Morata remata la fe del Atl¨¦tico
Los rojiblancos se imponen al Bayer Leverkusen tras un primer tiempo inoperante en ataque y un segundo con m¨¢s convicci¨®n que f¨²tbol
Al f¨²tbol se puede ganar por juego o por convicci¨®n. De lo primero, el Atl¨¦tico tuvo poco, pero de lo segundo fue sobrado en el segundo tiempo para paliar su zozobra y sus dudas en los primeros 45 minutos contra el Bayer Leverkusen. Un triunfo en la Champions alcanzado porque s¨ª, porque lo necesitaba, porque el c¨®mo importaba poco o nada. Un cabezazo certero de Morata a falta de poco m¨¢s de 10 minutos, a rosca perfecta de Lodi, le dio para certificar esta victoria que le oxigena y le acerca a los octavos de final. Fue con un 1-0, sufriendo para marcar, pero no para defender su porter¨ªa, reducido el Bayer Leverkusen a un equipo con m¨¢s maneras e intenciones que fuego real.
El Atl¨¦tico se present¨® directo. Dispuesto a jugar sin tr¨¢mite alguno. Como si los tiempos convulsos y de cuestionamientos que vive su entrenador le demandaran un partido frontal y visceral. Una resoluci¨®n r¨¢pida y contundente. Presi¨®n alta, casi individual, y a toda mecha al ataque. Enfrente, el Leverkusen no se inmut¨®. Domin¨® como pudo esos empujones rojiblancos y en un par de jugadas ense?¨® que la pelota le corr¨ªa mejor. Entre los revoloteos de Demirabi, Amiri y un par de maniobras de Havertz, el Leverkusen rond¨® a Oblak. Si no exigi¨® al meta esloveno fue por la falta de pie en el ¨²ltimo toque de sus jugadores m¨¢s ofensivos.
Esos avisos llevaron a los futbolistas de Simeone a la duda y a la inoperancia. S¨®lo Herrera ense?¨® ser la clase de futbolista que exigen estos partidos. Donde Sa¨²l, Koke y Thomas fueron una f¨¢brica de p¨¦rdidas, el volante mexicano tuvo personalidad para intentar jugar, hacer jugar y ejecutar algo diferente. Fue a su ritmo. Quiz¨¢ no es la velocidad de crucero que exige Simeone, pero criterio y horas de f¨²tbol le sobran para intentar jugar a lo que sabe. Sus suplencias se entienden menos si el discurso es que este es un equipo joven que se ha renovado exento de jerarqu¨ªa. Justo lo que parece sobrarle a Herrera. El ¨²nico que sigui¨® su envalentonamiento fue Correa, que sabe que vive de lo que intenta, le salga o no.
Fue curioso que las dos principales novedades en el once de Simeone fueran los mejores en el primer acto. Correa jug¨® por Morata, relegado al banquillo, y Herrera por el lesionado Jo?o F¨¦lix. Fue un erial ofensivo el Atl¨¦tico en ese tramo, en el que Hermoso tuvo que reemplazar a Gim¨¦nez, que se rompi¨®. A veces, el Atl¨¦tico fue un equipo atropellado, formando esas montoneras en las disputas por el bal¨®n m¨¢s propias de las mel¨¦s del rugby. Todo confusi¨®n y antiest¨¦tica. Secuencias incontestables del f¨²tbol mal practicado con el bal¨®n, sin un futbolista solvente para darle juego por dentro. Por ah¨ª lo intent¨® Koke, que sin giro, velocidad y desborde queda muy expuesto en esa posici¨®n. La grada no le perdona una ya al capit¨¢n. Si ejecuta bien un gesto t¨¦cnico y no lo enlaza con algo productivo los silbidos emanan de las gradas.
Descontento de la grada
El silencio mayoritario que ¨²ltimamente reina en el Metropolitano lo quiebran el descontento con algunos de sus jugadores. Un disparo lejano de Thomas a la media hora de juego fue el primer y ¨²nico remate a puerta del Atl¨¦tico antes del descanso.
En la salida se vio otro equipo. No por f¨²tbol, pero s¨ª m¨¢s convencido para asaltar el campo contrario. Una fe ciega de que la victoria pod¨ªa generarse en cualquier acci¨®n por encima de un juego que no mejoraba, pero martilleaba porque el Leverkusen tampoco encontr¨® su ritmo de equipo vertiginoso en las transiciones.
La zancada y la planta apol¨ªnea de Havertz quedo engullida en ese f¨²tbol tumultuoso hasta el punto de ser sustituido. Tambi¨¦n oper¨® Simeone, que retir¨® a Correa para dar entrada a Lemar y a Koke para introducir a Morata. A Lemar le dio para romper a la defensa del Leverkusen con un pase corrido a Lodi. Y a Morata para cabecear el centro combado y medido que el lateral brasile?o le sirvi¨®. Faltaban 12 minutos y entonces el Atl¨¦tico ya jug¨® a algo que pocos equipos dominan tanto, que el tiempo pase sin que suceda nada.
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