol.
Copa a medio llenar. As¨ª como la final de Champions suena a moderno, a poder y a culminaci¨®n, la final de la Copa del Rey es una batalla con bayoneta calada que nos remite al pasado, con un aire decadente y un premio para el ganador que parece de consolaci¨®n. La Copa se ha transformado en un objeto m¨¢s de disputa entre la Liga y la Federaci¨®n. La pr¨®xima temporada volver¨¢ a cambiar de formato y en esta ocasi¨®n llegamos al ¨²ltimo d¨ªa sin saber en qu¨¦ canal veremos la final. Ese esfuerzo por debilitar la competici¨®n, como un mueble al que no le encontramos un lugar, est¨¢ resultando tan exitoso, que no hay nadie que merezca una felicitaci¨®n. Este s¨¢bado el Valencia se juega coronar su centenario y el Bar?a alcanzar un doblete as¨ª, en min¨²sculas, porque la herida de Liverpool no se cura con nada. Lo dije en otra ocasi¨®n: no hay quien pueda con la fuerza de la percepci¨®n. Mucho menos, una Copa devaluada.
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