Sin convenio y con pagos en especie: as¨ª sobrevive el deporte femenino
Al f¨²tbol se le resiste un acuerdo laboral que tampoco tienen las otras pr¨¢cticas de equipo m¨¢s importantes en Espa?a
El f¨²tbol persigue, sin ¨¦xito de momento y con una huelga adem¨¢s sobre la mesa, algo que nadie tiene ahora en el deporte femenino en Espa?a: un convenio colectivo sectorial. Sin ¨¦l, las relaciones laborales se negocian club a club o, en el mejor de los casos, modalidad a modalidad, dentro de un mundo que no est¨¢ reconocido por ley como profesional y que sigue dependiendo de las subvenciones p¨²blicas. As¨ª est¨¢ la situaci¨®n en los tres deportes de equipo con m¨¢s licencias, al margen del balompi¨¦ (baloncesto, voleibol y balonmano, por este orden) y del f¨²tbol sala, que encuentra en Galicia el caso excepcional de un equipo con convenio.
Baloncesto: un convenio perdido pero buenas condiciones
El baloncesto femenino ya disfrut¨® de un convenio colectivo. Se firm¨® en el verano de 2007 y fijaba, entre otros conceptos, un sueldo m¨ªnimo de 600 euros brutos. Pero el acuerdo dur¨® poco porque la patronal se disolvi¨®. El pasado verano se volvi¨® a crear y la Asociaci¨®n de Jugadoras aspira ahora a plantear un nuevo pacto laboral. ¡°Ha habido un acercamiento, pero no nos hemos sentado todav¨ªa¡±, afirma su presidenta, Lucila Pascua, p¨ªvot de 36 a?os del Cad¨ª La Seu.
No obstante, la representante sindical admite que en estos momentos sus condiciones son buenas: ¡°Todas tenemos contrato y cotizamos a la Seguridad Social. Debemos valorarlo m¨¢s¡±, comenta. A sus salarios hay que a?adir los pagos en especie, como el piso en alquiler, el coche o las dietas, una pr¨¢ctica generalizada en el deporte femenino. ¡°Antes de la crisis hab¨ªa m¨¢s dinero, sobre todo procedente de la construcci¨®n. Pero tambi¨¦n m¨¢s desorden. Se produc¨ªan m¨¢s impagos, algo que desde hace unos a?os es muy raro. En la actualidad todo es m¨¢s medido¡±, a?ade Pascua, que valora la uni¨®n de las futbolistas. ¡°Ellas luchan por derechos que nosotras tenemos hace tiempo¡±, se?ala.
Una ¨¦lite del balonmano obligada a emigrar
Gran parte del n¨²cleo duro de la selecci¨®n juega en el extranjero hace ya unos a?os. Solo all¨ª puede mantener unas condiciones econ¨®micas que la crisis se carg¨® en todo el balonmano espa?ol, incluido el masculino. Estas jugadoras de ¨¦lite alcanzan fuera los 3.000 o 3.500 euros de salario mensual, ¡°frente a los aproximadamente 2.000 que percibir¨ªan como tope en la Liga¡±, seg¨²n c¨¢lculos de la vicepresidenta del sindicato, Paloma Zancajo. La media en la competici¨®n dom¨¦stica se sit¨²a entre los 500 y 700 euros.
Una mesa a tres bandas entre la Federaci¨®n, los clubes y las jugadoras se re¨²ne peri¨®dicamente para acordar mejoras en las relaciones laborales. En ella se pact¨® en 2018 que los conjuntos que disputen torneos europeos tengan, al menos, a ocho miembros de la plantilla contratadas a jornada completa (ha subido dos este a?o) y el resto (hasta las 16, normalmente), a tiempo parcial. Para los otros equipos la obligaci¨®n se reduce a seis a jornada parcial.
Zancajo, que asegura que la huelga de las futbolistas ¡°marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s en el deporte femenino¡±, reconoce que ¡°en ning¨²n momento se ha llegado a plantear [en su deporte] la posibilidad de negociar un convenio¡±. ¡°Mientras no sea obligatorio por ley ser¨¢ muy dif¨ªcil¡±, lamenta. Al menos, los impagos son una rara avis y, como en el resto de disciplinas analizadas en este reportaje, tambi¨¦n la rescisi¨®n del contrato por quedarse embarazada. "La etapa de estas discriminaciones queda ya lejos", apunta. S¨ª que se ha producido alg¨²n caso "muy excepcional" por lesi¨®n grave que ha afectado a jugadoras no comunitarias.
Voleibol: del pelotazo a la subsistencia
Durante los a?os locos de la burbuja inmobiliaria, el ladrillo aterriz¨® en el voleibol y convirti¨® a la liga femenina en una de las punteras del mundo. Por Espa?a pasaron varias de las mejores del momento, como Marina Dubinina, Magaly Carvajal o Fofao, entre otras, que pod¨ªan firmar contratos de varias decenas de miles de euros al a?o. Hasta que la econom¨ªa explot¨® y dej¨® al descubierto una competici¨®n sin estructuras firmes. Desde entonces, las cifras han menguado de forma exponencial.
Ahora, en un equipo de la parte alta se puede cobrar, como m¨¢ximo, unos 1.500 euros al mes; en uno de la zona media, entre 600 y 700; y en los que luchan por no descender, entre 200 y 300, seg¨²n c¨¢lculos de la Asociaci¨®n de Jugadoras, que estima que solo la mitad de las ellas disfruta de un contrato legal con cotizaci¨®n a la Seguridad Social. Cuando la relaci¨®n laboral no est¨¢ regularizada, puede ser un problema si la jugadora sufre un percance f¨ªsico de seriedad. "Ah¨ª depende de la buena fe del club", se resignan desde el sindicato.
La ¡®isla¡¯ gallega del f¨²tbol sala
El convenio colectivo que ans¨ªan las futbolistas ya existe en el f¨²tbol sala. Al menos, en una localidad lucense de 9.500 habitantes, Burela, cuyo equipo nacido en 2008 rubric¨® en 2018 un acuerdo laboral pionero en el deporte femenino. Jugadoras y dirigentes pactaron un texto que incluye cl¨¢usulas como la renovaci¨®n inmediata en caso de embarazo, y ayudas para guarder¨ªas y libros de texto.
Fuera de esta isla gallega, sin embargo, la situaci¨®n cambia. ¡°Solo tres de los 16 equipos de la Primera Divisi¨®n tienen a la mayor¨ªa de la plantilla con contrato. En el resto, te puedes encontrar de todo. Desde clubes con ninguna cotizando a otros con varias¡±, explica la presidenta de la Asociaci¨®n de Jugadoras, Natalia Orive. Esta temporada, la novedad en la liga m¨¢s potente del mundo es una partida de la Federaci¨®n Espa?ol de F¨²tbol de 7.500 euros para los clubes que tengan, al menos, a cuatro jugadoras en situaci¨®n legal (una plantilla est¨¢ compuesta por 12). Y de 15.000 si la cifra asciende a seis.
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