Mari Carmen Izquierdo, la primera
Aquella ¡°paracaidista¡± que hab¨ªa osado irrumpir en territorio vedado a la mujer se gan¨® el respeto del mundo del deporte
La primera. Mari Carmen Izquierdo ha sido la primera en tantas cosas importantes. Ha vivido intensamente. Ha estado en todos los lugares donde circulaba la vida. Tambi¨¦n ha sido la primera donde las periodistas del deporte no estaban previstas, ni imaginadas, ni eran bienvenidas. Pero se nos acaba de ir en d¨ªas, demasiado deprisa.
Hace casi 50 a?os, en aquella ¨²nica TVE, y sin previo aviso, apareci¨® una mujer en el estadio Santiago Bernab¨¦u entrevistando al entonces entrenador del Real Madrid, Miguel Mu?oz, y a sus jugadores. ¡°Fue una conmoci¨®n, me ve¨ªan como una paracaidista aterrizando en el periodismo deportivo¡±. Desde ese d¨ªa la conoci¨® toda Espa?a.
Apenas un a?o antes, se hab¨ªa presentado para hacer pr¨¢cticas en el Diario AS, donde la ¨²nica mujer de la redacci¨®n era la telefonista. El redactor jefe de la ¨¦poca le dijo que para trabajar all¨ª le ten¨ªan que gustar "el vino y las mujeres". A Mari Carmen lo que le gustaba era el f¨²tbol, se lo inculc¨® su padre y a ella le pareci¨® el mejor plan posible en aquellos domingos de su Lerma natal, donde la otra opci¨®n era rezar el rosario con su abuela. Aunque empez¨® estudiando Derecho, enseguida se dio cuenta de que lo suyo eran las noticias. Y aprovechando un viaje con su padre a Madrid para ver un partido se matricul¨® en la escuela de Periodismo.
Subida siempre a unos tacones, que ha clavado con autoridad en el c¨¦sped de todos los campos del mundo, sigui¨® abriendo puertas. Se sent¨ªa preparada para acudir a los Juegos Ol¨ªmpicos de Montreal (1976) pero no figuraba en la lista. Ocurr¨ªa que el convenio de TVE indicaba que en los desplazamientos, los trabajadores deber¨ªan compartir habitaci¨®n, y como ella era la ¨²nica entre hombres, mejor que se quedara en tierra.
Esa norma no tard¨® en abolirse. De eso se encarg¨® La Izquierdo. De eso, y de que las mujeres periodistas pudieran informar en una ronda ciclista. ¡°Hay una t¨ªa: ?fuera, fuera!¡±, grit¨® el director de una carrera ciclista de Legan¨¦s al ver a Mari Carmen en un coche en medio del pelot¨®n. Argument¨® que el reglamento de la Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI) s¨®lo permit¨ªa mujeres del personal sanitario o de la caravana comercial. Ninguna otra, porque los ciclistas ¡°mean y dicen tacos¡±.
Aquello la sublev¨® y fue el motivo por el que se person¨® en la Vuelta Ciclista a Espa?a, decidida a que la echaran. De hecho lo que quer¨ªa era rodar esa escena, que quedara constancia. Lo consigui¨®, el reportaje se emiti¨® en horario de m¨¢xima audiencia. Los ciclistas mear¨¢n y dir¨¢n tacos, pero desde entonces las mujeres tambi¨¦n informan sobre ciclismo.
Ella, la primera
La primera en contar los deportes, la primera en aparecer en el m¨ªtico Estudio Estadio, la primera en tener responsabilidades en la redacci¨®n deportiva de TVE. La primera en presidir la Asociaci¨®n Espa?ola de Periodistas Deportivos, cargo que ocup¨® durante 20 a?os. Miembro del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol. Medalla de Plata de la Real Orden al M¨¦rito Deportivo (le va faltando el oro). En la ¨²ltima etapa, directora del Plan ADO, esa f¨®rmula imprescindible que traduce deportistas en campeones ol¨ªmpicos y en la que ha puesto, como siempre, todo su empe?o.
Aquella ¡°paracaidista¡± que hab¨ªa osado irrumpir en territorio vedado a la mujer se gan¨® el respeto del mundo del deporte. Una escena, que pude presenciar, lo explica. En un hotel de Madrid se celebraba, a puerta cerrada, la Asamblea de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol. Fuera, aguard¨¢bamos unos cuantos periodistas. Ese fue el d¨ªa que o¨ª por primera vez repicar sus tacones. Nos salud¨® y sin pensarlo dos veces abri¨® la puerta e irrumpi¨® en aquella sala. Todos los presidentes que estaban all¨ª se pusieron en pie.
Abr¨ªa puertas, porque quer¨ªa saber qu¨¦ hab¨ªa detr¨¢s. Curiosa incansable. Y por lo mismo, anfitriona generosa, abr¨ªa de par en par las puertas de su casa y de su piel. Porque adoraba a la gente. Exhibi¨® pocas debilidades: por Lola, su madre, castellana recia y detallista; por Sergio y Sara, herederos de su personalidad avasalladora; por Joaqu¨ªn, su marido, sabio y artista, que tambi¨¦n se fue casi sin avisar; por sus amigos, una multitud.
Era culta, propietaria de un castellano impecable, de un sentido del humor adictivo, y de una sorna que la configuraban como una inventora de frases que esculp¨ªa como refranes. Viajera sin pereza, acudi¨® siempre a las citas infinitas del deporte, incluso aquella en la que hubo que salir corriendo porque a pocos kil¨®metros acababa de estallar el reactor nuclear de Chern¨®bil.
Coqueta sin descanso (¡°Nac¨ª el a?o en el que Zarra marc¨® el gol de Maracan¨¢¡±), cumpli¨® todos sus sue?os. El ¨²ltimo, licenciarse en abuelidad y conocer a su nieta, Ariadna.
Mari Carmen, en¨¦rgica y m¨¢s que tierna dama, estaba acostumbrada a tomar decisiones. Y lo ha hecho hasta el ¨²ltimo instante, al marcharse ligera, discretamente. Como un soplo, ella, que fue vendaval.
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