Harden quiere ser campe¨®n como sea

Ha empezado la temporada James Harden con la misma ambici¨®n y capacidad anotadora con la que termin¨® las pasadas. En seis de los doce primeros partidos ha superado la barrera de los 40 puntos. Solo Wilt Chamberlain hizo algo as¨ª. Ni siquiera Michael Jordan fue capaz de lograrlo.

Con Harden me siento inc¨®modo. Si me pidieran una lista con mis cinco, diez, quince, veinte¡­ jugadores favoritos, no pensar¨ªa nunca en ¨¦l. Muy probablemente me costar¨ªa hacerlo ci?¨¦ndome a la ¨¦poca actual de la NBA. Personalmente, el a?o que m¨¢s me atrajo fue en 2012. Todav¨ªa jugaba en Oklahoma junto a Durant y Westbrook y la NBA lo eligi¨® como mejor sexto hombre de la liga. Este reconocimiento sol¨ªa ser muy prestigioso. Los aficionados m¨¢s veteranos se acordar¨¢n de tipos como Kevin McHale, estrella de Boston Celtics en los 80, al que su entrenador utilizaba de cine en esa posici¨®n. McHale contemplaba los primeros minutos desde el banquillo, y los fans de Detroit Pistons tembl¨¢bamos al verlo en la silla de cambios. En las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, el emblema en ese puesto ha sido sin lugar a dudas Manu Gin¨®bili.

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Pero lo que a McHale o a Ginobili siempre pareci¨® colmarles como estrellas NBA (cambiar el ritmo de un partido; liderar desde un papel menos principal), no parece ir con Harden en absoluto. A Harden se le nota mucho m¨¢s satisfecho cuando todo el equipo gira en torno a ¨¦l. Cuando el bal¨®n lleva sobre todo su nombre. En Houston se ha ganado esa responsabilidad y la est¨¢ ejecutando cada noche. Sus estad¨ªsticas ¡ªno solo de puntos , sino tambi¨¦n de asistencias y rebotes¡ª mantienen el asombro casi cada semana. Houston sigue siendo ¡°el equipo de Harden¡± aunque haya llegado Russell Westbrook este a?o. Esa ambici¨®n personal, esa voracidad, todos los profesionales saben lo dif¨ªcil y exigente que es. Hay que valer mucho para eso.

La cantidad de informaci¨®n que tienen sus analistas y t¨¦cnicos, y sobre todo su capacidad, me impide discutir el actual juego de los Rockets. Su entrenador, Mike D¡¯Antoni, es una de las referencias de mi adolescencia. Cuando lo ve¨ªa jugar de playmaker en aquel Milan campe¨®n de Europa dos a?os seguidos, sab¨ªa que la m¨ªnima ventaja que les ofreciera el rival, aquel privilegiado y p¨¢lido tipo del bigote la descubrir¨ªa antes que nadie. Con D¡¯Antoni a los mandos y Harden, Westbrook, Gordon y compa?¨ªa, uno cree que los Rockets lo tienen todo para lograr al menos un anillo de campeones. Pero tengo una sensaci¨®n; cada vez que veo a D¡¯Antoni en la l¨ªnea de banda, poni¨¦ndose una mano sobre la barbilla y ya sin ese bigote que luc¨ªa en el siglo pasado, visualizo a Pepito Grillo pasando de un hombro a otro y tratando de dar el ¨²ltimo toque al juego de Harden, con el fin de subir el ¨²ltimo pelda?o de la NBA, ese que tanto se les resiste. Es evidente que algo diferente tendr¨¢n que hacer este a?o cuando lleguen los playoff por el t¨ªtulo.

La historia me recuerda un poco a lo que le estaba sucediendo a Michael Jordan antes de ser campe¨®n, y que ¨¦l resumi¨® a?os despu¨¦s de una forma gr¨¢fica: "Me llevaban los demonios cuando se empe?aban en decir que el m¨¢ximo anotador de la temporada no pod¨ªa ser nunca el l¨ªder de un equipo campe¨®n NBA". Hemos escuchado a Harden hacer unas declaraciones en las que dice que su objetivo fundamental es ganar el anillo este a?o y que har¨¢ todo lo posible para lograrlo. A medio camino de aquel gran revulsivo de los Thunder y mejor sexto hombre de la Liga y esta m¨¢quina de anotar cuarenta puntos por noche en los Rockets, probablemente se encuentre el Harden que finalmente haga a su equipo campe¨®n de la NBA.