Inglaterra destrona a los All Blacks
El XV de la Rosa supera de principio a fin a Nueva Zelanda (19-7), eliminada de un Mundial 12 a?os despu¨¦s
La historia dir¨¢ que la hegemon¨ªa de los All Blacks, la ¨²nica selecci¨®n capaz de ganar dos Mundiales consecutivos, claudic¨® una noche aciaga en Yokohama. Inglaterra ha firmado este s¨¢bado (19-7) la gran gesta de su rugby con un plan medido al detalle por su seleccionador australiano, el maquiav¨¦lico Eddie Jones. Nueva Zelanda cae en un Mundial 12 a?os despu¨¦s ante un rival superior en todos los apartados, con una defensa herc¨²lea que roz¨® la haza?a de dejarles con el marcador a cero. Tras destronar al gendarme del oval ¨Csu primer triunfo ante los All Blacks en un Mundial¨C el XV de la Rosa ocupar¨¢ su sitio en la final ante el ganador del Gales-Sud¨¢frica de este domingo (10.00, Movistar Deportes).
Los s¨ªmbolos cuentan e Inglaterra se rebel¨® desde la haka de los All Blacks. La danza tribal es habitualmente presenciada por una hilera de rivales junto a la l¨ªnea divisoria; as¨ª lo hicieron los ingleses el pasado noviembre. En esta ocasi¨®n, las 23 camisetas blancas se desplegaron en forma de V y sus extremos sobrepasaron el ecuador del campo. Fue tan excepcional que los ¨¢rbitros les pidieron que retrocedieran, sin ¨¦xito. Nadie ha visto una haka tan de cerca como Joe Marler.
El comienzo respondi¨® al mejor guion del XV de la Rosa (apelativo con el que se conoce a la selecci¨®n inglesa de rugby). Como en sus mejores versiones, el primer pu?etazo lleg¨® nada m¨¢s sonar la campana. Ganaron el bal¨®n desde la banda y usaron todo el ancho del campo, con Anthony Watson haciendo equilibrismo junto a la cal. Con Nueva Zelanda en retirada, el oval bascul¨® hacia la izquierda, con cargas potentes de los delanteros ingleses, capaces de soltar el bal¨®n mientras eran placados. Por momentos, Sinckler parec¨ªa japon¨¦s. No en vano, Eddie Jones fue seleccionador nip¨®n hasta 2015. Cuando se cumpl¨ªan 100 segundos de partido, Manu Tuilagi percut¨ªa por el medio y posaba bajo palos. La paciencia con el centro samoano, clave en el triunfo ingl¨¦s de 2012 ante Nueva Zelanda y mermado por las lesiones, tuvo su recompensa.
Los All Blacks se ve¨ªan limitando da?os en un guion a contracorriente. No hab¨ªa buenas noticias desde la banda ¨Chab¨ªan sacado a Scott Barrett para pelear la touch, convertida en cortijo ingl¨¦s¨C ni en la mel¨¦. Los ingleses ganaban metros con el juego al pie y manten¨ªan la disciplina en defensa, obligando a los neozelandeses a arriesgar m¨¢s de la cuenta con el oval y salirse con ¨¦l por la banda. El ¨²nico suministro oce¨¢nico llegaba con alg¨²n bal¨®n perdido y su fugaz contragolpe, pero su primera parte fue un ejercicio puramente defensivo.
El reto de Inglaterra era que su intensidad no se convirtiese en descontrol. Su defensa era impenetrable, con Maro Itoje como ladr¨®n de guante blanco. Su ¨²nico pero era que el marcador no mostraba su superioridad. Hubo oportunidades perdidas como una intercepci¨®n de Tuilagi que no supo propulsar May o una obstrucci¨®n de Curry, que bloque¨® a dos defensores neozelandeses por delante del oval e invalid¨® la marca posterior de Underhill. Ford fall¨® un drop asequible, pero ampli¨® la cuenta canjeando entre palos un golpe por retenci¨®n. Que la mejor jugada de los All Blacks, con apenas un 30% de posesi¨®n en el primer acto, fuera un quiebro genial de Goodhue para salvar un ensayo era sintom¨¢tico de que su d¨¦ficit al descanso (10-0) ten¨ªa tanto de preocupaci¨®n como de alivio.
56 minutos sin anotar
Nueva Zelanda necesitaba sentar el partido en el div¨¢n y abraz¨® la locura. Pero antes que las genialidades, llegaron los errores. Dos intercepciones en su propia zona de 22 y un golpe de castigo por retenci¨®n dieron a los ingleses un caramelo. Armaron el maul y Ben Youngs esper¨® a que la plataforma ganara metros para amagar y salir corriendo bajo palos. Lo que era un ensayo impoluto se qued¨® en el imaginario cuando el v¨ªdeo mostr¨® c¨®mo el oval se le hab¨ªa escurrido hacia delante a uno de los ingleses. Con todo, el tiempo corr¨ªa, el XV de la Rosa sumaba tres puntos m¨¢s ¨Cplacaje neozeland¨¦s al hombre sin bal¨®n canjeado por Ford¨C y los All Blacks solo optaban a highlights defensivos como el de Reece para embolsar una patada endiablada.
Los All Blacks llevaban bozal y estuvieron 56 minutos sin anotar, una sequ¨ªa secular para sus est¨¢ndares. Lleg¨® entonces la ¨²nica m¨¢cula del XV de la Rosa en un saque de touch junto a su l¨ªnea de marca. Jamie George puso demasiado fuerte el oval, que cay¨® en las manos de Ardie Savea, que pos¨® y firm¨® la ¨²nica sonrisa neozelandesa. Fue pasajera, pues sus compa?eros se vieron defendiendo en su l¨ªnea de cinco metros la siguiente embestida inglesa que les alejar¨ªa a nueve puntos con cuarto de hora por jugar. Cuando su equipo ten¨ªa un golpe propicio para acercarse a la frontera del ensayo, Sam Whitelock apart¨® de malas formas a Owen Farrell y Nigel Owens reverti¨® la falta. Un autogol impropio de la selecci¨®n que vive la presi¨®n como rutina.
EL cumplea?ero Kieran Read, el herc¨²leo capit¨¢n en su pen¨²ltima misi¨®n, se vio superado por una defensa magistral. Itoje, que debut¨® con Jones en 2016, es ya una figura del rugby moderno, un delantero atl¨¦tico y vers¨¢til capaz de todo. Los peque?os kamikazes Underhill y Curry no solo incordiaron, sino que mantuvieron con nota la posici¨®n. Los All Blacks adoran el v¨¦rtigo como filosof¨ªa, no como necesidad. La vida del funambulista se complica cuando sopla el viento. Sus acometidas desesperadas se encontraron con una muralla sin grietas. Los juegos mentales de Jones, con propios y extra?os, hab¨ªan dado resultado. Inglaterra ya tiene su epopeya.
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