Jes¨²s Herrada gana la sexta etapa y Superman cede el rojo a Teuns
Ca¨ªda y abandono de Ur¨¢n y Roche en la etapa que atraves¨® las rutas del Cid por el Maestrazgo
Deseando que su equipo no se canse defendiendo una prenda que solo tiene valor el ¨²ltimo d¨ªa, Superman saca a subasta su maillot rojo. Por ¨¦l se pegan un belga brillante y oportunista, m¨¢s clasic¨®mano que generalista, Dylan, como Bob, Teuns, de calidad ya contrastada con su victoria en la Planche el ¨²ltimo Tour, y David de la Cruz, un catal¨¢n apuntado a la Vuelta a ¨²ltima hora por su equipo, el Ineos, que nunca ha tenido muy claro qu¨¦ quiere de la carrera espa?ola. Se lo lleva Teuns, que sube m¨¢s decidido y vivo el camino escarpado hasta casi el castillo de Ares, tierra dura, tierra de paso de conquistadores y de resistencia de campesinos. El cielo quema y el agua baja oscura por los r¨ªos secos.
Teuns ha marchado protegido dentro de una banda de fugados, una docena o as¨ª, que suben y bajan el pal¨ªndromo de Mora de Rubielos a Rubielos de Mora, y m¨¢s all¨¢, y homenajean en cierta forma al Cid y a sus mercenarios, que por all¨ª pasaron camino de Valencia. Cuando les ataca, a su rueda se pega Jes¨²s Herrada, el conquense, que a 200m de las calles de piedra del pueblo baja las manos a la parte inferior del manillar y esprinta fuerte para dejarle clavado, y no le disputa la victoria. Herrada gana la etapa como le gan¨® en el Ventoux a Bardet en el mes de junio, y piensa en su hermano mayor, Jos¨¦, al que empez¨® a imitar de ni?o por las calles de Mota del Cuervo, peque?os Oca?as del cambio de siglo.
Superman, de vuelta al maillot blanco de mejor joven, sonr¨ªe y habla del d¨ªa siguiente, la llegada al muro de Mas de la Costa, que tanto le gusta, donde piensa recuperar su prenda antes de volverla a regalar el d¨ªa siguiente, como si la mejor estrategia de la Vuelta fuera el subibaja perpetuo: todos los d¨ªas hay monta?a, siempre hay oportunidad de recuperar un d¨ªa lo perdido el anterior.
A algunos, como al peque?o de los Herrada, que la v¨ªspera lloraba junto a su hermano, derrotado por Madrazo, el tesoro oculto del modesto ciclismo espa?ol, en la subida a Javalambre, el destino les premia la confianza depositada y la confianza que ten¨ªa en sus propias capacidades, y la de su hermano mayor, que tiene m¨¢s genio y le gustar¨ªa que Jes¨²s tambi¨¦n lo tuviera, y m¨¢s rabia. Pero Jes¨²s sonr¨ªe dulce y habla suave. ¡°Ten¨ªa esta etapa marcada, y la hab¨ªa estudiado. Sab¨ªa lo que ten¨ªa que hacer¡±, dice. Y solo se suelta, pero m¨¢s con un gesto que con una palabra, para describir el placer tremendo que le invadi¨® cuando apret¨® y Teuns no pudo seguirle. ¡°Y levantar los brazos¡±. Es su primera victoria en una grande.
A otros, el destino les destruye y les ense?a que lo que va mal un d¨ªa es probable que vaya peor el d¨ªa siguiente, como a Rigo Ur¨¢n, que parte de Mora cubierto de esparadrapos tan art¨ªsticamente dispuestos por brazos y rodilla derecha que es como si se los hubiera pegado sobre heridas y dolores el dise?ador de las camisetas psicod¨¦licas que vende con su marca a los modernos de todo Colombia. "Ya me he ca¨ªdo dos veces", dice el paisa de Urrao antes de salir. "Ya he cubierto el cupo. Lo bueno de la Vuelta es que da la oportunidad de re vivir todos los d¨ªas". Dos horas, Ur¨¢n est¨¢ besando el asfalto de una carretera del Maestrazgo, a¨²n en Teruel, nuevecito y liso, como reci¨¦n tendido por magn¨ªficos peones camineros. Sobre su espalda hay quien cuenta como 15 bicicletas amontonadas como para darle un capricho a un chatarrero, y algunos de sus due?os que pedaleaban veloces y concentrados hasta hac¨ªa nada, hasta que al tremendo Tony Martin se le fue el control de la suya y los derriba. Ur¨¢n termina la etapa en una ambulancia camino de un hospital con una clav¨ªcula rota.
No es el ¨²nico herido en una ca¨ªda que tambi¨¦n fuerza al abandono a Nicolas Roche, quien la v¨ªspera hab¨ªa defendido hasta que no pudo m¨¢s su maillot rojo, al alav¨¦s V¨ªctor de la Parte, que llevaba una Vuelta regular por las alturas y al ingl¨¦s de Pamplona Hugh Carthy, el compa?ero de equipo de Ur¨¢n, el escalador que mejor le acompa?aba en la monta?a. Otra ca¨ªda, en el grupo fugado, deja tocado contra un ¨¢rbol a otro del EF, el norteamericano TJ van Garderen, y el compa?ero de ellos m¨¢s joven el gran Higuita debutante tambi¨¦n sufre heridas en una pierna, y esprinta como un condenado en la subida final, todo instinto y deseo, y, pese a no haber estado muy lucido subiendo hacia Javalambre sigue confiando en que alg¨²n d¨ªa llegar¨¢ en que ¨¦l ser¨¢ todo lo que tenga que ser, porque eso es crecer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.