Despidos inc¨®modos
El entrenador nunca est¨¢ del todo preparado para el final, por mucho que los despidos ya sean una parte natural de este oficio
Solo en una ocasi¨®n he pasado el mal trago de destituir a un entrenador. Sin duda, uno de mis recuerdos profesionales m¨¢s dolorosos. Ocurri¨® en mi etapa como director deportivo del Maccabi Tel Aviv, cuando tuve que cesar a Shota Arveladze a mitad de temporada. Era buena gente y un t¨¦cnico notable, por eso me entristeci¨® tomar esa decisi¨®n. Nos hab¨ªa metido en la Europa League, pero lleg¨® un momento en que el liderato de la competici¨®n israel¨ª se nos escapaba de las manos. Hubo un baj¨®n de rendimiento notorio y se busc¨® un golpe de efecto en la plantilla. Me toc¨® asumir el papel de entrenador interino hasta encontrar un recambio y el equipo reaccion¨® temporalmente. Ah¨ª entend¨ª que, cuando hay un cambio en el banquillo, los jugadores quedan en el punto de mira y el t¨¦cnico suele ser el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil.
En los tiempos que corren, al director deportivo no puede temblarle el pulso. Su porcentaje de acierto o error es m¨ªnimo. A veces firmas a un futbolista que no funciona por mil motivos, y eso mismo ocurre con los entrenadores. Pero, como suele decirse, es m¨¢s f¨¢cil cambiar a uno que a 25, y m¨¢s hoy en d¨ªa, cuando la paciencia pr¨¢cticamente se ha extinguido y el dinero manda. Hay un abismo financiero entre disputar la Champions o la Europa League, estar en Primera o en Segunda Divisi¨®n. Y en muchos casos no se trata de que el t¨¦cnico escogido no sea bueno, tal vez la plantilla no se ha confeccionado correctamente. Entonces, de nuevo, el entrenador suele pagar el precio de una mala gesti¨®n.
Antes de elegir a uno, es fundamental entender al detalle el ADN de tu club: saber qui¨¦n eres, hasta d¨®nde puedes llegar y c¨®mo quieres lograrlo. En el Maccabi ten¨ªamos una idea clara de juego ofensivo y fuimos encontrando t¨¦cnicos que encajaran en nuestra filosof¨ªa, conscientes de que corr¨ªamos el riesgo de perderlos cada a?o. ?ramos una especie de entidad trampol¨ªn que les serv¨ªa para dar el salto a otras ligas m¨¢s potentes. En alguna ocasi¨®n ni siquiera completaban la temporada. De hecho, en cuatro meses traspasamos a Slavisa Jokanovic al Fulham y a Peter Bosz al Ajax. Para nosotros no dejaba de ser un motivo de orgullo, porque reforzaba nuestra condici¨®n de cazatalentos.
La incorporaci¨®n de un entrenador a mitad de temporada no deja de ser un movimiento forzado, ya que hay cosas imposibles de cambiar. Viv¨ª esa situaci¨®n en China, cuando aterrizamos a mitad de curso al Chongqing Dangdai Lifan hace 14 meses. Ten¨ªamos cerrado el mercado de fichajes, no pod¨ªamos incorporar jugadores, y el equipo estaba casi en zona de descenso. Era una misi¨®n de supervivencia pura y dura, m¨¢s que de ADN: urg¨ªa transmitir confianza, simplificar ideas sobre el c¨¦sped y analizar los puntos fuertes y d¨¦biles para extraer un rendimiento inmediato. Al final, logramos los objetivos.
En la Liga, el Valencia y el Espanyol han buscado esa reacci¨®n. El ¨²ltimo caso es el de David Gallego, que hizo un buen trabajo clasificando a los pericos en la Europa League, algo que no debe ser subestimado. M¨¢s si cabe en verano, cuando combinaba la pretemporada con eliminatorias ante rivales m¨¢s rodados, mientras trabajaba conceptos para el resto del curso. Todo ello, con escasos d¨ªas de maniobra entre los partidos. Es dif¨ªcil entrenar as¨ª. Pero destituir es parte del f¨²tbol actual, m¨¢s si cabe cuando la din¨¢mica no es buena y te superan rivales inferiores sobre el papel. Antes se esperaba unos diez partidos, y ahora sucede antes: Marcelino se fue en la tercera jornada, por ejemplo, algo sorprendente que en absoluto guarda relaci¨®n con los resultados deportivos, positivos a vista de todos. Cada club sabe c¨®mo est¨¢ su cocina y, desde fuera, muchas veces no se es consciente de lo que sucede.
Hay despidos que te dejan en estado de shock, como fue el caso de mi padre, cuando faltaba muy poco para dar por terminada la temporada 1995-96. ?l era una persona con las ideas claras, por muy duras que fueran, y sin pelos en la lengua. Cuando las cosas iban bien, genial. Pero cuando fueron mal, los enemigos cogieron fuerza y se alzaron. Tras ocho a?os en el banquillo en los que dio una identidad al club y cre¨® el Dream Team, lo normal era esperar a final de curso, pero supongo que hubo una explosi¨®n que precipit¨® las cosas. Hoy en d¨ªa se han recortado los plazos de la paciencia, pero el entrenador nunca est¨¢ del todo preparado para el final. Por mucho que los despidos ya sean una parte natural de este oficio.
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