Que fluya Ricky
Tiene la venia expl¨ªcita de su entrenador y de sus compa?eros para ser de nuevo aquel cadete que se atracaba de baloncesto como si no hubiera un ma?ana
Nos atrevemos con la f¨®rmula m¨¢gica del ¨¦xito de un Campeonato del Mundo de baloncesto.
M¨¢xima calidad; absoluta qu¨ªmica interna entre los jugadores; capacidad para bordar los minutos finales del cruce que puede llevarte a las medallas, y por ¨²ltimo esa pizca de suerte imprescindible en los grandes eventos.
Hablemos de calidad. Estuvimos en varios de los entrenamientos de la selecci¨®n durante la concentraci¨®n en Madrid. Nos llevamos un impacto muy positivo de Willy los primeros d¨ªas. Lleg¨® que se com¨ªa los aros. Daba gusto ver a Ricky. No solo con el grupo, sino tambi¨¦n trabajando de forma espec¨ªfica aspectos de su juego. Estaba Marc, todo un se?or con anillo. Estaba Llull, Rudy, Claver. ?Qu¨¦ tipos m¨¢s grandes! De repente, al final de uno de los entrenamientos, apareci¨® Pau por la escalera principal. Y de un modo imposible de controlar, empezamos a ver a los dem¨¢s un poquito menos gigantes. A nuestros rivales les va a pasar exactamente lo mismo; ¡°chavales; sin la calidad de Pau y de Navarro es imposible que compitan igual. A por ellos¡±.
Pero creemos que cabe una posibilidad de ser igual de competitivos. Corr¨ªa el a?o 1934, y una cr¨®nica del primer Campeonato de Espa?a nos dejaba esta perla literaria: ¡°Venci¨® el Rayo, formado por los cuatro Alonso, cuatro, y un Vit¨®rica, sobre un Madrid que no pudo presentar la misma homogeneidad porque cada uno se llama como quiere. Y claro, as¨ª no se puede¡±. Cuando la m¨¢xima calidad ya no es posible, nos queda la opci¨®n de una qu¨ªmica especial. ?Qu¨¦ esperan los veteranos de los ¨²ltimos en incorporarse? Un mismo apellido de todos grabado a fuego en la camiseta. Willy, Juancho, Pierre, Javi, Quino... M¨¢xima Concentraci¨®n. En ataque y sobre todo en defensa. Si son capaces de aportar ese apellido a lo largo del campeonato, la mezcla volver¨¢ a ser un dolor de cabeza para todos los rivales.
Llegados a este punto, toca hablar de los minutos de la verdad. Esas cinco, diez posesiones que pueden cambiar la historia de un equipo en campeonatos tan cortos. Le¨ªmos unas declaraciones de Scariolo hablando de esos minutos finales del siempre probable cruce de cuartos, y nos parec¨ªan las de un chaval¨ªn delante de un puesto de helados. Ser¨ªa una aut¨¦ntica pena que Ricky no se permita este a?o un exceso de dulce cuando llegue ese momento. Tiene la venia expl¨ªcita de su entrenador y de sus compa?eros para ser de nuevo aquel cadete que se atracaba de baloncesto como si no hubiera un ma?ana. Con Ricky fluyendo, Espa?a es diferente. Se lo podemos decir en ingl¨¦s, o en italiano.
Hemos dejado muy poco espacio para la suerte. Y casi mejor que as¨ª sea. Es tan absurdo hablar mucho de ella como negar que Nocioni, en 2006, pod¨ªa meter tranquilamente 20 triples seguidos desde la esquina donde fall¨® el que nos dej¨® vivos, o que Teodosic ha pifiado muchos partidos por jugarse tiros de 8 metros como el que nos mat¨® en 2010. Favoritos esta vez es evidente que no somos. Pero para liar una buena, con la f¨®rmula m¨¢gica siempre estamos a tiempo.
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